De acuerdo con estadísticas del Municipio de Quito, más de 250 mil personas utilizan mensualmente el parque La Carolina, ubicado en el centro-norte de la capital.

Los visitantes, según la información del Cabildo, no proceden únicamente de los alrededores del espacio público, sino también de zonas ubicadas más al norte, en el sur y en las parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ).

Esos han sido algunos de los argumentos esgrimidos por el alcalde Mauricio Rodas para justificar la inversión de alrededor de $ 4 millones en la rehabilitación del parque. Esos recursos incluyen el pago de alrededor de $ 40 mil para la ejecución, instalación y posterior mantenimiento de 6 esculturas de quindes (colibríes) en estructura metálica con tela e iluminación interna.

Otra obra ornamental ejecutada es la construcción de la fuente tipo túnel instalada aproximadamente en la mitad del bulevar La Quebrada y por la que se pagó $ 464.838. El trabajo fue adjudicado el 21 de junio a Quimo Construcciones Cia. Ltda. por el gerente de la empresa municipal de obras públicas, Alejandro Larrea.

De acuerdo con la resolución de inicio del proceso de contratación, los recursos para la ejecución e instalación de la fuente de cristal se obtuvieron de la partida presupuestaria N° 5750104019.

Esta constaba en el presupuesto anual de la entidad municipal con la denominación de ‘Construcción y Reparación de Varios Parques’ y contaba con $ 579.040.

De hecho, el estado de otros espacios verdes de la ciudad genera inquietud entre la ciudadanía. Además, está pendiente la continuación del proyecto ‘Red Verde Urbana’, planificado por la anterior Alcaldía. Este incluía la incorporación de 4 nuevos parques metropolitanos que debían sumarse al sistema de espacios públicos y áreas verdes de la capital.

Dichas áreas recreativas debían establecerse en las zonas rurales de la Quito las que, a diferencia de lo que sucede con el casco urbano, cuentan con pocos sitios de este tipo, a pesar de contar con gran cantidad de recursos naturales.

Las zonas que se había previsto atender son, básicamente, los valles ubicados en la parte oriental y nororiental de la ciudad. Merced a ello, bosques, arbustos y una gran diversidad de fauna y flora deben cubrir más de 100 mil hectáreas de espacios verdes.

El cerro Ilaló, el sector conocido como Algarrobos (Tumbaco), la zona de Calderón y las faldas de los volcanes Pichincha y Atacazo están a la espera de ser intervenidos y establecidos como áreas protegidas.

En la actualidad, los quiteños cuentan con 12 parques metropolitanos y, según los datos del Instituto de la Ciudad, el 92% de los hogares capitalinos tiene acceso a un espacio de este tipo. De acuerdo con la misma fuente, uno de estos está ubicado a menos de 4 kilómetros de la vivienda de cada habitante.

El proyecto ‘Red Urbana Verde’ proponía desarrollar un modelo urbano-ecológico que intercale espacios propios del ambiente citadino con áreas de montaña, quebradas, bosques, etc.

Un ejemplo de ello es el plan de conservación de las laderas del Pichincha-Atacazo y el Bosque Protector Flanco Oriental del Volcán Pichincha, considerados como ejes de preservación de laderas; a la postre, la zona verde más larga de la ciudad. Esos sectores serán intervenidos y llevarán el nombre unificado de Parque Pichincha.

El proyecto, actualmente en espera, de creación del Parque Pichincha requiere una inversión total prevista de $ 152 millones.

La primera fase contemplaba la creación de 5 áreas: Norte Rosa de Los Andes Centro; la parte superior de los barrios Miraflores y Toctiuco; el bosque Vista Hermosa; la zona entre el centro comercial El Bosque y la Universidad Tecnológica Equinoccial; los sectores Pinar Alto y Atucucho, y las áreas Pinar y Montaña de Noroccidente.

Esto contrasta con lo ocurrido entre 2009 y 2014, cuando se inauguraron 4 grandes parques en la zona urbana: Metropolitano del Sur (707,8 ha), Chilibulo–Huayrapungo (320 ha), Cuscungo (12,6 ha) y Bicentenario (127,9 ha). También se abrieron otros parques de menor tamaño como Rumipamba, Guápulo y Equinoccial.

Esto contribuyó a que la ciudad superara los estándares internacionales recomendados sobre áreas verdes. Así, mientras la Organización Mundial de la Salud establece un mínimo de 9 m² de áreas verdes por persona, Quito llegó a un promedio de 15,6 m² por habitante. (I)