En Jama se aprendió a estar alertas y ser más solidarios
Luis Esmeralda Bazurto es conductor de tricimoto, está casado y tiene una hija de 7 años. El hombre de 31 años relata sus vivencias a partir del terremoto de 2016:
“Aquella noche llegué a mi casa para merendar con mi familia. Cuando terminé de merendar, me acosté para ver los deportes. Jugaba mi equipo, el Barcelona, cuando me doy cuenta de que no había señal.
Estaba justamente acostado cuando sentimos el temblor y las paredes comenzaron a moverse muy duro. Alcancé a coger a mi hija y mi esposa y me lancé por la ventana. Mi casa era baja.
Ya en la calle vimos cómo las casas se venían abajo, la gente gritaba y, entre tanta desesperación, decidimos correr hacia el cerro.
En una moto pudimos llegar a la loma. Seguían las réplicas; no sabíamos nada del resto de nuestras familias aquí y en la vía a El Matal.
Gracias a Dios, salimos de la loma al otro día. Encontramos a la familia. Estaban bien, aunque golpeados. No perdí a nadie, pero muchos de mis amigos sí.
Toda mi casa se cayó y me quedé sin nada. Por intermedio de una tía que vive en Quito, pude construir una casita de planchas de madera porque lamentablemente no tengo el dinero para volver a levantar la casa de cemento que tenía antes.
Para sacar adelante a mi familia, trabajo todos los días en mi tricimoto. Mi esposa, con mi apoyo, está estudiando para ver si podemos aspirar a algo mejor.
Yo valoro mucho tener otra oportunidad. Cuando recién pasó lo del terremoto quedamos, como quien dice, botados. Aquí la ayuda demoró en llegar y no todos han podido superar aquel desastre. Como se puede ver, todavía hay personas viviendo en carpas.
Ya no es lo mismo. Aún es difícil conseguir trabajo y la gente espera a los barcos por algún empleo, aunque sea por un rato. Pero, definitivamente, cambiamos. Nos volvimos más solidarios y unidos y con el esfuerzo diario buscamos salir adelante.
No olvidamos ese día. Mi hija tenía cuatro años, pero lo recuerda muy bien. Supe que hubo un temblor recientemente; uno que ocurrió a las dos de la madrugada. Yo no lo sentí, pero mi pequeña sí y ella se asusta mucho con cada temblor y réplica que se siente acá.
Otra cosa que cambió es que ahora vivimos más preparados, más alertas, por si vuelve a pasar otro terremoto. Antes de ese día, nadie sabía qué hacer, pero ahora ya estamos mejor capacitados. Sí... fue muy triste levantarnos y ver todo destruido y tanta muerte... Pero creo que al levantarnos descubrimos realmente de qué estamos hechos”. (I)