Técnicas ancestrales cautivan a los niños de Cacha
Quieren más clases así. Los menores de entre 5 y 12 años se entusiasman cada vez que aprenden cómo hacer arte con sus manos, con un poco de barro; hilos, lana, paja o harina.
Por ese motivo, en el Centro Educativo Comunitario Intercultural Bilingüe Fernando Daquilema, ubicado en la parroquia Cacha, de Riobamba (Chimborazo), el horario de clases incluye tres días a la semana clases sobre técnicas ancestrales.
Los menores han puesto en práctica todas sus habilidades en la confección de objetos artísticos que, incluso, son comercializados en ferias y casas abiertas dentro de la escuela, o en el centro de Riobamba.
Niños entre cinco y 12 años utilizan diversas técnicas ancestrales; ellos se dedican por completo al aprendizaje de la elaboración de vasijas de barro.
Así aprenden a ser productivos y separan un fondo para la unidad educativa y otra para los menores artistas, quienes operan en sus laboratorios escolares, muy similares a una casa artística en donde se exhiben los productos finales.
Uno de ellos es un bolígrafo con diseño autóctono y fino acabado, cubierto con tres tipos de hilo color negro, dorado y café con el nombre del país tejido en el centro: “Ecuador” junto con un corazón. Su valor: $ 1.
Luis Guisado, líder institucional encargado de este centro educativo público creado en 1976, señaló que este emprendimiento se realiza hace cuatro años.
Allí se fortalece la unidad entre niños, padres y docentes para trabajar en el proyecto de cerámica, textil y panadería con técnicas ancestrales. Los estudiantes a más de adquirir conocimiento, promueven el desarrollo cultural y económico, dice.
Hace dos años, la institución firmó un convenio con la Carrera de Arte de la Universidad Nacional de Chimborazo para su aporte con el estudio de arcillas y elaboración de objetos antiguos.
Guisado comenta que a través de estas enseñanzas se trata de rescatar material ancestral como: vasijas, figuras, prendas típicas de nuestros indígenas y la fabricación del pan de leña. “Nuestro objetivo es rescatar los valores culturales de la comunidad y que nuestros niños aprendan a diseñar para que en el futuro puedan tener un medio de trabajo”, manifiesta.
Esta iniciativa benefició a estudiantes que ya culminaron su primaria porque la mayoría no puede seguir sus estudios, detalló Guisado. Este impulso ha generado turismo en el sector e ingresos económicos a la escuela y a los pequeños que se apasionan por este oficio, recalca.
Los maestros y estudiantes utilizan hornos y otras herramientas con las que fabrican las artesanías que luego sacan a la venta para recaudar fondos.
Lenín Garcés Viteri, historiador de la Universidad Nacional de Chimborazo, indicó que el Centro Daquilema es la única institución de la parroquia que cuenta con estos talleres de formación, que trabaja concienciando en el rescate de prácticas, costumbres, tradiciones ancestrales dirigidas a jóvenes y niños en técnicas textiles, de cerámica y panadería y así están aptos para laborar.
Para Garcés es innegable que la tecnología y los altos costos de producción han relegado las producciones ancestrales, esto ha provocado que muchas personas no lo practiquen.
El historiador recomienda a los restaurantes de Riobamba que sean creativos e innovadores, decorando su espacio con piezas patrimoniales para que la gente se identifique con sus raíces. “En ningún lugar he visto una iniciativa que abarque características ancestrales”.
Paulo Herrera, director de la carrera de la Pedagogía de las Artes de la (Unach), sostiene que falta fomentar la identidad entre los ecuatorianos.
“La pérdida de tradiciones de los conocimientos ancestrales se da por el aspecto globalizante y la migración. Es importante que nuestros niños y jóvenes mantengan las tradiciones, ya sea por aspectos culturales, gastronómicos o económicos para que conozcan cómo fue este proceso de humanización”, comenta.
Pero también es importante que no solo se vea como un aspecto folclórico o de turismo cultural, sino desde el punto de vista de reconocer el valor socioeconómico e histórico de las técnicas ancestrales.
En el centro se hacen figuras religiosas y coloniales. El historiador Lenín Garcés dice que las piezas ancestrales son las más solicitadas por los clientes.
“Nos comunicábamos de esa manera que es lo nuestro por eso tenemos que valorarlo, respetarlo e impulsarlo para que no se pierda”, enfatizó.
Diana Naranjo, exalumna del centro intercultural, está agradecida con la institución por haber brindado sus conocimientos, para dedicarse a la confección de ropa en el centro de Riobamba.
“Espero que mi escuela donde aprendí a leer, escribir y coser siga adelante con el impulso de sus docentes, estudiantes y la comunidad en general”, puntualizó. (I)