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El trabajo municipal de cuidado de la cuenca del Guayllabamba abarca un área de 47.200 hectáreas

Más de 3 mil hectáreas de páramo se recuperaron

Isidro Simbaña, Roberto Vizuete y Victor Quinchimbla son guardabosques del Antisana, volcán que pertenece a la provincia del Napo y Pichincha.Su labor es proteger el ecosistema. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
Isidro Simbaña, Roberto Vizuete y Victor Quinchimbla son guardabosques del Antisana, volcán que pertenece a la provincia del Napo y Pichincha.Su labor es proteger el ecosistema. Foto: Andrés Darquea / El Telégrafo
16 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

El amanecer llegaba a la cordillera oriental de los Andes y una neblina espesa permanecía sobre la superficie del suelo.

El relinchar de los caballos suplía el sonido de los despertadores. A esa hora, Isidro Simbaña (54), Roberto Vizuete (30), Víctor Quinchimbla (37) y Ricardo Ulcuango (65) ya estaban en pie, pues su jornada de trabajo empieza muy temprano.

Isidro es de piel trigueña, de estatura mediana y ojos negros. A lomo de caballo inició su día, en medio de un frío que calaba los huesos. Durante su intensa su jornada recorrerá una de las 5 rutas protegidas del Antisana.

El martes pasado vestía pantalón de casimir, un saco de lana y, sobre sus pantalones, un zamarro de piel de chivo que lleva en su familia varias generaciones; además, un poncho bicolor de lana de borrego y un sombrero. Finalmente, sobre su pecho colgaba un cuerno de toro, a modo de medalla.

Para Isidro el páramo es parte de su vida pues desde muy niño vivió en varias haciendas ubicadas en la parroquia Píntag, al suroriente de la capital. En aquella época cuidaba del ganado que pastaba en las cumbres del coloso.

Ahora, su trabajo es distinto, pues ya no alimenta a las reses en el pajonal, sino que protege a ese ecosistema como algo suyo. El hombre lleva 6 años como guardaparques y su labor diaria es cuidar el páramo y las reservas hídricas del Antisana, las mismas que proveen del líquido vital a los más de 2 millones de quiteños que habitan en el Distrito.

A galope subió una de las pequeñas montañas que bordean la casa de madera y teja donde vive con sus compañeros de labor. La vivienda fue construida en el mismo lugar donde hace más de 2 siglos Alexander von Humboldt estudió parte la flora y fauna del país.

Mientras se adentra en el corazón del páramo, Isidro tiene que vigilar que nadie atente contra el frágil hábitat, pues es su trabajo proteger las fuentes de agua, cuidar que no haya cacería ni quema de los pajonales y que el ganado de las haciendas vecinas no invada el lugar.

La primera ronda duró hasta alrededor las 11:00. Para esa hora, Roberto, a quien le tocó el turno de la cocina y limpieza de la vivienda el martes, ya tenía preparada la comida. “Es maravilloso ver el cambio que ha tenido el páramo en los últimos 5 años; antes, eso se veía negro, deforestado, pues el exceso de la ganadería mató la flora. Creo que los guardaparques somos parte de la transformación de este paisaje. Hoy se ve verde y eso significa que la vida regresó”, manifestó Isidro mientras se servía un plato.

Por más de 5 siglos el Pajonal del Antisana ha sido deforestado. Ahora, el Ministerio de Ambiente y el Fonag, a través de la EPMAPS, protegen ese hábitat en toda la cuenca del Guayllabamba.

Mientras, Ricardo comentó que realiza el trabajo desde hace 17 años. Su labor como guardaparques empezó cuando se vinculó con el Ministerio del Ambiente. En aquel tiempo, el organismo buscaba líderes comunales que se comprometieran en la protección la fauna y flora de la zona.

En ese momento Isidro tenía un cargo público en Baeza (Napo), pero optó por ser guardaparques con el fin de incentivar a su comunidad a cuidar el ecosistema. Su primera responsabilidad fue resguardar la parte oriental del volcán, en el sector llamado El Tambo. Tras la breve comida, Ricardo realizó el turno de la tarde recorriendo la ruta sur del Antisana.

Mientras ejecutaba su labor comentó que esta le hizo comprender la importancia del significado de la palabra preservación. “Antes, este territorio estaba en manos de los hacendados. Ahora es de todos los ecuatorianos. Creo que el trabajo que realiza el Fondo para la Protección del Agua (Fonag) y el Ministerio (del Ambiente) va para adelante. La palabra proteger tiene un gran significado que no es comprendido por todos, pero para mí es algo maravilloso, que no puede escaparse del sentir de uno”, mencionó.

El Fonag es el organismo encargado de proteger las cuencas hídricas de la zona del Guayllabamba, que comprende 472.500 hectáreas, buena parte de las cuales abastecen de líquido a la capital. El proyecto se inició en el año 2000 y se financia a través del aporte de organismos públicos e internacionales.

El fondo financia proyectos que buscan proteger y rehabilitar las cuencas hídricas con el fin de garantizar la existencia de agua de calidad y en cantidad.

El programa tiene una vigencia de 80 años para cuidar, mantener y rehabilitar más de 9 cuencas hídricas que garantizan el abastecimiento de agua a los más de 2 millones de habitantes de las áreas urbanas y rurales del Distrito.

A través de la ordenanza 213, el Fonag impulsó el diseño del plan de manejo y gestión de la cuenca alta del Guayllabamba. Además, la ordenanza fija una contribución del 2% de la facturación anual de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (EPMAPS) para un fideicomiso que administra el Fonag.

La aportación de la EPMAPS constituye el 93% de los recursos de los que dispone el Fonag ($ 11,2 millones). El restante 7% lo recibe de la Empresa Eléctrica Quito (EEQ), la Cervecería Nacional, Camaren, The Tesalia Springs CO y de The Nature Conservancy (TNC).  

A los 3.750 metros del Antisana, se encuentra la primera reserva de páramo creada por el Fonag. Este ecosistema es el encargado de mantener la humedad y el agua de las cuencas hídricas de las montañas del Distrito Metropolitano.

El Fonag reivindica lo que fue en un inicio del pajonal de los Andes y desde hace 8 años el organismo ha venido recuperándolo, al menos en la parte alta. Hoy, a los pies del Antisana se pueden observar pajonales de menos de 1 metro, cuando su tamaño normal alcanza los 2.

El organismo realiza trabajos de reforestación desde 2005, a partir de entonces ha reforestado 3.600 hectáreas en la cuenca del Guayllabamba; el programa incluye al cerro Puntas y al Antisana. La expansión la agrícola y ganadera fue la causante de la deforestación de los páramos.

Julio Rosero, encargado del proyecto de forestación del Fonag comento: “Hace 40 años, el pajonal empezaba desde los 3.200 metros de altura y ahora lo encontramos a partir de los 3.700 metros. La frontera agrícola y las quemas fueron las causantes de la pérdida de este ecosistema. Desde el 2005, empieza el programa forestal del Fonag y a partir del 2008 se trabaja en la plantación del pajonal en la cuenca del Guayllabamba, en la misma, se ha recuperado 3.600 hectáreas de este ecosistema”. De igual manera, afirmó que quedan aún 76.400 hectáreas solo en la cuenca del Guayllabamba. El 50% fueron degradadas.

En el Antisana, el Fonag preserva más de 500 hectáreas, de las 7 mil protegidas, que se encuentran entre terrenos del Estado y privados.

Para el organismo, la participación de la comunidad es necesaria y actualmente trabajan con 17 comunidades, en toda la cuenca. En el caso de Píntag, la mayoría de sus habitantes se dedican a la ganadería y la agricultura; además, aún existen haciendas que pastorean al ganado en ciertas áreas protegidas.

La comunidad de El Carmen (2.900 m s.n.m) participa directamente en el programa de reforestación del Fonag. Desde hace 5 años, más de 30 comuneros reforestan el páramo del Antisana. Durante un mes, la comunidad se reúne y en grandes mingas sube hasta los 3.900 m s.n.m para sembrar flora nativa en las áreas protegidas.

Rosero mencionó que en los procesos de reforestación del páramo se ha considerado de vital importancia el plantar especies nativas de los Andes, porque ayudan a la proliferación y crecimiento del pajonal. El yagual o polilepis, alisos, pumamaqui, quishuar o podocarpus, cashca, romerrillos y jata están entre las especies seleccionadas.

Mientras se sube por el Antisana, a los 3.600 m s.n.m se puede evidenciar la existencia de terrenos cercados. En ellos crece paja aún pequeña. Así mismo, árboles de Yagual se yerguen en esos predios.  
Juan Carlos Haro, expresidente de la comuna, se dedica a la agricultura y ganadería.

El hombre mencionó que la participación en el programa cambió su mentalidad pues antes, desde la época de sus abuelos, tenían la costumbre de quemar el pajonal con el fin de convertirlo en pastizales para el ganado. “Los días de reforestación son muy esperados por la comunidad; es como una fiesta para nosotros. Además, es el gusto de la gente y el deseo de ver nuevamente el bosque vivo lo que incentiva a la participación”, comentó Haro.

Cada temporada de reforestación, la comunidad siembra aproximadamente de 20 a 30 hectáreas. Haro comenta que ven a este trabajo como una responsabilidad y, pensando en las generaciones futuras, también incentivan a alos niñoñs a vincularse en las jornadas de siembra. El Fonag es el encargado de entregarles las plantas nativas, el transporte y les pagan un incentivo.

La próxima semana, la Empresa Eléctrica Quito (EEQ) tiene previsto realizar con la comuna trabajos de reforestación en aproximadamente 20 a 30 hectáreas.  

Además, el Fonag planea implementar, en marzo de 2015, una nueva técnica de cultivo para reforestar el páramo. Esta comprende la implantación de una semilla en cápsulas rellenas de estiércol de caballo, materia orgánica y arcilla.

Con ese método, el crecimiento del pajonal y de los árboles es rápido y seguro. Se espera que alrededor de mil hectáreas sean tratadas de esa forma a partir del próximo año.

Gracias a este tipo de actividades, la EPMAPS fue declarada ganadora de la sexta edición del Premio de Agua y Saneamiento BID-FEMSA para América Latina y el Caribe, en la categoría Agua, por ser pionera en apoyar la creación del Fondo para la Protección del Agua (Fonag). El premio fue entregado en México, además funcionarios del organismo podrán capacitarse en esa ciudad.

DATOS

En las laderas de Pichincha se han reforestado 26 hectáreas (ha) a través del Fonag. En el cerro Cortadero 7.549,56 ha y en la zona Mudadero 7.389,40 ha.

En los planes de ampliación de áreas protegidas a largo plazo están Jatunhuaycu (900 ha), Hcda. Paluguillo (100 ha) y la ampliación de Corredor Hídrico de los Páramos Orientales.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entregó el reconocimiento a la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (EPMAPS) por la creación de Fonag.

El Fonag también realiza programas de recuperación de cobertura vegetal, educación ambiental, gestión del agua, vigilancia y control de áreas protegidas y comunicación.

La iniciativa para implementar el proyecto fue auspiciada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y recibió la acogida de la Alcaldía a través EPMAPS.

La cuenca alta del río Guayllabamba está conformada por los cantones Quito, Rumiñahui, Mejía, Cayambe y Pedro Moncayo.

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