La caída de ceniza afecta a los agricultores y productores de leche de la zona
Un sistema de alarma en Loreto y El Pedregal
El proceso eruptivo del volcán Cotopaxi ha generado 2 escenarios naturales en las poblaciones que se encuentran en sus cercanías. Mientras en el caso del cantón Mejía (Pichincha) y sus parroquias, al lado occidental, una capa gris cubre a personas, sembríos, casas, bosques y animales, en el lado oriental, el verde natural del sitio se mantiene; existe una mínima cantidad de polvo, las vacas pastan tranquilamente y el agua de las acequias y ríos mantiene su transparencia.
Esta población se encuentra a menos de 40 minutos del coloso, que desde agosto expulsa ceniza. Mejía se caracteriza por ser una zona especializada en la agricultura y la ganadería.
Según datos del Municipio, en este sitio hay aproximadamente 90 mil cabezas de ganado. Con la alerta amarilla, decretada el 14 de agosto, el Cabildo ha tomado varias medidas para proteger tanto a la población como al sector industrial.
Una de las áreas más golpeadas por la expulsión de ceniza es El Chaupi, poblado que alberga a más de mil familias. La comunidad está a menos de 10 minutos de la cabecera cantonal (Machachi).
Allí, la mayoría de familias se dedica al cultivo de papas, habas y alverjas, así como a la producción de leche.
José Pumacuro es ganadero. Cuenta, preocupado, que este año hizo un préstamo en una cooperativa de ahorro y crédito por más de $ 5 mil para comprar 6 cabezas de ganado. Comentó que antes del fenómeno natural, vendía semanalmente $ 600 (60 litros) de leche y que ahora, debido a la falta de pasto apto para el consumo de los animales, no logra reunir ni la mitad de esa cantidad.
“Tuve que vender mis vaquitas; me quedé solo con 2. La hierba contaminada por la ceniza provoca escasez de leche; ahora vendo cada semana aproximadamente $ 90 (15 litros)”, explicó.
De igual manera, Pedro Huancanzhal solicitó un crédito para mejorar la producción de habas en su terreno, pero la ceniza destruyó la mayor parte de los cultivos. Cuando narra su situación, le aparecen lágrimas.
“No sé cómo voy a pagar el dinero, pues cada mes tenía que cancelar alrededor de $ 480; no tengo ese monto. Mi esperanza eran los cultivos que ya estaban en flor, pero la ceniza quemó las plantas”, dijo.
Una nube gris cubre prácticamente a diario a El Chaupi. A esto le atribuyen los moradores que tienen la piel seca, los ojos irritados y problemas respiratorios. A pesar de la situación, José Peralta (81) se levanta a las 05:00. Antes de salir al campo, todos los días toma un agua de cedrón endulzada con panela, cierra la puerta de su casa y se va a trabajar.
Del galpón saca a sus caballos. Amarra a los costados de los animales cuerdas con ramas de eucalipto y empieza a barrer la ceniza que se acumula en las hierbas. De esa manera logra que sus vacas y ovejas se alimenten.
“Vivo solo; mi esposa murió hace 5 meses y mi única familia son los animalitos. No logro limpiar todo el campo, por eso voy hasta el sector de Pucará a traer comida; además, en ese sitio sembré 60 hectáreas (ha) de papas. Por la ceniza he perdido un poco más de la mitad de la producción”, dijo.
Ramiro Barrios, alcalde de Mejía, indicó que el sector agrícola y ganadero está siendo atendido y que a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) se ha dotado de 230 toneladas de alimento a las reses.
Por otra parte, unas 84 cabezas de ganado fueron trasladadas a haciendas privadas, de las mil que se encuentran en riesgo, solo en el sector de El Pedregal.
Barrios mencionó que el Municipio está solicitando al Gobierno Nacional nuevas líneas de crédito, moratoria de las deudas de pequeños productores afectados por la ceniza y la regulación de los precios en los alimentos.
Por otra parte, los moradores de El Chaupi tienen otra preocupación que es la seguridad de los niños y adolescentes que asisten a clases, pues la escuela Luz Emilia Saá, no tendría condiciones seguras para darles asistencia.
Ante este problema, el Municipio de Mejía entrega, diariamente, a los 180 niños, alimentos y mascarillas. Además, arregló los techos y el tanque de suministro de agua.
Representantes del Ministerio de Educación no prevén el traslado de los niños a escuelas de Rumiñahui, pero sí recomendaron a los maestros que mantengan a los pequeños dentro de las aulas en la hora de recreo.
La cabecera cantonal es otro punto que también se encuentra cubierto por ceniza. Un fuerte olor a azufre está en el ambiente. En solo 5 minutos, se puede sentir ardor en los ojos y la piel. Asimismo, la garganta y los labios se resecan.
Es usual observar a la comunidad utilizando mascarillas y bufandas. Las puertas de los negocios están cubiertas con plásticos para evitar que el material volcánico ingrese.
A pesar de ello, las actividades comerciales no se han detenido en esa ciudad. No obstante, comenta Barrios, el sector comercial sí está afectado, aunque aún no existe una evaluación oficial. Las cifras son analizadas por diferentes secretarías de Estado.
El Cabildo de Rumiñahui, a raíz de la alerta amarilla, ha llevado a cabo varias acciones, incluso antes del proceso eruptivo ya tenía un plan de contingencia.
La primera medida que tomó fue implementar las mesas de trabajo del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal.
Del mismo modo, se declaró en estado de emergencia al cantón, lo que permite utilizar recursos del cabildo para responder a acciones de peligro. Durante los primeros 15 días de la alerta amarilla, brigadas de seguridad del Municipio realizaron campañas puerta a puerta en las 8 parroquias del cantón, especialmente en Machachi, El Chaupi y El Pedregal. Hasta el momento se han entregado a la comunidad 20 mil mascarillas.
En la zona de mayor riesgo, comprendida por Loreto y Santa Ana del Pedregal, se efectuaron capacitaciones, simulacros y se entregaron los kits de emergencia (mascarillas, gafas y bufandas).
De igual manera, se han preparado a 1.200 maestros de 79 unidades educativas con el fin de prevenir e instaurar sistemas de evacuación; se calcula que en el cantón estudian 15 mil niños y jóvenes.
El colegio Machachi es uno de los puntos seguros. En varias aulas se han colocado camas; otros espacios sirven como bodegas, en las cuales se guardan alimentos no perecibles.
Barrios aseguró que la obra pública no se ha detenido a pesar de la emergencia, que el cronograma de obras sigue su curso e incluso se está avanzando con el mejoramiento vial en el cantón: se continúa con los procesos de adoquinado y asfalto. Además, se construye una fábrica de adoquines.
“Somos el primer cantón que cuenta con comunicación de última tecnología para alertar a la gente sobre una emergencia”, dijo.
“Se está instalando el sistema de alerta temprana con cámaras térmicas (para detectar riesgos) y sirenas, también compramos radios. Hicimos una inversión de aproximadamente $ 90 mil. El ECU-911 nos pone una diferencia para completar este sistema en el sector de Loreto y El Pedregal, que son las zonas de riesgo (de lahares). El resto del cantón se ve solo afectado por la caída de ceniza”, indicó el burgomaestre.
El Municipio de Latacunga (Cotopaxi) se halla en el proceso de adquisición de un sistema similar. En tanto, el Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional informó ayer que el volcán mantenía una actividad interna alta y exterior moderada, con emisión de ceniza. (I)
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