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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Tras 138 años de calma, el Cotopaxi despertó y afectó a 4 provincias

El volcán Cotopaxi es la segunda elevación más alta del Ecuador. Con una altitud de 5.897 metros sobre el nivel del mar, es únicamente superada por la cumbre del Chimborazo, montaña de 6.268 metros.
El volcán Cotopaxi es la segunda elevación más alta del Ecuador. Con una altitud de 5.897 metros sobre el nivel del mar, es únicamente superada por la cumbre del Chimborazo, montaña de 6.268 metros.
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“Nunca esperé ver al Cotopaxi ‘despertar’ de su  sueño centenario y expulsar cenizas. Esa imagen solo la concebía en las historias que mi bisabuelo nos contaba a mí y a mis primos, sobre la gran erupción de 1877”, dijo Norma Salinas, latacungueña de 60 años.

En esta frase la mujer expresa su asombro por el reciente comportamiento de la segunda elevación más alta de Ecuador, cuyo cráter alcanza los 5.897 metros sobre el nivel del mar, y que se encuentra entre la provincia del mismo nombre y la de Pichincha.

Salinas, al igual que el resto de habitantes de Mulaló, parroquia rural del cantón Latacunga, sigue desconcertada pues hasta antes del 14 de agosto de 2015, fecha de la última reactivación del Cotopaxi, esta montaña era una de las más apacibles del Ecuador.

Tras 138 años de calma hace 4 meses el ‘taita Cotopaxi’, como se ha denominado por generaciones a este monte activo, ‘despertó’ y modificó de forma significativa la vida, cultivos y manera  de criar al ganado, en varios sectores de Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua y Tena.

Este hecho no solo obligó a activar las alarmas por parte de entidades de socorro, como la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR), el ECU911, el Cuerpo de Bomberos, la Policía Nacional y otras, sino a establecer la alerta amarilla en zonas aledañas, como Machachi, Lasso y Mulaló, y a decretar el Estado de Excepción por  2 meses con el fin de asegurar una correcta y oportuna gestión y atención de la emergencia.

Este recurso constitucional permite canalizar todos los fondos públicos destinados a otros fines, para enfrentar este fenómeno natural, excepto los destinados a salud y educación.

Si bien tanto en la geografía como en las crónicas de Mulaló, uno de los sectores más afectados por la reactivación del coloso, existen indicios de la gran erupción de hace más de 100 años, la reactivación del Cotopaxi sorprendió y llenó de temor a los agricultores, ganaderos y avicultores que residen en la parte baja de la montaña.

Los ancianos de esta extensa y productiva localidad cotopaxense, recuerdan las historias que escucharon de sus antepasados, detallando la erupción de 1877.

“Mi abuelo me contaba que el cielo se oscureció por una semana en toda la región debido a la acumulación de ceniza y gases en la atmósfera. Con lágrimas en los ojos, el anciano detallaba la terrible escena en la que gigantescas rocas, que por cientos de años estuvieron endurecidas en el cráter, fueron expulsadas con fuerza y llegaron hasta puntos distantes, demostrando la fuerza y a la vez el peligro que rodeaban al volcán”, dijo Francisco Barrionuevo, adulto mayor de Mulaló. Según el documento histórico Miscelánea: Unidad Documental del Archivo de la Nación Colombia, en aquella ocasión se produjo una fase eruptiva lo suficientemente fuerte como para formar flujos piroclásticos.  

El volcán habría derramado lava durante un intervalo de tiempo de 25 minutos, por al menos 4 días, arrojando además rocas de gran tamaño que llegaron hasta el Valle de Los Chillos, en Quito, y Mulaló.

En este último punto reposa la piedra conocida como la “Chilintosa”, una de las rocas gigantes que se formó con los materiales expulsados por el ‘taita Cotopaxi’ en 1877.

Además de este episodio, se habla también de una erupción en 1757 y un ligerísimo despertar del Cotopaxi en 1942, siendo en las 3 ocasiones la agricultura y ganadería las actividades económicas más afectadas por la caída de ceniza, sismos y expulsión de lava.

En las últimas 2 décadas, el incremento de la actividad interna del Cotopaxi se registra desde 2003; siendo el 14 de agosto del presente año el momento de la más grande reactivación del coloso. Desde la fecha, miles de cultivos, ganado y viviendas fueron afectados por una fuerte caída de polvo volcánico que se acentuó desde la madrugada de aquel día, tomando desprevenidos a miles de agricultores que nunca habían enfrentado una emergencia similar.

Fue el caso de los comuneros de Mulaló, donde la gestión de riesgos hasta ese entonces era una materia totalmente desconocida.

“Hasta mediados de este año, los únicos fenómenos naturales que afectaban nuestras siembras eran los torrenciales aguaceros de junio, heladas e incendios.

Habíamos visto las devastadoras consecuencias de una erupción volcánica solo por televisión en cantones de la vecina provincia de Tungurahua, donde el volcán del mismo nombre obligaba a evacuar a miles de familias”, dijo Mario Rocha, presidente de la Junta Parroquial de Mulaló. Tres días después de iniciada la emergencia líderes barriales y representantes de la SGR, instalaron el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de forma permanente.

Esto porque Mulaló es una de las zonas más cercanas al Cotopaxi. Según estimaciones de los vulcanólogos, en caso de descenso de lahares la avalancha alcanzaría diversos barrios de esta parroquia en menos de 5 minutos.

Pese a que en la actualidad el coloso mantiene una actividad interna y superficial moderada, los ‘vecinos del volcán’, como se suele llamar a los moradores de zonas aledañas, han avanzado mucho en temas de gestión de riesgos.

Líderes barriales mantienen reuniones semanales con técnicos de la SGR para evaluar la situación y actualizar información sobre el comportamiento del macizo y planificar acciones de prevención, como el trazado y reconocimiento de rutas de movilización, simulacros de evacuación y preparación de kits de emergencia. (I)

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