A tres años del sismo, Manabí se fortalece a través de cuatro ejes
Las huellas físicas del terremoto del 16 de abril de 2016 se concentran especialmente en las denominadas zonas cero de Pedernales (epicentro del sismo), Jama, Bahía, Manta y Portoviejo. Estos cinco de los 22 cantones fueron los más golpeados por el evento natural.
Al ser una provincia costera, sus valores agregados connaturales, como la pesca y el turismo, se convirtieron junto al comercio en los motores para sacar a flote esta región del país.
Manabí es una de las provincias que por historia ha sido golpeada por fenómenos naturales, sobre todo por las inundaciones de forma periódica.
Uno de los puntales fue la pesca que a nivel de la provincia genera sobre las 50.000 plazas de trabajo directas. Solo en el eje industrial -Manta, Montecristi y Jaramijó- donde se asientan las 12 empacadoras de pescado, la nómina alcanza los 25.000 empleos, asegura Gustavo Núñez, propietario de una empresa afín ubicada en Jaramijó.
La infraestructura, señala este empresario, estuvo tan bien construida que los daños fueron menores frente a la fuerza del terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter. “Estuvimos operativos pocas semanas después del seísmo y la economía no se estancó, eso fue vital”.
Tres años después, a pesar de seguir operativos, reseña Núñez, uno de los inconvenientes con los que tienen que lidiar es la falta de pescado (en la actualidad), a ello se suma el tema competitividad. “Somos un país muy caro y eso nos juega muchas veces en contra”, explica.
La flota de pesca menor, la denominada artesanal, también volvió al mar a los pocos días del terremoto.
Jimmy López, representante del sector, comenta que los pescadores sabían que la naturaleza era impredecible y por eso se fueron de faena.
Ellos siguen trabajando a pesar de que uno de los inconvenientes que tienen es con las vedas. Esas medidas han sido instituidas por entidades del Gobierno para la preservación de los recursos, refirió López.
Mientras el negocio que gira en torno a la pesca sigue a flote, los emprendedores en la provincia se incrementan. Uno de ellos es Lorena Castillo, quien vive en Portoviejo.
Después de tres años del terremoto su emprendimiento “Picandoando” aliños y ají manabita, se mantiene firme. Su idea de negocios nació en la sala de la casa de su madre.
Castillo afirma que después del sismo la sorpresa para ellos y sus compañeros fue pasar de ser vendedores a emprendedores.
Analiza que al vendedor la gente le regateaba el precio del producto, mientras que al emprendedor, primero se lo mira con respeto y asombro y además se le paga el precio justo por lo que oferta.
Hay más de 3.000 emprendedores en Manabí que nacieron después del terremoto, afirma.
Pero la otra cara de la moneda la viven los comerciantes formales agrupados en la zona comercial “Nuevo Tarqui”. Kirie Bravo, quien lideró días después del terremoto, este modelo de negocios, afirma que los comerciantes se levantaron a pulso.
Nos cerraron las líneas de crédito, para los bancos, ser damnificado del terremoto es sinónimo de estar en bancarrota. “Nadie nos daba crédito, tuvimos que vender terrenos, carros y hasta el anillo de matrimonio para volver a parar nuestros negocios”.
Si al menos hubiesen destinado unos $ 100 millones de los recursos de la Ley de Solidaridad para préstamos para Manabí, podríamos hablar que se hubiese dado una reactivación direccionada”.
Mientras tanto, el sector turístico del puerto manabita es donde la recuperación se ha sentido.
Esteban Fiallos, presidente de la Cámara de Turismo de Manta, afirma que el sector genera unas 2.000 plazas de trabajo entre directas e indirectas.
“Después del terremoto la inversión supera fácilmente los $ 100 millones en nuevos sitios de alojamiento, sin contar lo que se ha gastado en rehabilitación de la infraestructura que fue afectada por el sismo.
El turismo, además, se afianzó con la visita de quienes llegan en los cruceros de placer. Son más de 25.000 turistas al año que arriban y gastan hasta $ 100 por día. (I)