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Ecuador, 06 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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La elaboración de un tomo en este idioma puede tardar 2 días

Imprenta braille imprime más de 6 mil libros al año

La única imprenta braille del Ecuador fue inaugurada hace 22 años en la capital chimboracense. Foto: Roberto Chávez/ El Telégrafo
La única imprenta braille del Ecuador fue inaugurada hace 22 años en la capital chimboracense. Foto: Roberto Chávez/ El Telégrafo
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Rocío Gacitua, de 24 años de edad, aún recuerda lo difícil que fue educarse. Ella nació con una discapacidad visual y se perdía gran parte de los conocimientos que se adquirían a través de los libros que se utilizaban en clase.

Ahora ella trabaja en la única imprenta braille del Ecuador, ubicada en Riobamba desde 1993, dedicada por primera vez a imprimir los textos escolares para niños no videntes de primero a tercero de básica.

Al año, esta imprenta entrega un número superior a 6 mil libros en todo el país. Con un plazo de 18 meses, el Gobierno Nacional solicitó a la imprenta la elaboración de 6.300 libros, con el fin de integrar a las personas con discapacidad visual al sistema de educación pública.

Susana Domínguez, quien labora en el área de encuadernación, dijo que este es un nuevo reto para esta empresa. “Nos complace colaborar para que estas personas puedan superarse. Cada día nos esforzamos para servir mejor, pues sabemos que este es un gran paso para el sistema educativo nacional”, dijo.

Un texto escolar, que es distribuido a las escuelas fiscales de forma gratuita, tiene 224 páginas pero al imprimirlo en braille esta cifra se triplica, es decir que un niño no vidente debe llevar 604 páginas en su libro.

“Por esta razón somos exhaustivos en nuestra labor. El texto braille debe tener lo mismo que el normal, pues ahora los beneficiarios aprenderán lo mismo que sus compañeros que sí pueden ver”, agregó Domínguez.

Para Rocío, quien se encuentra en el área de corrección, este trabajo es motivante ya que la convierte  en un canal entre lo visible y lo que no se puede ver.

Su labor se enfoca en revisar que no existan faltas ortográficas en el texto, que tenga coherencia y que no difiera del original. Por ello dedica más de 8 horas al día a la lectura de estos libros, lo que ha traído a su memoria las enseñanzas de la escuela. Al llegar a casa los comenta con su familia.

“Yo sé lo que es no poder compartir con tus compañeros cosas que se leían en los libros. Me siento orgullosa, pues estoy colaborando para que niños como yo disfruten aprendiendo”, mencionó Rocío.

A este equipo de trabajo le toma 2 días armar un libro en braille.

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