Las autoridades contaban con una lista en la que constaba la cantidad con la que cada persona aportaría ‘voluntariamente’
Las contribuciones ciudadanas para una guerra con Perú, en 1828, causan polémica
En agosto de 1828 se recogían las contribuciones económicas porque sabíamos que nos preparábamos para una guerra con el Perú.
¿Por qué no aplicarían para que vengan las contribuciones de toda Colombia que era la dueña de la guerra? ¿En qué partes del Departamento del Sur se aplicaron las disposiciones de recolección de dinero? ¿Por qué tendrían que seguir los métodos que dijeron que se iban a terminar con la Colonia?
Los hechos históricos
“Perdonen señores, le interrumpió el Juez Manuel de Lana. Tengo que explicarles yo mismo que en el primer documento que tiene que ver con este enfoque, del 17 de agosto de 1828, se le indicaba al Regidor Comisionado lo siguiente:
Que los ciudadanos de Tisaleo clamaban en este juzgado por las asignaciones desconsideradas. Esto sin ningún conocimiento de su pobreza. En esa virtud faculté a don Mariano para que, acompañado del Alcalde Parroquial y tres vecinos honrados, procedieran a las asignaciones de quitar y poner, según lo tengan por conveniente.
Lo que yo quiero decir es que la cantidad establecida de 1.400 pesos que han correspondido a ese cantón de Hambato, es injusta y arbitraria, dijo el ciudadano Beltrán.
Se armó entonces un corrillo nada agradable para tan solemne situación. Solamente quiero leerles un ejemplo de estas arbitrariedades, para no cansarles, continuó, porque según la lista se habían fijado con anticipación las contribuciones que en ningún caso pueden decirse que son voluntarias. Y sacando un papel guardado en el ribete interno de su sombrero lo leyó:
Lista prefijada de las cantidades con las que han de contribuir los ciudadanos, algunos dan su anticipo: Fernando Flores, 6 ps. Gaspar González, 2 ps. Bruno Fiallos, 6 ps, dio 3. Antonio Naranjo, 1 ps, pagó.
José Manuel Yánez, 10 ps. Narcizo Naranjo, 8 ps. Lizardo Lalama, 1 peso pagó. Bernavé Lalama, 1 peso en Bodegas y muchos otros.
Esto bajo de la responsabilidad prevenida en el oficio del señor gobernador de la provincia, en la misma asignará 4 bagajes para el batallón que está acantonado en este y han de levantar el campo para la guerra del Perú. Ambato a 17 de agosto de 1828.
Pero hay que explicar que las guerras tienen sus gastos, alcanzó a interrumpir el Juez Lana, por eso es que el 4 de septiembre de 1828 se empezó a gastar en Mocha. Fue orden verbal del señor alcalde Basilio Iturralde para dos bagajes comprados en Tisaleo a real y medio por día, del siguiente modo:
Jueves, 4 y medio. Viernes, un real y medio. Sábado, 6 reales y medio. Domingo, 7 reales y medio. Lunes, 5 reales y medio. Martes, 2 reales y medio. Miércoles 10, real y medio. Jueves 11, real y medio. Viernes 12, real y medio. Sábado 13, real y medio.
Domingo pasaron por orden del mismo señor alcalde a Cullitagua a comer a real por día ambos bagajes.
En 13 de enero de 1829 se entregaron los dos bagajes al señor J.P. que los llevó el Alcalde de la Plaza Bernardo Tixsi para la marcha del Batallón Pichincha a Cuenca. Y como esto se está poniendo engorroso, sería bueno que la tribuna libre pase a otra persona, dijo finalmente el Juez.
Pero antes de quedarse en silencio, Beltrán hablando desordenadamente entre la gente dijo que resulta irónico encontrarnos con que el juez de La Lana acepta que se contribuyó hasta con un anillo, que lo hizo el ciudadano Juan Villacís, y que se lo gastó el Alcalde.
En el ambiente se sentía como si se hubieran soltado los venados ariscos de los páramos en medio del ceremonial. Si no lo dijeron, creo que sí lo pensaron decir:
¿No será que los independizadores están haciendo lo mismo que los conquistadores cuando se llenaban la boca de fusiles para tener balas en las palabras? ¿No será que, como en aquellas épocas, tomar una gobernación o una encomienda era como tener una república?
Como los independizadores provienen de los pelucones, ¿no será que tan solo están actualizando sus nuevas conquistas que ahora van a llamarse repúblicas?
Yo pido la palabra, yo pido la palabra, gritaba un hombre que alzaba un bastón, levantando en alto sus dicciones. Déjenlo que hable, pedían muchos de la concurrencia, hasta que logró su objetivo.
Me llamo José de Hervas y estoy aquí con mis amigos don Juan y don Nicolás de Cabrera. Los tres hemos sido testigos ante el escribano Antonio Cisneros, aquí en Ambato. Para firmar en el poder general que recibió el ciudadano José Doroteo Armero.
Él era natural de Bogotá, para que en nombre del señor otorgante, el capitán Pedro Sánchez, Ayudante Mayor del Batallón Caracas, pueda parecer en cualesquiera tribunales de la república y pueda recaudar 1.500 pesos que le corresponden por gratificación, y que no le pagan hace unos ocho años, desde 1824.
Era subteniente de la Compañía de Granaderos del Batallón Caracas, y que como tal pasó al Callao, siendo uno de los que lograron mantener sitiado puerto hasta 1826 para doblegar a los realistas. Vayan a presentar las quejas al Perú, gritaron algunos asistentes.
Por algo hicieron el escrito y el reclamo tiene que ver con otras deudas en Ambato. Pero antes de avisarles, don Doroteo quiere que se le paguen intereses porque la deuda es de la época en que teníamos una patria grande desde Venezuela hasta Potosí y el Titicaca.
Para que no se alarmen mucho, debo decirles que el Capitán Pedro Sánchez ha dicho que tan solo tiene recibidos 375 pesos. También se dice que los 1.125 pesos están constando en las listas de la comisaría que existe en el numerario y libros manuales de la hacienda pública.
Por eso me he permitido poner de manifiesto lo que llevo expresado porque somos un pueblo honrado y agradecido con nuestros independizadores”. (O)