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El Pawkar Raymi se vivió con intensidad en Salasaca

El Pawkar Raymi se vivió con intensidad en Salasaca
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
21 de marzo de 2016 - 16:20 - Redacción Regional Centro

Ayer el pueblo Salasaca, una de las nacionalidades indígenas más grandes de Tungurahua, estuvo de fiesta. El Pawkar Raymi, o celebración del florecimiento, se recordó con  una serie de actividades ancestrales que honran a deidades y fuerzas superiores de la cosmovisión andina.

Esta festividad es considerada una ceremonia religiosa para los pueblos autóctonos de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, en la que se venera a Pachacámac, el creador de todo en la mitología Inca.

Sus preparativos inician anualmente en enero y se celebra en marzo, con el objetivo de agradecer y compartir los productos agrícolas que cada año obtienen de la tierra.

Pese a las fuertes ráfagas de viento helado que recorrían los cultivos, viviendas y calles de Salasaca, el domingo la jornada inició a las 05:30 en la plaza principal, donde un nutrido grupo de adultos y jóvenes se dieron cita para participar en  dos rituales sagrados.

Peregrinación andina

El primero se denominó la ‘Ruta de la Purificación’, el cual inicia en la plaza principal del pueblo y finaliza en un enorme ‘ojo’ de agua del sector Manzanapamba, a 10 minutos, considerado un lugar espiritual.

“El traslado lo hacemos descalzos. Así mostramos nuestra conexión directa con la Madre Tierra, purificamos nuestros cuerpos de malas vibras por medio del dolor que produce la caminata por rocas y espinos; y veneramos la Naturaleza”, dijo Benigno Chisaguano, habitante de Salasaca.

Este agricultor explicó además que solo los jóvenes y adultos realizan la caminata sin zapatos.

“El dolor de andar así es un elemento de purificación reservado para adolescentes, quienes no están acostumbrados a transitar por el pueblo de esta forma, a diferencia de los adultos. La participación en el ritual es voluntaria y a fin de no afectar la salud de niños y ancianos, ellos participan en la peregrinación calzados y con ropas abrigadas para evitar resfríos”, agregó.

 Al igual que en una romería cristiana, los participantes del ritual  entonaban canciones y oraciones en kichwa, en las cuales agradecen a las fuerzas naturales por las cosechas a tiempo, protección de enfermedades y demás bendiciones.

Manuel Caizabanda, alcalde de Pelileo, quien pertenece a esta etnia y se unió a la caminata, explicó la relevancia del Pawkar Raymi para la identidad de los Salasacas.

“Nuestras tradiciones no deben perderse. Cada año involucramos en estos ritos a los jóvenes del pueblo, para que conozcan las costumbres que practicaban nuestros ancestros y que pese a la influencia de la tecnología e industrialización, perduran hasta hoy”, dijo.

Símbolo de la fertilidad

Mientras la multitud se acercaba al arroyo, los cantos subían de tono y el paso se aligera. Las mujeres encabezan la romería, ataviadas con atuendos muy coloridos, en especial con tonalidades rojas, símbolo de fertilidad, alegría y prosperidad.

“Niñas, adolescentes, adultas y ancianas, llevan grandes y hermosos arreglos florales en sus manos. Esto a fin de recordar a los varones que la Naturaleza delegó al género femenino la facultad de dar vida, razón por la cual merecen todo el respeto, consideración, cariño y amor de parte de sus cónyuges, hijos, padres, vecinos y demás allegados”, aseveró Lorena Chango.

Los ancianos de la comunidad seguían de cerca las danzas de las mujeres, con velas encendidas  y ofrendas florales y frutales.

“Nuestra presencia obedece al profundo agradecimiento y honores que mostramos y rendimos a la Madre Tierra por la fertilidad de nuestras huertas, establos y hogares”, afirmó Juan Chachipanta, anciano del pueblo.

Al llegar a la enorme fuente de agua, las mujeres ingresaron en la parte más apacible del arroyo y aguardan la llegada de los varones. Cuando esto ocurrió, el hombre más anciano de Salasaca dirigió un significativo y emocionante poema en kichwa.

Tras los rezos, las ofrendas florales fueron depositadas en las quietas y heladas aguas, lo que pintó el lugar de un intenso rojo pues predominan las rosas. Las vasijas con lo mejor de la cosecha de claudia, manzana, pera y otras frutas de la zona, también fueron colocadas en la orilla de la laguna.

A continuación los varones Salasacas ingresaron a la fuente y lavaron su cuerpo. La limpieza del cabello de mujeres y hombres, los cuales llevan largas cabelleras que por lo general ocultan bajo un sombrero negro, se hizo con ‘chahuarango’, sustancia extraída de la molienda de la raíz de cabuya blanca.

Además las jóvenes y ancianas de la etnia depositaron en las aguas pétalos de alelíes y margaritas.

“Pese a las bajas temperaturas, nos bañamos con mucha fe, sabiendo que las energías de la Tierra  nos limpian de impurezas corporales y cargas espirituales. En esta actividad no participaron las niñas”, acotó Ana Maliza, anciana del lugar. 

Maliza además explicó que este baño, que para algunos antropólogos es comparado con el bautizo cristiano, es ideal para las mujeres solteras de la localidad pues “al entrar en el agua la Pacha Mama bendice el vientre de cada mujer, preparándolas y otorgándoles la capacidad de dar vida”.

A continuación se encienden velas e inciensos, las jóvenes concluyen con una larga recitación, muy emocionadas y con sus manos alzadas. De regreso al pueblo se juntan ambos bandos; y se aprestan a realizar la bendición de los niños, que tiene lugar en la plaza de la localidad. (I)

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