La tarde del jueves, el coloso volvió a arrojar ceniza en dirección suroeste, sin que hubiera evidencia de actividad sísmica alarmante.

A la par, después de 3 meses y medio de inactividad, los poblados próximos como Cotaló, Huambaló, Chacauco, Guadalupe y Bilbao, poblaciones perjudicadas habitualmente por este proceso, no fueron afectadas ayer.

Los técnicos del Instituto Geofísico, instalados en el Observatorio del Volcán Tungurahua (OVT) en Patate, se mantienen expectantes.

“Este nuevo proceso eruptivo no presenta mayores inconvenientes. Pese a esto, no podemos descartar ni una disminución de la actividad ni un incremento. La única novedad es que entre la madrugada del jueves y el mediodía de ayer, la actividad sísmica disminuyó”, dijo María Fernanda Naranjo, técnica en vulcanología de turno.

En ese lugar, 2 expertos vigilan continuamente al volcán con la ayuda de un sismógrafo, 5 cámaras colocadas en los flancos, ordenadores que detectan gases y sonidos y visores nocturnos.

La quebrada de Achupallal no presenta deslizamientos. La carretera que la atraviesa y que es utilizada diariamente por casi 200 personas desde Penipe hasta el sector Los Pájaros de Baños se hallaba sin restricción de circulación.

Tanto el OVT, como el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional y el ECU 911 de Ambato, en coordinación con la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, mantienen un monitoreo permanente de la actividad volcánica.

En la parroquia Huambaló, población del cantón Pelileo, ubicada a 20 minutos de Ambato y conocida a nivel nacional por la elaboración de muebles, Mario Cisneros, presidente del Centro Artesanal local, aseguró que la poca ceniza que expulsó en las últimas horas fue desviada por la acción del viento.

“Cuando nos llueve polvo volcánico, las labores en los 150 talleres no se interrumpe, excepto cuando el polvo volcánico se acumula excesivamente en los techados y amenaza con desplomar las estructuras”, dijo el morador.

En ese sitio abundan huertos de claudia, manzana, durazno y capulí.

“Las lluvias refrescan los suelos, lavan las plantas y se llevan el polvo volcánico que bien sirve como nutriente, siempre y cuando se lo asimile desde las raíces, no así en las hojas y fruto porque los quema”, indicó Estuardo Gómez, agricultor.

Ayer, la Policía realizaba controles en la vía asfaltada que se conecta con la parroquia Cotaló y con Pelileo.

Los cotaleños se caracterizan por la producción avícola. Se estima que más de un millón de huevos salen de las granjas cada mes.

“Hemos escuchado algunos bramidos, pero como ya vivimos 15 años con este fenómeno, ya no nos asusta”, expresó Fabiola Terán, moradora del lugar.

Sobre el mismo tema, Carlos Francisco Pérez, teniente político de Cotaló, explicó que, por ahora, los fuertes vientos del oriente se llevaron la ceniza en dirección a Riobamba y otros poblados de Chimborazo.

“Pese a esto, creo que este hecho debería alertar a los tungurahuenses a tomar precauciones. Estamos cerca a un proceso electoral y deberíamos estar atentos para que si ese día se reactivara el volcán, no nos tome por sorpresa”, dijo Pérez.

Los terrenos avícolas de este poblado están equipados con un recubrimiento de plástico especial que evita que la ceniza, el viento y las lluvias ingresen a los galpones.

Desde la Secretaría de Gestión de Riesgos se informó que, desde el pasado 11 de noviembre de 2013, rige la alerta amarilla en todos los poblados aledaños al volcán.

En estos 2 poblados, los 4 recintos electorales se encuentran listos para enfrentar cualquier eventualidad provocada por el volcán.

La Delegación Electoral de Tungurahua mantiene un plan de contingencia en coordinación con la Secretaría de Gestión de Riesgos, para solventar cualquier deficiencia, accidente o evento adverso el día de las votaciones.

Datos

En la madrugada del jueves, la red de monitoreo sísmico del volcán comenzó a detectar un incremento del número de eventos, incluyendo algunas explosiones de baja magnitud. Las principales fueron registradas a las 02:42, 03:35, 05:51 y a las 09:02.

Del 6 de octubre al 13 de noviembre de 2013, el Tungurahua presentó otro período de actividad, la que a nivel superficial se caracterizó por explosiones de intensidad moderada a fuerte que causaron columnas de 4 km sobre el cráter.

El año pasado hubo períodos de pausa que duraron entre 40 y 63 días.