Violencia de género, un mal latente en Cotopaxi
Sentada en la fría banca de un parque, ‘Pholeth’ (nombre protegido), de 17 años, relató la ocasión en que dos jóvenes en estado etílico quisieron obligarla a tener relaciones sexuales. Según ‘Poleth’, “gracias a Dios se salvó”.
De ese hecho han pasado dos años, pero la muchacha jamás levantó una denuncia. La adolescente proviene de un hogar de clase media baja funcional, aunque no mantiene una buena relación con sus padres. Dijo que por eso decidió callar el acontecimiento y lo ha enfrentado sola hasta el momento.
Varios casos similares al de ‘Pholeth’ se registran en la provincia, aunque con finales diferentes. Por ejemplo, una adolescente que desapareció el 12 de febrero en el barrio
La Argentina, de Salcedo, fue hallada muerta con signos de ultraje físico y sexual. Su cuerpo se encontraba dentro de dos costales de yute.
Días después se capturó en la misma ciudad a Mario C, un presunto violador, y a su supuesto cómplice, quienes fueron acusados de agresiones sexuales contra menores de edad. Al momento, las autoridades investigan el caso.
Ese es parte del panorama que se vive en la provincia que ha sido ubicada como la cuarta en niveles de violencia de género en el país, según datos del Departamento de Seguridad Ciudadana.
En la Comisaría Nacional de Latacunga se registra un elevado número de casos de violencia contra las mujeres. Del 100% de las denuncias, se ha resuelto el 70%.
De acuerdo con datos de la dependencia, diciembre y febrero son los meses en los que se registran más denuncias de violencia de género, siendo las principales causas de conductas agresivas masculinas los celos y el consumo de alcohol.
“Cotopaxi no es la única provincia en la que el alcoholismo provoca maltrato físico, psicológico y sexual contra las mujeres. Pero en todos los casos parece que las personas olvidan que el alcohol es una droga; legal, pero droga y que causa estragos en los individuos, quienes llegan a desinhibirse totalmente y finalmente pierden el control” , dijo la socióloga Mary Guijarro.
Elena Pérez, Fiscal de Cotopaxi, dijo que seis de cada 10 mujeres han sido violentadas, y al menos un 76% ha recibido violencia física y psicológica por parte de su pareja.
En tanto que según los registros del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en la zona rural las cifras marcan un 58,7% de mujeres afectadas por maltrato, y en la urbana, un 61,4%.
“El decirles frases que cuestionen su apariencia física o su personalidad constituye ya un grado de violencia psicológica que puede acabar con la autoestima de mujeres volubles. Es una cuestión grave que si se la analiza, tiene vinculación con intentos de suicidio y suicidio consumado de mujeres”, afirmó la socióloga.
En tanto, la Fiscal aseveró que en lo que va de 2013, se han registrado 390 denuncias escritas y 300 verbales de violencia doméstica.
“Hay que tomar en cuenta que las cifras que manejan las autoridades no siempre son reales debido a que muchas mujeres, por miedo, vergüenza u otros factores, no denuncian y prefieren callar, convirtiéndose en presa fácil de sus verdugos”, afirmó Guijarro.
La profesional añadió que la violencia intrafamiliar no solo afecta a la víctima, sino a su entorno. “Si la mujer tiene hijos, ellos están expuestos a los maltratos que sufre su madre, produciendo en ellos sufrimiento e impotencia al no poder ayudarla”.
Guijarro indicó también que las agresiones suelen escalar el nivel de violencia hasta desembocar incluso en un feminicidio, la máxima expresión de violencia de género, que acaba con la vida de una persona por el simple hecho de ser mujer.
Este proceso se inicia por la noción de que una mujer es culpable de forma intrínseca y, por lo tanto, merece ser castigada por expresar su sexualidad. Este pensamiento está enraizado en muchas culturas y en América Latina y Ecuador desemboca en discriminación y violencia hacia la población femenina.
La violencia de género es un problema histórico en el Ecuador. Por eso, desde 2007 se viene ejecutando un plan interinstitucional para acabar con ese tipo de prácticas que se producen, principalmente, contra mujeres, aunque ahota tienen también como su blanco a miembros de la comunidad GLBTI.