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En la última década, Las boutiques aumentaron sus ventas en latacunga, ambato y riobamba y se consolidaron con el auge de las cooperativas de ahorro y crédito

En la región se renueva el atuendo indígena

Esta es una de las 15 tiendas que funcionan en la capital tungurahuense, en la mayoría participan jóvenes diseñadoras indígenas que vieron en la moda y el diseño una forma de innovar y dar un servicio para las nuevas generaciones.
Esta es una de las 15 tiendas que funcionan en la capital tungurahuense, en la mayoría participan jóvenes diseñadoras indígenas que vieron en la moda y el diseño una forma de innovar y dar un servicio para las nuevas generaciones.
13 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Las etnias indígenas de Tungurahua han convertido a un perímetro de 5 cuadras, entre el parque 12 de Noviembre y la Plaza Cívica Urbina de Ambato, en su eje principal de desarrollo comercial, cultural, financiero y en la vitrina referencial de la moda autóctona.

Las casi 60 mil personas que pertenecen a los grupos étnicos Chibuleo, Tomabela, Pilahuín, Salasaca y Quisapincha; y que representan el total de la población indígena provincial según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), cuentan con 15 tiendas en las que muestran atuendos típicos de sus comunidades, pero con un toque contemporáneo sutil.

El auge de las boutiques de moda indígena empezó hace 10 años. En la actualidad hay 15.

La creación de las cooperativas Mushuc Runa, Chibuleo, etc. influyó para la apertura de tiendas.
Los emprendedores que decidieron invertir en un negocio de estas características, cuya finalidad es apuntalar la vigencia de la moda andina en una comunidad mayoritariamente mestiza, afirman haber pasado penurias y estrecheces antes de consolidar sus locales.

Jenny Ainaguano es una de ellos. Es propietaria de una boutique que lleva su nombre. A sus 23 años asegura que a más de representar una entrada económica, otro de los objetivos para mantener su local es  evitar que su cultura se extinga.

“La característica principal y más destacable de las comunidades indígenas es la vestimenta. En mi caso, los colores rojo, verde, lila y azul son distintivos de la comuna Chibuleo a la que pertenezco. Están presentes en todas las prendas y en todos los complementos textiles que vendemos. Nuestra finalidad es dar la importancia que se merece nuestro pueblo y que cada persona que adquiera nuestras prendas, pueda demostrar que las raíces indígenas aún siguen vivas  en nuestro país”,  señala la comerciante.

DATOS

Las tiendas de moda indígena no solo atrapan la atención y la curiosidad de los integrantes de las diversas agrupaciones, también gustan a las mujeres blanco-mestizas. Es el caso de Elsa Núñez, contadora, a quien le atraen los collares y blusas bordadas. “Me compré una y la luzco con chaqueta en compromisos formales de mi empresa. Otras compañeras me preguntaron y les conté”, manifestó.

En los alrededores de la plaza Urbina también funcionan tiendas de medicina ancestral, ferreterías, cooperativas de ahorro y crédito, entre otros locales. En definitiva ese rincón de la capital tungurahuense sirve los lunes para el intercambio comercial de las etnias de la provincia como los Salasaca, Chibuleo, Pilahuín, Tomabela y Quisapincha.

Las tiendas de moda ancestral ha ganado más protagonismo y promoción en la sociedad mestiza en el último lustro, con la intervención de aspirantes indígenas a Reina de la Fiesta de la Fruta y de las Flores (FFF). También, cooperativas de ahorro como la Chibuleo han organizado desfiles de modas.

Las ejecutivas indígenas de las nuevas cooperativas de ahorro y crédito, también son usuarias de las boutiques ancestrales. Ellas lucen con sus atuendos renovados, coloridos y a la moda. Eso sí, dejaron de lado las alpargatas por zapatos de tacón.
El local de la familia Ainaguano está ubicado en la esquina de las avenidas 12 de Noviembre y Castillo, y, pese a que fue inaugurado hace 2 años, esta familia ya expendía textiles autóctonos desde 2006. “Sin duda, puedo asegurar que mi familia es la pionera en este tipo de negocios, ya que antes de abrir este almacén expendíamos ropa y complementos en un almacén cercano al actual”, afirma la joven.

En aquel tiempo, este grupo familiar tuvo que acomodar su mercadería en un espacio  reducido y turnarse en horarios rotativos para vender  los lunes, ya que el movimiento comercial del lugar convoca a cerca de 8 mil personas que comercializan productos e insumos agrícolas, medicinas, productos naturales, artículos de aseo personal, comestibles y otros, en la Plaza Cívica Urbina y sus alrededores.

En la explanada al aire libre de ese centro de expendio, también se realizan con frecuencia semanal, eventos culturales, musicales y tradiciones ancestrales como limpias y convenciones de los yachakuna (‘hombres sabios’, en quichua).

A más de la ropa típica de Chibuleo, en Jenny Boutique se pueden encontrar atuendos y complementos de Pilahuín, Otavalo, Puruhá, Salasaca y Tomabela, entre otras.

Blusas, faldas, sombreros, anacos, bayetas, fajas, cintas, calcetines, carteras, alpargatas y zapatos son solo una parte de los utensilios que se expenden en ese lugar.

El precio mínimo de un conjunto para mujer, compuesto por blusa blanca con encajes bordados a mano, falda de lino negro, anaco, bayeta, faja con colores típicos y sombrero blanco, está valorado en $ 200.

En el caso de un conjunto para hombre de estatura mediana y conformado por pantalón y camisa blanca, chaqueta negra, zapatos de cuero o alpargatas y sombrero, el costo referencial es de $ 130.

Pese a esto, los precios van en ascenso si se trata de prendas de lino o de paño, ya que estos materiales son más resistentes al frío y al viento, características atmosféricas de estas etnias que, en su mayoría, están ubican sobre los 3.200 metros sobre el nivel del mar.

Hace 10 años, el auge de las entidades financieras como Mushuc Runa, Chibuleo, Aiet, Kullki Wasi, Pakarimuy y otras, cuyos gerentes y cuentahorristas provienen de comunidades indígenas, crearon la necesidad de abrir locales que a más de ropa y atuendos, expendan también complementos como collares, aretes, anillos, pulseras y sombreros; con los colores y diseños de las comunas indígenas.

‘Native Fashion’, almacén ubicado en la avenida 12 de Noviembre frente a la Cruz Roja, se caracteriza por ofertar gran variedad en bisutería y complementos andinos.

En la zona exterior una gran vitrina expone collares, aretes, anillos y demás joyas que pueden acompañar un traje de gala para fiesta.

Isaías Caluña, propietario  y morador de Chibuleo, explica la importancia de estos aditamentos para la mujer indígena. “Los colores rojo, blanco y negro son muy importantes para nuestras wuarmikuna. A ellas, al igual que a las mujeres de todas las culturas, les gusta vestir y lucir atuendos y complementos que llamen la atención, que adornen su indumentaria y que demuestren sus estados de ánimo y realcen la belleza”, explica.

Un atuendo autóctono completo para mujer está valorado en $ 200. El de hombre cuesta $ 130.

A más de ropa, en estos locales se puede encontrar bisutería de coral. Un collar vale unos $ 200.
Los materiales con los que se fabrican estos complementos son de coral, coralino y perlé. En base de esto, el costo por un collar de coral asciende a $ 800, ya que este material proviene del mar y se tarda en llegar a los escaparates unos 8 meses.

En el caso de aretes, pulseras y collares de coralino, el costo es menor y va desde los $ 20. “Los días más concurridos son los lunes y viernes. En el caso del primero, alrededor de 100 personas visitan mi local y realizan pedidos en su mayoría de bisutería de coral. En cambio los viernes, el número de clientes baja a la mitad y se realiza mayoritariamente compras de prendas y ropa indígena”, afirma Caluña.

Los ponchos, merecen una mención aparte, ya que son prendas muy apreciadas en las boutiques indígenas y no precisamente por personas de estas comunidades. “Los indígenas guardan celosamente su cultura, la exponen al mundo y conservan la esencia de sus pueblos natales, pese a la influencia del mestizaje. El poncho es el souvenir perfecto y que encierra las características de los pueblos andinos de América”, dice Agustín Garay, turista español que adquirió un poncho rojo en $ 150.

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