El 10% de unidades a nivel nacional no tiene aún medidor homologado
Los taxistas usan sus condiciones laborales para fijar tarifas
Jorge Lara tiene 15 años como taxista. Hace 5 años, tras una serie de problemas: una enfermedad de su esposa y varios accidentes, vendió su automóvil para pagar deudas.
Entonces, empezó a trabajar como chofer en unidades ajenas.
El vehículo que conduce actualmente tiene taxímetro homologado, pero no impresora de facturas.
“Es culpa del dueño. Yo le insistí para que hiciera los trámites y comprara el aparato, pero no hizo caso. Se apuró a último momento, pero la empresa que vende los equipos no los tiene y por una deuda (del dueño) con el SRI, el permiso para instalar el facturador también se demoró”, asegura.
Cuenta que el propietario del taxi le exige como caja $ 30 diarios fijos.
“Figúrese —comenta—, aparte tengo que sacar para combustible y mi comida. Y lo que queda después de eso es mi ganancia”.
Afirma que por ello le resulta imposible utilizar de modo permanente el equipo.
José N. vive una situación similar. Maneja un taxi del que —asegura— es dueño un policía.
“Si solo usara el taxímetro no me quedaría nada de ganancia”, coincide con su colega.
Por esto negocia algunas carreras; sobre todo si son largas y por las noches. “Algunos clientes aceptan. Otros se enojan, me insultan o me tiran la puerta”, cuenta José.
Aunque la subocupación en el transporte en taxis es una realidad conocida, no existen cifras oficiales sobre este fenómeno.
Hay quienes dicen que algunas personas poseen 2 o más vehículos y se los encargan a conductores.
En muchos casos, los choferes trabajan más de 10 horas diarias y, por lo general, no están afiliados.
Por ello algunos apelan a esta situación para cobrar las carreras de manera informal y evadir la ley, que establece la obligación de usar taxímetro bajo cualquier circunstancia.