50 mil turistas disfrutaron de la 'diablada' pillareña
Como cada año la popular ‘diablada’ pillareña, principal celebración del cantón Pìllaro, ubicado a media hora de Ambato, se realizó del 1 al 6 de enero.
Alegres danzas, vestidos y caretas de personajes infernales, platos típicos, artesanías y música, convocaron este año a cerca de 50 mil personas de diferentes ciudades del país y naciones vecinas, según estimaciones del departamento municipal de cultura.
En los 6 días de la festividad en las apacibles calles de este cantón tungurahuense, destacado por su producción agrícola y ganadera, se expone y vende figuras de madera y hojalata, máscaras de diablo, gastronomía local y literatura histórica en la que se explica los orígenes de esta fiesta.
En los alrededores de la iglesia, parque central y edificio municipal, coloridas, bulliciosas y juveniles comparsas deleitan al público con danzas ancestrales, bailes populares y representaciones de la vida cotidiana.
Edison Guachamin, representante de la unidad cultural del cabildo, destacó la visita de miles de personas de diferentes puntos en los seis primeros días del año.
‘’El número de visitantes ha sido el mismo desde 2013. En esta ocasión hubo una importante concurrencia de turistas colombianos, norteamericanos y europeos, quienes se divierten con las ocurrencias de los ‘diablos’, ‘guarichas’, ‘caporales’, ‘capitanes’, y otros integrantes de las partidas que participan en el desfile’’, dijo.
El funcionario explicó además que el fin de semana pasado se registró una concurrencia masiva de visitantes de Guayaquil, Quito, Cuenca, Ibarra y Manta. Cada parroquia del cantón, como Rocafuerte, Santa Marianita y Tunguipamba, tiene su propia partida, delegación de danzantes cuyos principales protagonistas son los diablos.
Con varios meses de antelación hábiles artesanos elaboran la vestimenta, calzado, adornos y caretas de belcebú, luzbel, behemot y otros personajes infernales que participan en el desfile.
“Lo más impresionante del evento son las máscaras. Éstas se elaboran con cuernos de toro y cabra, pelaje de oveja, picos de aves y ojos de varios animales. Esta tradición data del siglo XVII, cuando jóvenes de barrios altos enamoraban a su vecinas, cuyos padres ahuyentaban a los pretendientes con horripilantes antifaces de calaveras, criaturas míticas y fantasmas”, dijo Luis Lara, historiador pillareño.
El cronista explicó además que de allí nacieron Las Legiones, grupos de enmascarados cuya indumentaria emula a la muerte y calaveras gigantes, caracterizados por llevar cabezas gigantes de estos personajes e indumentaria de color blanco.
Con el pasar del tiempo los grupos de danzantes evolucionaron a lo que ahora se conoce como las partidas, con un repertorio dancístico en el que predominan los bailes tradicionales y comparsas al ritmo de bandas populares.
Último día de fiesta
Tras cinco días de bailes de celebración, la tradicional diablada ayer llegó a su final. A las 09h00, alumnos de los planteles educativos Los Andes, La Unión, La Inmaculada, Jorge Álvarez, y otros, recorrieron las céntricas calles de la ciudad con jocosas comparsas como evento previo al desfile mayor de ‘diablos’, que se realizó a partir de las 13:30.
‘’Este acto tiene una particularidad, pese a tener danzantes diablos, los principales protagonistas son los personajes de la Legión, con el fin de demostrar a los turistas los orígenes de la fiesta. En el participan estudiantes primarios y secundarios y preparan el ambiente para el último desfile de la diablada’’, señaló Edison Guachamin.
Mientras en cada parroquia las partidas se preparaban para el último recorrido de la festividad, con comida, brebajes especiales y mucha fe.
“Pese a que criaturas infernales son las protagonistas de la fiesta, no hay que olvidar que esta fecha coincide con la festividad católica de Reyes Magos y la finalización del recuerdo de los Santos Inocentes, por lo que la ‘diablada’, a más de ser una tradición sincrética entre animismo indígena, tradición pillareña y cristianismo, es una ocasión para empezar el año espantando a los malos espíritus, diablos y energías negativas, por ello en cada comparsa la gente baila con mucha energía y alegría”, explicó Francisco Ibáñez, anciano pillareño.
A las 13h00 un intenso Sol marcó el inicio de las comparsas frente al parque central, donde estaba colocada la tribuna principal, y donde la gente aplaudió y vitoreó a los danzantes en su último recorrido.
“Lo más impresionante de la fiesta son las espantosas y a la vez artísticas máscaras, por lo cual cada año vengo con mis hijos y nietos a disfrutar de la fiesta y a admirar la imaginación y destreza de los artesanos que las elaboran”, dijo Gabriel Salinas, oriundo de Guayaquil.
Al igual que él, cientos de turistas nacionales se ubicaron cerca al municipio para observar los bailes y jocosas ocurrencias de cada comparsa. Después de dos horas de música, alegría y color, los espectadores llenaron los comedores de la ciudad, entre ellos el patio de comidas del mercado San Juan, comedor San Miguelito y otra decena de restaurantes en los que se oferta platos típicos como la fritada, carne de pato al horno, cuy asado y yahuarlocro. (I)