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El Telégrafo
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82 mujeres anhelan ser madres por adopción

82 mujeres anhelan ser madres por adopción
12 de mayo de 2019 - 00:00 - Amanda Granda

Hoy es el primer Día de la Madre en el que Gabriela Torres, de 41 años, es la festejada. A sus 36, junto a su esposo, planeó tener un hijo, pero, año a año, su anhelo no se cumplía. Hasta la actualidad los galenos no determinan, con exactitud, la causa de su infertilidad.

Tuvo varios diagnósticos: obstrucción de las trompas de falopio, mala calidad de óvulos, problemas de ovulación, entre otros. Sin embargo, los resultados de sus exámenes eran favorables.

La Organización Mundial de la Salud señala que la infertilidad afecta al 15% de las parejas. En el 21% de casos, la afección es de la mujer y en el 33%, del hombre.

Después de pasar tres años intentando concebir con la aplicación de tratamientos médicos, Gabriela se “resignó” a que no podría ser madre de forma natural.

Manejó varias posibilidades, entre ellas un útero de alquiler. Un día, mientras buscaba información del tema en internet vio la noticia del abandono de un recién nacido. Conversó con su pareja y acordaron que la adopción sería el mecanismo a través del cual ellos se convertirían en padres.

El proceso empezó en marzo de 2017, en la Unidad Técnica de Adopción zonal de Quito y se concretó en junio de 2018.

Datos del informe Niños, Niñas y Adolescentes en proceso de Adopción publicados en junio de 2018 por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (Mies) señalan que, entre enero y junio de ese año, se concretaron 40 adopciones.

El 53% de los solicitantes (persona o pareja) que fueron calificados como idóneos para adoptar esperaron cerca de un año para la asignación de un menor. El 14% esperó dos años, un 2% entre cuatro y cinco años, mientras que el 31% aguardó  menos de seis meses.

Una de las expectativas que la pareja tenía con respecto al infante que sería su hijo era su edad; ellos preferían un bebé; la mayoría de solicitantes busca a un niño  entre los 0 y cuatros años, señala Indira Urgilés, directora Nacional de Adopciones.

De las 40 adopciones concretadas en el periodo que se elaboró el informe del MIES, el 45% correspondió a niños en ese rango de edad.

Emilio (nombre protegido), quien este octubre cumplirá cuatro años es parte de esa estadística.

Desde marzo de 2018 el pequeño de tez trigueña vive, en el norte de la capital,  con Gabriela y su esposo. Los llama papá y mamá, tiene su propia habitación y una sala de juegos en la que hay cuentos y legos.

El mobiliario infantil está listo desde que su mamá buscaba embarazarse. “Hubo un tiempo en el que sentía que ese dormitorio y esa sala lúdica nunca iban a ser ocupadas. Eso me deprimía terriblemente, pero al fin hay un ángel que hace ‘desbarates’ ahí”, dice la ingeniera comercial mientras alimenta a su hijo Emilio.

Como parte del proceso de  adopción ella y su esposo participaron de los círculos de formación de padres adoptivos (dos sesiones de  ocho horas para aprobar cinco módulos).

Según el MIES, a junio de 2018, 60 parejas y 12 personas culminaron esa capacitación estatal. En ese espacio Gabriela conoció a Elena, quien prefiere no dar su apellido. La odontóloga de 44 años es, desde enero de 2019, mamá de la adolescente Luciana (nombre protegido). La menor de 12 años vivió 48 meses en uno de los hogares de la organización privada Aldeas Infantiles.

Luciana es tímida y la mayoría de veces responde con monosílabos. Mientras desenreda con su manos unos audífonos recuerda que tenía un hermano menor de un año que murió a causa de una fuerte gripe que su mamá biológica ignoró.

Cuando una vecina llevó al niño al hospital, él falleció después de una semana. La menor regresó a su casa, pero su mamá nunca volvió. Eso pasó en Latacunga, en 2014.

Ella viajó a Quito y vivió en la calle hasta que personal de Aldeas Infantiles la insertó en su programa de acogida familiar.

Elena no tiene pareja y eso no fue impedimento para que inicie y concluya con éxito el proceso de adopción. En su casa, ubicada en el Valle de Los Chillos, vive con su hija y su perro labrador Tony.

La odontóloga optó por una adolescente, porque está consciente de que las posibilidades que tienen los menores que pasan los 10 años de edad son bajas.

“Ser mamá no fue una de mis prioridades años atrás. Ahora sí, porque siento que estoy lista para asumir esa responsabilidad y compartir mi vida con una adolescente es una experiencia maravillosa”, indica.

Luciana cuenta que extraña a su “exmamá” y a sus “hermanos” (niños con los que vivía bajo la supervisión de una mujer antes de ser adoptada). Su progenitora hace que ella los visite con frecuencia y no cambió su cotidianidad. La menor asiste al mismo centro educativo al que iba cuando estaba en una casa de acogida.

A Luciana no le incomoda que otras personas sepan que es adoptada y aún no le llama mamá a Elena.

Esa actitud es normal explica el psicólogo familiar Augusto Cueva. El experto sostiene que la conexión con un niño o adolescente que ha vivido abandono no es un proceso sencillo, conlleva una carga emocional importante para los futuros padres que va desde el inicio del proceso hasta la postadopción. Sin embargo -resalta- que el entusiasmo y la confianza pueden proveer de grandes reservas de emociones positivas para acompañarles en las diferentes fases de la adopción.

Aunque Elena y Gabriela reconocen que el proceso de adopción puede ser demorado y presentar varias trabas, lo defienden porque lo consideran una de las mejores opciones para poder ser madres. “Somos dos beneficiados: nosotras y los niños y adolescentes que están a la espera de un hogar”, dice la mamá de Luciana.

Al igual que ellas, en la actualidad, otras 82 mujeres (solas -14- y con pareja -68-)  buscan convertirse en madres a través de la adopción, según datos del MIES. 

 Este grupo de solicitantes cumplió con todo el proceso y está a la espera de que los Comités de Asignación Familiar (CAF) les conceda la patria potestad de un niño o adolescente. (I)

El 30% de mujeres no quiere tener hijos

Cada vez hay más mujeres que en sus planes de vida no está tener hijos ni desean ser madres. Son las llamadas “mujeres NoMo”, abreviatura de Not Mothers (en inglés).

Un estudio realizado por la plataforma digital española Sin Filtros señala que esta tendencia se repite en todos los países occidentales. Entre un 25% y un 30% de las mujeres de occidente consultadas defendieron su postura de no ser madres. Un cambio sociológico trascendental en apenas una generación, indica el antropólogo Francisco Beltrán. El experto comenta que esta tendencia se percibe en el entorno más cercano: amigas, familia, compañeras de trabajo…

En el centro del debate está  la duda de que si esta realidad se debe a la falta de estabilidad laboral y emocional de las mujeres o si, por el contrario, hay que buscar explicaciones sobre la idea de que ser madre ya no es una obligación social.

La mamá y socióloga Teresa Cortés sostiene que no tener hijos ya no se ve como una pérdida, sino que incluso está surgiendo una especie de militancia de la vida sin hijos, un orgullo “childfree” que ayuda a derribar muchos de los tópicos construidos alrededor de la maternidad.

Para la filósofa y activista Beatriz Gimeno, la maternidad es un engaño de la misma magnitud que el amor romántico. Lo que es innegable es que ser madre ya no es una prioridad. Y el abanico de razones es enorme. Una investigación realizada por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de Barcelona señala que el 2% de las mujeres que optaron por no tener hijos lo hicieron por motivos biológicos, un 5%  por decisión personal y un 18% indicó que no será mamá por falta de condiciones económicas o emocionales.

“La sociedad todavía nos ve como máquinas de fabricar bebés”, afirma Audrey García, responsable de la comunicación de Sin Filtros. La mujer de 38 años se esterilizó hace tres años y confiesa que aún tiene que dar explicaciones del por qué de esta decisión personal e irreversible.

“Las que no queremos tener hijos somos las locas de los gatos o de los perros. Si cuentas que te has esterilizado la gente debe de imaginarte como una especie de demonio”.

El estudio también reveló que el 25% de las mujeres que nacieron en los años 70 no tendrá hijos. Este es un dato imposible de imaginar hace tan solo unos años, reflexiona Beltrán.

En Ecuador el número promedio de hijos de una mujer durante su vida reproductiva (entre los 15 y 49 años de edad), denominado como la tasa global de fecundidad, pasó de 6,3 en el periodo de  1965 - 1975 a 2,79 en entre  2005 y 2015.

Se estima que ese indicador baje a 1,42 en el lustro 2045-2050, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo. (I)

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