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El ferrocarril es hoy uno de sus principales atractivos turísticos

La música echó raíces en Cevallos aún antes de que fuera elevado a cantón

Foto: Roberto Chávez/El Telégrafo
Foto: Roberto Chávez/El Telégrafo
17 de mayo de 2015 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Cevallos pasó a ser cantón de Tungurahua por Decreto Legislativo el 17 de abril de 1986. Y fue sancionado y publicado en el registro el 13 de mayo de ese año.

La parroquia Cevallos se creó el 29 de abril de 1892. Se desmembró de Tisaleo y cambió su antigua denominación de Capote Bajo por la del historiador ambateño: Pedro Fermín Cevallos.  

El primer Concejo Cantonal, que estuvo presidido por el profesor Medardo Romo Núñez, resolvió aprobar los símbolos cantonales (escudo, bandera y letra del himno) elaborados por Pedro Arturo Reino Garcés, que se hallaba en un posgrado en Lingüística Hispánica en el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, en Colombia, en 1987.  

Se reconoció que Reino Garcés fue uno de los gestores de la cantonización de Cevallos, pues fue Secretario del Comité Pro Cantonización en los 6 años que duró el proceso y con 2 directorios: el primero presidido por el padre Bécquer Raza, y el segundo por Nelson Bayas Naranjo.

Pedro Reino fue, en su época, el primero de los alumnos cevallenses que acudió a realizar estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, en  Quito.

Lo hacía paralelamente a su preparación en Filosofía y Letras en la Universidad Central. Estudió violín con el maestro Miguel León.

La letra del Himno Cantonal fue musicalizada justamente por el eminente compositor ecuatoriano Gerardo Guevara Viteri, quiteño, graduado en La Sorbona de París.

El Himno de Cevallos en su versión original y para la época constituyó el primero y único en su género, pues musicalmente está compuesto por 2 ritmos nacionales: ‘yumbo’ en el ritmo y ‘danzante’ en las estrofas.

El compositor, al dialogar con el autor de la letra, dijo que se comprometería a tal tarea, siempre y cuando la municipalidad  hiciera respetar la creatividad del músico, puesto que no le parecía ajustada a la identidad hacer todos los himnos con carácter de ‘marchas’.  

Los himnos en Ecuador son eso, y por ello su propuesta fue componer con base en ritmos nacionales para que se cante un contenido de país, de nación, de orgullo étnico, de identidad. Además, explicó que el ritmo del danzante tiene también su tono  heroico y en cambio el yumbo recoge la ritualidad aborigen.

En cuanto a la musicalización, el compositor Guevara explicó haberle satisfecho conjugar lo cantado con   la musicalización en desarrollo.

Si la letra dice: “Es mi tierra campana en los Andes”, se escuchará con el piano los tañidos como marco de estribillo.

El Concejo Cantonal aceptó de buen agrado la explicación que ofreció en Quito, en las oficinas del Conservatorio Nacional de Música, el profesor Gerardo Guevara, y se pasó a su aprobación.  

El Himno del Cantón Cevallos fue estrenado para las festividades del mes de abril de 1988 en la Iglesia cantonal con el Coro de la Universidad Central del Ecuador que dirigía el propio maestro Guevara.

Y con actuación en la Sesión Solemne que posteriormente se desarrolló con programa especial en el Colegio Pedro Fermín Cevallos.

Su partitura y grabaciones en cinta quedaron archivadas en la Secretaría del Municipio de Cevallos.

Un coro con el maestro Medina

Esta historia empieza en 1924, cuando el arzobispo de Quito creó la parroquia religiosa Cevallos. El primer párroco fue el sacerdote de apellido Cobo.

Para tal situación, se adquirió “el mejor melodio de la época” y para su manejo se contrató  al  joven músico Segundo Medina.

Este maestro, “actualizado y competente de la época”, se radicó en Cevallos y formó su hogar al casarse, en 1921, con Adelaida Naranjo.   En su casa organizó una Escuela de Instrucción Musical con aprendices de diferentes lugares de la provincia y conformó un coro para las festividades parroquiales.

Esta historia fue testimoniada por su hijo, Arnaldo Medina Freire, que realizó estudios en Italia, y revela datos que retroceden a la niñez de este personaje: “Segundo Maximiliano Medina Robalino nació el 16 de agosto de 1904 en la parroquia Pilahuín del cantón Ambato, en Tungurahua.

Sus padres fueron  Jacinto Medina y Cleotilde Robalino. Estudió la primaria en la escuela fiscal de Pilahuín. El párroco de Pilahuín descubrió en el adolescente Segundo Medina una fuerte inteligencia musical en los cantos y ritos religiosos que se  desarrollaban en el templo de esa parroquia”.

Entonces, a los 15 años, por consejo del párroco, se trasladó a Ambato para estudiar gramática musical, solfeo, composición  y práctica instrumental con el gran maestro de la provincia de esa época,  Serafín Regalado.

En 1921, a los 17 años y al término de su preparación,  el joven músico  causó admiración por sus interpretaciones en piano, melodio, guitarra y bandolín, y en la ejecución del canto.  

Se convirtió en un cantante excepcional, por su voz educada y poderosa  de tenor que “hacía vibrar a los que le escuchaban”, como lo recuerdan sus contemporáneos.

A los 18 años, pasó a vivir con su madre en la parroquia Quero, ya que el párroco le había contratado como Maestro de Capilla de la iglesia.

En adelante, y en razón de la creación de la parroquia eclesiástica Cevallos civilmente fue creada el 29 de abril de 1892) y de la adquisición del melodio, don Segundo Medina pasó a Cevallos a desarrollar su condición artística. Una vez radicado allí y con su hogar, impulsó el arte musical en los jóvenes. (O)

Medina fue un eterno maestro de la capilla

“Desde la perspectiva familiar se relata que Segundo Medina era un hombre polifacético. A más de la música y el canto, se dedicó a la sastrería de ternos de hombre, una profesión que aprendió también en Ambato.

Luego con el apoyo y asesoramiento de Modesto Martínez, incurrió en  la administración pública como Teniente Político y luego como Secretario de la Tenencia Política. Para esto se preparó con dedicación al manejo e interpretación de los códigos legales.

El maestro Medina, radicado en Cevallos, formó su hogar, casándose en 1925 con Adelaida Naranjo Ramos, con quien tuvo  cuatro hijos: Jorge Oswaldo, Ana Beatriz, Rodrigo Justiniano y Hugo Vicente.   A la muerte de su esposa, en 1938, volvió a contraer nuevas nupcias, en 1939, con doña Mercedes Catalina Freire Chérrez, con quien procrea a Arnaldo Enrique e Hipatia Victoria Medina Freire.

Murió en Ambato el 19 de noviembre de 1964, a los 60 años. Sus restos reposan en el cementerio del cantón Cevallos. Don Medina fue un eterno secretario de la Tenencia Política de la parroquia Cevallos, perteneciente al cantón Ambato; así como maestro de Capilla de la iglesia local.

Los bohemios de la época dieron buenos testimonios de su calidad humana y artística. Pasó un par de años estudiando el bachillerato en el Colegio Bolívar en Ambato, pero más le atrajo la música. En la iglesia de Cevallos tocaba el melodio e interpretaba  la música sacra. Allí tenía fama por su voz de potente tenor. (O)

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