El 25 de julio del año 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió una sentencia por la cual el Estado ecuatoriano debía disculparse y recompensar al pueblo Sarayaku por un proyecto de prospección petrolera, producto del cual quedó sepultado material explosivo (pentolita) en territorio de esa nacionalidad

Y al cumplirse un año de dicha sentencia, se efectuaron varios eventos conmemorativos; algunos de ellos se desarrollaron en  Quito, otros en  Puyo y algunos más en la comunidad Sarayaku.

Uno de los actos realizados en la capital fue una rueda de prensa de los dirigentes indígenas, en la que   Mario Melo, abogado de la comunidad, indicó que a pesar del tiempo transcurrido, parte de los explosivos colocados en 2002 aún permanecen en la zona.

También reclamó que los representantes del Estado aún no hayan asumido públicamente la responsabilidad por los hechos, como dictaminó la CIDH. Sobre la reparación económica de 1300.000 dólares, indicó que la comunidad espera que les sea entregada en los próximos días tal y como el Gobierno ha anunciado y que invertirán los recursos en una propuesta de economía sustentable.

Mientras que en Pastaza, en el auditorio de la Casa de la Cultura Núcleo de Pastaza, la noche del 23 de julio se presentó la exposición fotográfica “La Amazonía que nos Queda: Verde y Negro En-Contraste” y la proyección de videos relacionados a la actividad petrolera.

En la muestra se reflejan los contrastes de la región Amazónica: de un lado se aprecia la biodiversidad de un bosque tropical en excelente estado de conservación y por otro lado, el norte de la Amazonía que, aunque conserva pequeños rasgos de lo que fue su pasada exuberancia, sufre los terribles impactos socioambientales causados por más de 40 años de explotación petrolera.

La obra está compuesta por el trabajo de 11 fotógrafos de Estados Unidos, Ecuador, Perú, Bélgica y Alemania y anteriormente fue exhibida en Quito (Museo Mindalae), Cuenca (Casa de los Arcos) y Guayaquil (hostal boutique El Manso).

A más de la exhibición fotográfica, los asistentes vivieron un ambiente de cine, música y pudieron degustar la famosa chicha de yuca original de la Amazonía, que fue ofrecida por las mujeres shuar.