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Hoy se cumplen 205 años de los hechos del 10 de agosto

Los barrios jugaron su papel en la independencia

Los barrios jugaron su papel en la independencia
10 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

Una corriente historiográfica ecuatoriana suele describir al 10 de Agosto de 1809, Primer Grito de la Independencia, como ‘la revolución de los marqueses’. Esto en alusión al origen social de algunos de sus protagonistas.

Sin embargo, lo que no suelen mencionar los textos escolares es la participación que tuvieron líderes populares y vecinos de la urbe en algunos episodios del proceso, incluidas actividades revolucionarias ocurridas durante los siglos previos.

Gran protagonismo en hechos de este tipo tuvieron sectores como San Roque, San Blas y San Sebastián. Estos se hallaban poblados por personas de origen mestizo e indígena, quienes mostraban, a juicio de las autoridades de la época colonial, una actitud díscola y rebelde.

Las razones de ello estarían en las constantes crisis económicas y tensiones étnicas que vivió la Real Audiencia de Quito durante la época colonial. Muchos de estos episodios son atribuidos a medidas dictadas por la corona española. Así, a finales del siglo XVI e inicios del XVII, el régimen europeo impulsó reformas fiscales, entre ellas la creación de nuevos impuestos.

En el aspecto social, la iglesia fue la encargada de dividir y crear parroquias en las que se distribuía a la población de acuerdo con su origen geográfico y étnico.

En 1568, por ejemplo, el obispo Pedro de la Peña creó las parroquias de indios San Sebastián y San Blas. En 1580 se crearon oficialmente los sectores Santa Bárbara y el Sagrario, lugares en donde vivió la élite española. Diez años más tarde se conformaron los barrios San Marcos, Santa Prisca y San Roque, que fueron zonas en donde se estableció la población india y mestiza.

Según el libro Insumisa Vecindad, memoria política del barrio de San Roque, de Manuel Espinosa Apolo, para 1577, los mestizos conformaban la tercera parte de la población de la ciudad, que para entonces era de 3 mil personas.

Apolo indica en su texto que la situación cultural de ese grupo poblacional, además de su inconformidad con el trato que les daban los españoles, fueron los detonantes para que ese segmento se revelara y originara las revueltas populares que marcaron la vida política y cotidiana de Quito.

“Este comportamiento sería aprovechado más tarde, en el período 1592-1593, por los jefes rebeldes criollos que planificaron la llamada Revolución de las Alcabalas”, señala el texto.

Así, los mestizos fueron los protagonistas de esa revuelta contra las autoridades de la Real Audiencia, generada porque la autoridad española anunció la creación de un nuevo impuesto sobre las transacciones comerciales.

El ánimo rebelde de los mestizos quiteños no se apagó en los siguientes años, pues continuaron participando en nuevos levantamientos. Uno por tensiones entre la élite local y la autoridad española (1717-1726); por desacuerdos con la administración religiosa (1747), hasta llegar a la Rebelión de los Barrios de Quito en 1765.

A raíz del levantamiento de 1747, San Roque y San Sebastián se convirtieron en el eje de las revueltas populares capitalinas.

En ese marco, la Revolución de los Barrios es considerada como un punto de inflexión en la relación entre la población local y la autoridad real. Esto porque durante ese hecho, los mestizos y criollos no solo se mostraron en desacuerdo con las medidas sobre el monopolio del  alcohol y el cobro del impuesto de las alcabalas, sino que también hubo ya algunos pronunciamientos en favor de la independencia.

El investigador de la Universidad de California Jaime Rodríguez señala en su texto Los Orígenes de la Revolución de Quito en 1809 (2011), que “la Rebelión de los Barrios, como se le conoce, fue la insurrección urbana más grande, más significativa y de mayor duración en la América española del siglo XVIII”.

Para Alfonso Ortiz Crespo, cronista de la ciudad, “luego del Primer Grito de Independencia, la junta ve necesaria la adhesión del pueblo para legitimar su acción. Entonces, el 16 agosto se convoca a los diputados de los barrios de Quito para que se pronuncien sobre si apoyan o no al movimiento; en esa fecha se legitimiza, entonces, el proceso, pues se contó con el apoyo popular”, comentó Ortiz Crespo.

Posteriormente, tras la llegada de tropas realistas para sofocar el golpe autonomista y el apresamiento de los patriotas, los vecinos de los barrios también adquieren protagonismo. Así, la masacre del 2 de Agosto de 1810 fue detonada tras el intento de grupos de quiteños para liberar a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima.

DATOS

Carlos Montúfar se convierte en líder de la revolución quiteña entre 1810 y 1812 luego de que la mayoría de los próceres fuera asesinada el 2 de Agosto de 1810.

Según los historiadores, se perdió el registro de los hechos entre 1812 y 1822, aunque se tiene la noción de que en Quito el pueblo se mantenía insurrecto ante el gobierno español.

Uno de los recursos más importantes de insurrección que tenía la población de los barrios quiteños fueron los pasquines. Por medio de estos, se impulsaba a la población contra el poder peninsular.

La noche del 9 de agosto de 1809, los patriotas se reunieron para programar los hechos del día siguiente.

En algún momento se arrepintieron pero, según los registros, fueron impulsados por Manuela Cañizares.

Antonio Ante, Juan de Dios Morales, Juan Pío Montúfar, Juan de Salinas, Manuel Rodríguez de Quiroga, Manuela Cañizares y María Ontaneda, fueron algunos de los patriotas que participaron el 10 de Agosto.

Rosa Motúfar y María Ontaneda fueron 2 protagonistas no muy conocidas de la gesta independentista. Ellas participaron en la llamada Batalla del Panecillo (1812), uno de los hechos posteriores a la masacre de los patriotas del 2 de Agosto de 1810.

Para fines del siglo XVIII y principios del XIX, el casco colonial contaba con unos 24 mil habitantes y el área residencial estaba compuesta por 2.500 casas; varias de ellas aún se conservan.

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