Allí conviven, en total armonía, las nacionalidades: Kichwa, Sápara, Waorani, Shiwiar, Achuar, Andoa y Shuar
Pastaza, jardín de diversidad, cultura y vida
Neus Pitarch, una turista catalana de 25 años, espera en la terminal de la ciudad de Baños un autobús que la lleve a Puyo, capital de la provincia de Pastaza. Con evidente curiosidad y maleta en mano, la extranjera pregunta a un par de chicos que la acompañan en la fila del andén de embarque, aspectos básicos sobre esta ciudad de la Amazonía.
¿Hay tribus indígenas allí?, ¿hace mucho calor?, ¿es peligrosa la selva? y ¿qué especies de animales existen? son algunas de las interrogantes que la joven plantea a los viajeros locales quienes, mientras verifican el número de asiento en sus boletos, despejan sus dudas con frases como las siguientes: “Es un lugar mágico, no en vano la llaman el ‘edén’ ecuatoriano” y “tu concepto de Ecuador cambiará tras visitar esta provincia”.
Tras subir a la unidad de transporte e instalarse en la última fila, Neus saca su smartphone, deja de lado su maleta, se coloca los audífonos, y mientras escucha una canción de Julieta Venegas, navega en Internet para verificar si lo que le acaban de contar es verdad.
A medio camino y después de leer un par de artículos de revistas internacionales en los que se habla de esta provincia, la joven española empieza a convencerse de que el tiempo y dinero invertido en venir desde Europa hasta este punto, no ha sido un desperdicio.
Antes de llegar a Mera, ciudad que da la bienvenida a los visitantes que llegan desde el norte, desde su ventana logra divisar un río enorme, rodeado de montañas que parecen haber sido ‘forradas’ con vegetación muy densa, diversa y de un verdor tan intenso que le hacen recordar su viaje a 3 años.
En ese momento, el ocaso entra en escena, y provoca en ella uno de los sentimientos más inexplicables para el ser humano: nostalgia. “Esta imagen parece salida de un sueño, sin duda es un déjà vu fascinante, una epifanía. Si esto es una pequeña muestra de cómo será el viaje, seguro al terminarlo podré escribir un libro, con todo lo visto”, piensa en sus adentros.
Al igual que Neus, cada año miles de turistas de diferentes rincones llegan a Pastaza con la finalidad de conocer un lugar exótico y practicar deportes extremos, sin saber que en su trayecto encontrarán algo más.
Paseo ecológico de Puyo
Puyo, cabecera cantonal del cantón Pastaza, posee fascinantes atractivos turísticos, naturales y artificiales. Cada fin de semana los visitantes quedan deslumbrados por la diversidad y belleza de sus valles, cascadas, senderos ecológicos, bosques húmedos, reservas faunísticas y balnearios, entre otros atractivos.
Uno de ellos es el Paseo Ecológico de Puyo, ubicado en el barrio Obrero. Con más de 2 kilómetros de caminerías, el paseo es un museo a cielo abierto en el que se puede admirar la fauna y flora típica de la zona, entre ellas las diferentes especies de orquídeas y bromelias.
Holguer Heinz, botánico alemán radicado en Pastaza, destaca la importancia de estas especies vegetales en ciudades muy pobladas. “Las orquídeas, además de ser una especie ornamental, cumplen una función purificadora en el aire. Estas flores eliminan el xileno, un contaminante presente en el ambiente debido a las emisiones de CO2 y producidas por electrodomésticos como secadoras de cabello, televisores, radios y laptops”, dijo.
Allí además los visitantes pueden refrescarse tomando un baño en las frías aguas del río Puyo, afluente que rodea el sendero. El lugar está abierto los 365 días, de 05:00 a 19:00. Otro de los lugares mágicos de Pastaza es el Zoocriadero de Fátima, ubicado a 9 kilómetros de la vía Puyo–Tena.
Allí se puede apreciar especies silvestres como boas, anacondas, tortugas de agua y tierra, caimanes, guacamayos, saínos o pecarí, capibaras y la danta o tapir americano. La mayoría de animales se halla en libertad y se adaptan muy bien a la convivencia con el hombre.
Caídas de agua
Un encanto adicional de Pastaza son sus cascadas. Una de las más impresionantes y grandes es la denominada Hola Vida. Se encuentra al interior de una reserva ecológica privada de 225 hectáreas, que da énfasis a la protección y la conservación del bosque tropical. La caída de agua es de 21 metros de altura.
“Además de flora y fauna muy diversas, allí conviven indígenas de la comunidad Cotococha, de origen Quichua, cuyos ritos ancestrales, basados en sus creencias animistas, costumbres y artesanías dan vida al lugar”, señaló Roberto Martínez, biólogo pastacense.
En los diques de Mera y Fátima, represas artificiales que sirven como piscinas, los visitantes pueden bañarse y jugar con sus hijos debido al bajo nivel del afluente y calmadas aguas.
Hogar de siete nacionalidades
Los 4 cantones de Pastaza además son el hogar de las nacionalidades Kichwa, Sápara, Waorani, Shiwiar, Achuar, Andoa y Shuar. Pese a tener diferentes culturas, idiomas, ideologías y costumbres, ellos han aprendido a convivir en paz.
Este es un aspecto que llama la atención de los turistas, por lo cual es indispensable la visita a por lo menos 2 de estas comunidades. (I)
DATOS
La Cueva de los Tayos, ubicada al norte de la provincia y a orillas del río Pastaza, ofrece a los turistas la posibilidad de pasear por las montañas Amazónicas.
El Parque Real Puyo, situado detrás de la iglesia del barrio La Merced, constituye un refugio para aves y un lugar privilegiado para su avistamiento. Allí conviven pavos, avestruces, faisanes, pericos y otras especies.
Los aficionados de rituales ancestrales de la Amazonía también tienen su espacio en esta provincia. Allí está la Ruta de los Shamanes, en la que se realizan efectivos tratamientos antiestrés con plantas medicinales.
Pese a estar en el centro de Puyo, el Museo Etno-Arqueológico de Pastaza no pierde su conexión con la selva, tribus y fauna propios de la provincia. Entre los objetos más notables que allí reposan están las vasijas funerarias hechas de barro amazónico, piezas de piedra y herramientas manuales usadas por los aborígenes del lugar así como pieles, dentaduras y huesos de especies autóctonas, como boas, tigrillos y dantas. Algunos de estos vestigios datan de hace 2.000 años antes de Cristo (a .C). (I)