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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Artesanos de diferentes ramas destacan la pujanza de los habitantes de la capital tungurahuense, que está de fiesta el jueves

Ni el terremoto detuvo a los emprendedores

Fausto López, de 75 años, es un claro ejemplo del esfuerzo y el ahínco de los emprendedores locales. En su taller laboran quince personas. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
Fausto López, de 75 años, es un claro ejemplo del esfuerzo y el ahínco de los emprendedores locales. En su taller laboran quince personas. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
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Ambato, ‘Tierra de los Tres Juanes’,  de las flores, de las frutas y del pan, además de ser una de las ciudades más ordenadas y menos contaminadas del Ecuador, es cuna de gente emprendedora.       

Sus habitantes se destacan en la región desde hace décadas por especializarse en zapatería, la reparación de relojes y en la elaboración de pan y chocolate.

A más de ser profesiones tradicionales y familiares, estas han dado trabajo a muchos tungurahuenses e incluso a gente de provincias vecinas.  

A dos días de cumplirse 195 años de emancipación política de la urbe, EL TELÉGRAFO recogió los testimonios de 4 personas involucradas en estas actividades.    

Tras el fatídico terremoto del 5 de agosto de 1949, pocos negocios quedaron en pie en la urbe.

El fuerte remezón no solo tiró al suelo las paredes de la mayoría de casas e industrias, sino que también minó las esperanzas de muchos ambateños. No así la del hogar de Fausto López, quien a los 5 años aprendió la elaboración de pan.

Tenía apenas 10 años cuando el temblor derribó su hogar. “Allí vivía con mis padres y 3 hermanos. Las paredes cayeron sobre los hornos, lo que significó la pérdida total del  taller de panificación”, dijo.

Con una fuerte convicción de superación, Carlos, su padre, decidió reconstruir la casa, ubicada en el barrio Pinllo, localidad que da nombre a una variedad de pan, con la ayuda de sus hermanos. “Si el terremoto, en el que murieron más de 5 mil personas, no detuvo el progreso de los ambateños, no lo detiene nada”, enfatizó.         

El horno reconstruido, que en agosto de este año cumplió 66 años de incesante uso, sirve para la elaboración de pinllos, tapados, redondos, roscas, palanquetas y otras variedades de pan.

Allí trabajan 25 personas, entre allegados, vecinos y amigos de la familia López.

Una historia similar tiene Judith Velasteguí, más conocida como doña Judith, de 78 años. Ella es famosa en la capital tungurahuense por ser la pionera en la fabricación del tradicional chocolate ambateño.

Su empresa, Chocolates Judith, fue creada por sus abuelos en 1903. Tras 112 años de existencia, aún da trabajo a varias personas. “Lo más reconfortante en mi negocio es dar empleo. Muchas familias han subsistido gracias a la fábrica y a la comercialización del producto en el mercado central”, precisó.

Sus 8 hijos la ayudan a diario y llevan con orgullo y cariño el ejemplo de pujanza de su madre. “Hace 20 años el negocio sufrió un desplome, por la subida del precio del cacao. Lejos de terminar con la actividad, mi mamá mantuvo la calidad del chocolate y tenemos hoy en día una industria fuerte”, manifiesta Fanny, hija de Judith.

En la actualidad esta empresa es la más grande en la región, y una de las más importantes en la elaboración de chocolate del país.

Zapatería y relojería            

Para Pedro Salinas, zapatero de 83 años, una característica adicional que caracteriza al ambateño es su capacidad para adaptarse a los cambios. “A mediados de los años 50 hubo un desplome de la actividad agraria. Mientras en otras partes del país la gente decidía migrar a la capital, Guayaquil u otras naciones, el ambateño aprendió actividades nuevas y no abandonó su tierra”, explicó.  

Es así como nació la afición por la zapatería, labor que también destacó a la ciudad en el país. De igual forma ocurrió con la relojería.

“Los ahorros de los años de bonanza agrícola sirvieron para formarse en profesiones como el arreglo de relojes, una actividad que hasta los años 80 fue muy rentable”, señaló Roberto Quinga, relojero ambateño de 78 años.

Estos 4 emprendedores, todos adultos mayores, celebrarán el jueves junto a sus familias un nuevo aniversario de independencia y la oportunidad de seguir aportando positivamente a su ciudad. (I)  

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