Los cultivos orgánicos del Distrito se toman el parque La Carolina
Zoila Morales fue propietaria de un gabinete de belleza durante 20 años, pero hace dos decidió vender el negocio y dedicarse al cultivo de legumbres y hortalizas en un terreno de 300 metros que poco a poco convirtió en un surtido huerto.
Ella forma parte de la organización Agricultura Urbana Participativa (Agrupar), un proyecto de Conquito enfocado en promocionar la economía solidaria a través de bioferias desde hace 10 años.
Los fines de semana, de 07:00 a 13:00, los agricultores ofertan sus productos en el parque La Carolina y difunden los beneficios de consumir alimentos orgánicos, que se cultivan en 700 huertos ubicados en distintos sectores de la ciudad. Tomates, lechugas, zanahorias, acelgas, remolacha, cilantro, perejil y pepinillo son parte de la oferta.
Los productos tienen el sello de la BCS, una certificación alemana que garantiza que no se utilizaron sustancias químicas en la producción agrícola.
Durante un año, familias, vecinos y amigos participan de la siembra y cosecha de alimentos. Todos fueron capacitados tanto en técnicas de agricultura orgánica, como en la construcción de invernaderos destinados al cultivo de tomate riñón y babaco, con el fin de proteger la siembra de las plagas y el clima.
Además de capacitación, las personas reciben semillas e insumos necesarios para el proceso. Grace Cabezas, otra de las agricultoras, también trabajó en un gabinete de belleza, pero desde hace unos años se unió a otras seis personas interesadas en la producción de alimentos orgánicos.
Ahora tiene dos huertos en el sector Beaterio, al sur de la ciudad. Uno es para el consumo de su familia y el otro está destinado a la producción comercial. En una semana, Grace obtiene de su parcela alrededor de 10 atados de pimiento, seis zuquinis, tres zapallos y 10 atados de zanahoria amarilla. Es decir, al mes se obtienen 40 atados por producto y cada uno con un peso de 500 gramos. En su propiedad también cría cuyes y gallinas.
Además, vende maní de dulce y sal, habas tostadas y maíz tostado. Tras 6 horas de trabajo obtiene 24 fundas de cada producto.
Inés Clavijo, quien está asociada con 16 familias, a más de su producción orgánica, llega cada fin de semana con botellas de diversas aguas aromáticas, que vende en $ 0,50 centavos. Las personas de la tercera edad prefieren las infusiones para aliviar algunos males. Mermeladas de varias frutas, tortillas de maíz y de harina, entre otros, son los productos que se ofertan en la feria orgánica.
Ambrosio Catagña desde hace tres años se dedica a este tipo de agricultura en un huerto que posee en el Valle de los Chillos. Actualmente es un negocio familiar y comenta que los precios de venta al público son los mismos para todos los productores que participan. Un kilo de tomate cuesta $ 1,50 y un frasco de mermelada, $ 2,00.
Elvia Sagacho, también agricultora, indica que se turnan todos los miembros de la asociación que participan en las distintas ferias que se desarrollan a lo largo del Distrito Metropolitano, con la finalidad de no perjudicar a nadie.
María López es una de las compradoras frecuente. Cada sábado llega a las 07:00 para ser la primera en elegir los alimentos que consumirá con su familia. Lo hace consciente de que está llevando salud a su casa.