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Las fuentes naturales de agua constituyen el 41% del territorio provincial

En Tungurahua el 63% de tierras está protegido

La armonía entre la vegetación endémica y la nula intervención humana mantienen intacto el bosque nativo. Fotos: Roberto Chávez│El Telégrafo
La armonía entre la vegetación endémica y la nula intervención humana mantienen intacto el bosque nativo. Fotos: Roberto Chávez│El Telégrafo
04 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

La provincia de Tungurahua cuenta con 136 mil hectáreas de páramo, de las cuales 86 mil (63%) se encuentran declaradas como zonas protegidas por el Programa de Áreas Naturales del Estado (PANE).

Esto significa que en los 9 cantones, más de la mitad de esas zonas, que se consideran como fuentes naturales de agua y albergues del bosque nativo, cuenta con planes estratégicos de conservación, preservación, reforestación, cuidado ambiental y controles permanentes para evitar la invasión agrícola.

Óscar Rojas, secretario del Fondo de páramos y Lucha Contra la Pobreza de Tungurahua, manifiesta que en términos generales, el estado de los páramos es muy buena.

“La extensión total de la provincia es de 3.335 kilómetros, de los cuales el 41% lo constituyen los páramos andinos. Al ser casi la mitad  de la superficie provincial, ha despertado un interés inmediato en conservar estos lugares, donde además de agua y vegetación única, existe vida animal que debe ser cuidada por lo delicado de este hábitat”, asegura Rojas. Y añade que el restante 51% está en manos privadas y comunitarias.

Entre las principales amenazas para estos ecosistemas se encuentran: el cambio climático con el consecuente efecto invernadero y la intervención humana.

Técnicos del Fondo de Páramos realizan constantes patrullajes y controles para verificar el estado del páramo.

En este punto, la invasión de la frontera agrícola, con actividades como agricultura, ganadería y sobrepastoreo de ovinos representa una amenaza latente por la fragilidad del ecosistema.

Mención especial merece el impacto de la ganadería, ya que para alimentar a las reses, es necesario sustituir la vegetación endémica del páramo por pasto.

Esto provoca que el suelo, una vez cambiada la especie vegetal nativa, empiece un proceso de adaptación a las nuevas plantaciones, retrasando el proceso de regeneración natural que tiene después de cierto período y evita que la vegetación endémica  cumpla con su principal función: atraer las lluvias y la humedad.

Otras actividades que afectan a los suelos negros y que van de la mano con la invasión agrícola es la quema de maleza y vegetación seca.

Esto causa una alteración en el ambiente, al igual que la construcción de viviendas y otras infraestructuras que provocan un impacto, tanto en la vida silvestre como en el paisaje del lugar.

Silvio Salazar, técnico medioambiental, considera que si estas intervenciones son detectadas y combatidas a tiempo, los efectos negativos pueden reducirse en más del 30%. “Si bien es cierto el daño causado al ecosistema es casi irreversible, sí podemos emprender acciones que ayuden a mitigar las consecuencias y afectaciones que deja el ser humano en esos sitios. La reforestación, principalmente, es la mejor arma contra la intervención humana y contra el efecto invernadero que deja el calentamiento global y el cambio climático”, dice.

Un claro ejemplo de esto es la acción emprendida por el Fondo de Páramos en La Esperanza, zona alta de Pilahuín, con la reforestación de 48 hectáreas que fueron taladas y que hasta agosto del año pasado, no contaban con un plan de rescate.

Polylepis e incanas, arbustos propios de zonas desérticas y con poca presencia de agua, son las especies vegetales que allí se plantaron, y que después de 8 meses de cuidado y regadío constante, se han adaptado 100% a las condiciones del lugar.

El Fondeo de Páramos es una iniciativa de los grupos indígenas de la provincia: Movimiento Indígena de Tungurahua (MIT), Movimiento Indígena de Tungurahua con Sede en Atocha (MITA) y la Asociación de Indígenas Evangélicos de Tungurahua (AIET).

Sus líderes interactúan dentro del Parlamento Agua del Gobierno Provincial y trabajan para conservar las fuentes naturales. Fue instituida el 4 de junio de 2008 y su  proyección es para 80 años.

Recibe el aporte económico de la Prefectura, Empresa de Agua Potable de Ambato, Asociaciones Indígenas y Celec HidroAgoyán, sumando un aporte anual de $ 560 mil, de los cuales el 40% financia los proyectos anuales y el 60% permanece capitalizado como un fondo emergente.

Hasta el momento, más de 14 mil familias han sido capacitadas para conocer los procesos de preservación y conservación de los páramos.

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