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Los artesanos se quejan de los productos chinos que dañan sus negocios

Tisaleo gana renombre nacional por el trabajo de sus emprendedores

Wilson Labre es un ebanista dedicado a la fabricación artesanal de guitarras de juguete en el barrio Centro.
Wilson Labre es un ebanista dedicado a la fabricación artesanal de guitarras de juguete en el barrio Centro.
Foto: Roberto Chávez / EL TELÉGRAFO
18 de marzo de 2017 - 00:00 - José Miguel Castillo

Ambato.-

Una ruta agroecológica y artesanal se apuntala en el cantón Tisaleo, en Tungurahua. Los talleres de guitarras, los sembríos de flores ornamentales y la gastronomía tradicional han ayudado a visibilizar los emprendimientos de decenas de tisaleños en la última década.

A pesar de que los años dorados de los instrumentos de cuerda finalizaron hace 2 décadas en esta zona en la que predominan las faenas agrícolas y ganaderas, en una docena de pequeños talleres familiares diseminados por la campiña todavía se conserva este oficio que, con el nuevo siglo, entró en decadencia por falta de compradores y la desventaja frente a los bajos precios de los artículos musicales que provienen del exterior. Aun así los negocios siguen abiertos a los turistas que llegan de diversas provincias.

Los que siguen a pesar de todo

Una senda de tierra que atraviesa sembríos de papas y maíz conduce a una casa de campo pequeña y desvencijada. Es el barrio El Paraíso y la factoría, de unos 3 por 2 metros, es un poco oscura, las máquinas guardan un orden que solo entiende su propietario.

Allí trabaja Aníbal Yugcha Machado. Tiene 48 años y empezó con esta labor a los 15 bajo la dirección de su padrino, Néstor Labre. “Abandoné los estudios por aprender un oficio. Con el tiempo abrí este taller en el que he trabajado 27 años. A la semana hago 12 guitarras que vendo en Ambato y Quito a un costo promedio de $ 45”.

La madera que utiliza es el copal, un árbol tropical de la familia del algarrobo, muy apreciado en la ebanistería de la región. “Es una jornada laboriosa que requiere mucho tiempo y paciencia para pegar las diversas partes. Usamos lacas y selladores para que se emporen las piezas y adquieran el brillo y el color característicos.

Lamentablemente las guitarras chinas nos dañaron el mercado con un precio bajo, pero que no tienen arreglo”, aseguró Yugcha.

En el barrio Centro, en cambio, Wilson Labre se decidió por una línea de trabajo más rentable: las guitarras de juguete. Su área de trabajo está al fondo de un garaje cuyo frente da a una vía asfaltada de doble carril.

“Mi papá era ebanista y él nos legó su pasión. Mis 3 hermanos y yo seguimos con su legado. Los artistas Héctor Jaramillo y Noé Morales han entonado con nuestras obras. Yo me dedico ahora a elaborar las guitarras de juguete que se utilizan en procesiones, desfiles y como regalos”, aseguró Labre, quien usualmente utiliza un mandil azul.

Estos pequeños instrumentos se hacen con madera de pino y eucalipto. “Lo más complicado es conseguir un buen secado. Lijamos por dentro para conseguir una buena caja de resonancia. Las extranjeras son muy bonitas, pero no dan sonido acústico y perfecto. El armado de las piezas debe ser exacto tanto para los brazos como para los trastes, cejillas, puentes y costados”.

Estas mercancías se venden en casi todo el país, especialmente en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra y otras urbes importantes.

La fritada y las flores

El cuy asado, el ají de cuy, el runaucho o mazamorra de arveja con carne, las fritadas, los caldos de gallina, el conejo con arroz, el cariucho (las habas, los mellocos, la papa chaucha y el queso), entre otros, son parte de una tradicional forma de cocinar lo que se produce en el cantón Tisaleo.

Los fines de semana arriban decenas de turistas a esta ciudad situada a 20 minutos de Ambato, en la vía a Riobamba. Uno de esos sitios es el restaurante Casa del Sol. “Este negocio funciona en una vieja casona situada cerca del edificio del Municipio. Esta vivienda alojó al general Eloy Alfaro cuando estuvo por aquí pidiendo el apoyo tisaleño para avanzar con el ferrocarril”, explicó Víctor Hugo Navas, propietario.

Al otro lado de este sitio en el sector de Alobamba, a un costado de la Panamericana Sur, se levanta el negocio denominado fritadas Mamá Fanny. “Empezamos en 1980 con este oficio. Segundo Fiallos nos ayudaba a preparar y despostar los cerdos y cuando murió él continuamos en familia. La sazón surgió conforme avanzamos. En la actualidad ofrecemos fritada, mote con chicharrón y caldos de patas y de gallina”, contó Fanny Carrera, propietaria.

Otro atractivo tisaleño es la granja agroecológica San Martín, situada en la parroquia Quinchicoto. “La gente nos visita por nuestros jardines ornamentales y los criaderos de cuyes, conejos, gallinas, ovejas, chivos y truchas”, dijo su dueño, Patricio Sánchez. (I)

Fanny Carrera y su familia atienden personalmente en el negocio denominado fritadas Mama Fanny, en la Panamericana Sur, sector de Alobamba. Foto: Roberto Chávez / EL TELÉGRAFO

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