Dos pescadores mantenses permanecieron 13 días a la deriva a 130 millas de Galápagos
Náufragos pasaron Navidad tomando agua de mar y comiendo pulpo
En una oscuridad profunda, una pequeña luz a varias millas hizo saber a Carlos Quijije y Freddy Triviño que su desdicha había terminado. Era el barco de bandera española Aurora B que realizaba labores de pesca a 130 millas de las Islas Galápagos. La desesperación de estos dos pescadores se convirtió en tranquilidad luego de haber visto solamente mar durante los 13 días que estuvieron a la deriva en su nave.
Al hacer contacto visual, la madrugada del pasado lunes, prendieron el motor de la fibra Leandro y Jesús (nombres de los dos hijos de Quijije) y avanzaron a toda velocidad hasta el atunero español.
Fue más de una hora de recorrido hasta llegar a la gran embarcación, pero ese tiempo se les hizo nada, ya que sabían que estaban a salvo luego de haber pasado Navidad tomando agua de mar endulzada con azúcar y comiendo pulpos cocinados.
La desdicha de Carlos y Freddy empezó el 22 de diciembre. Arribaron al punto de pesca, cerca de Galápagos, y lanzaron el espinel (equipo para pescar) al mar. Una fuerte tormenta cayó, ambos se protegieron de la lluvia y durmieron. En la madrugada, la lancha se alejó de las otras tres que habían bajado de la embarcación nodriza, Israel.
Las primeras horas del día, los pescadores perdidos buscaron su espinel, recorrieron millas en zigzag y no lograron ubicar su equipo.
“La corriente nos arrastró”, fue lo primero que dijo Quijije tras pisar tierra. Previamente se abrazó con su esposa, Karen Flores, y le prometió que no volvería a pescar. De ahora en adelante se dedicará a la construcción. Para Carlos, el momento más duro fue cuando se les acabó el agua, en Navidad.
“Tuvimos que esperar 4 días hasta que lloviera para recogerla en tarros. Hasta eso tomamos agua salada, pero poquito. La mezclábamos con azúcar para que nos pase”.
La comida también les duró poco más de tres días. Habían llevado arroz, atún, galletas, aceite, entre otras cosas. “Luego empezamos a comer pulpos cocinados. Gracias a Dios teníamos madera para quemar y con un horno nos cocinábamos”, dijo Carlos, mientras tenía la mirada fija en el mar, en el interior del puerto de Manta.
Freddy, de 19 años, era el menor del grupo de pescadores del barco Israel. Le tocó pasar su cumpleaños en altamar, perdido. “Pero nunca dejé de reír”, sostiene el joven cuyo padre, de igual nombre, también estaba pescando, pero en otra lancha.
“El día de mi cumpleaños (31 de diciembre) agarramos unos pulpos, justo los más grandes desde que estábamos ahí y celebramos, nunca perdimos el buen ánimo”, dijo Freddy, quien acotó que “teníamos fe de que iba a pasar un barco y nos iba a rescatar, yo casi no dormí”.
Cuando quisieron comunicarse con la nave nodriza, el radio no valía, ya que se había mojado.
El GPS, que toda embarcación debe tener, no estaba operativo porque se le habían acabado las baterías. “Con las otras dos lanchas empezamos a buscarlos y no los encontramos, dimos aviso al capitán y pasamos algunos días buscándolos y nada. Estuvimos más de 10 días buscándolos. Entramos el lunes sin saber nada de mi hijo. A las pocas horas de estar aquí, al mediodía, llegó el fax con la noticia de que los habían encontrado”, destacó Freddy Triviño, padre.
La alegría de Triviño la compartía la esposa de Quijije, Karen, quien indicó que ahora que su esposo no saldrá de pesca estará más tranquila. “Por fin mis hijos comen tranquilos. Ver a mi esposo es el milagro más grande”, manifestó.
Jorge Rodríguez, representante legal del armador del barco, destacó el trabajo en conjunto realizado con las autoridades marítimas para dar con el paradero de los pescadores mantenses.
“Socializamos con todas las embarcaciones que estaban en la zona y el barco pesquero Aurora B rescató a estas personas. Se realizó un trabajo eficiente y con resultados óptimos”, destacó Freddy Pavón, jefe de operaciones de la Capitanía del Puerto de Manta. (I)