Las ciudades deben prepararse para las crisis
Sin resiliencia, las ciudades no podrán sobrevivir. Esa capacidad que tienen los seres humanos para sobreponerse a las adversidades y salir fortalecidos también puede aplicarse al mundo urbano.
Son estas urbes, capaces de sobrellevar las crisis, las que reciben el nombre de resilientes, una definición que se basa en la idea de la urbe como un sistema de sistemas, un ente complejo que, a semejanza del cuerpo humano, requiere del correcto funcionamiento de los distintos órganos para poder estar sano.
Según Arab Hoballah, jefe de la Subdivisión de Consumo y Producción Sostenibles del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y conferencista de Hábitat III, cada ciudad debe estar preparada para enfrentar ‘imprevistos’ que amenazan con el buen funcionamiento del sistema.
Entre ellos, cortes en el suministro de agua o electricidad, problemas en el transporte público, inundaciones, deslaves, terremotos. Si bien hay factores más graves que otros, solo las ciudades conocen, a cabalidad, sus realidades y pueden prepararse mejor para enfrentar situaciones límite.
Para Hoballah, cada ciudad es un mundo, una suerte de microcosmos con especificidades propias y, como cada una es diferente, son diversas las estrategias que tienen para sobrellevar una situación difícil.
“La resiliencia es esencial porque permite determinar qué tan preparadas están nuestras ciudades para hacer frente a un conjunto de problemas que surgen a diario. El reto es cómo prepararlas para que sean más resistentes a los embates internos y externos. Algunas saben hacerlo mejor que otras, pero todas deberían tener la capacidad de reaccionar incluso contra los efectos negativos del cambio climático”.
Para Margarita Contreras, especialista en urbanismo, es clave incorporar una mirada resiliente en cualquier proyecto de planificación urbana a fin de brindar seguridad y sostenibilidad a los habitantes.
Eso significa que las ciudades no pueden crecer de manera desordenada porque se corre el riesgo de que surjan nuevos asentamientos urbanos en zonas vulnerables a deslaves, por ejemplo.
Al permitir que se multipliquen este tipo de asentamientos, las ciudades no están aplicando el concepto de resiliencia, porque, como dice la especialista, en lugar de protegerse se exponen a riesgos.
Arab Hoballah considera que las ciudades resilientes tienen un denominador común: son capaces de reducir al mínimo el riesgo de sufrir un desastre y en el caso de que ocurran, puedan recobrarse de sus efectos, en lugar de hundirse más.
Durante su intervención, Hoballah fue claro al indicar que para minimizar los peligros, las urbes resilientes deben regular, entre otros aspectos, los códigos de edificación para construir edificios acordes a los posibles riesgos sísmicos, planificar las áreas urbanas y crear las condiciones para que ningún habitante pueda perder la vida frente a un fenómeno natural.
Otro de los temas abordados por estos especialistas durante Hábitat III también fue la capacidad de las ciudades para adaptarse a los efectos del cambio climático. (I)
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Con información de 200 ciudades
La ONU trabaja en un atlas de expansión urbana
El desarrollo urbano va más allá del crecimiento poblacional, comprende la interacción de políticas públicas encaminadas a mejorar el estándar de vida de los ciudadanos a través de la productividad, óptimas condiciones de empleo, infraestructura, entre otros aspectos. Las ciudades son los sitios donde convergen todos estos elementos.
En eso se resumen las ponencias de 5 conferencistas internacionales que ayer abordaron la problemática en torno al desarrollo económico local. El jefe de la ONU en HÁBITAT sobre Economía Urbana y Finanzas, Marco Kamiya, precisó que una base de datos sólida de cada ciudad es la herramienta fundamental para delinear políticas públicas.
Dijo que desde las Naciones Unidas aconsejan a los alcaldes el levantamiento de información. El organismo trabaja en bases de datos municipales y en estructurar un ‘Atlas de expansión urbana’. Este último se está implementando en la Universidad de Nueva York en conjunto con el Instituto Lincoln de Políticas Territoriales. Incluye información de 200 ciudades, cuyos resultados se presentarán próximamente.
En el ámbito laboral, el delegado de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), Edmundo Werna, dijo que en los países en vías de desarrollo “los pobres están trabajando, pero en condiciones muy malas”. Habló de concentrarse no solo en las cifras, sino en observar las condiciones en las que se realizan las actividades.
La asesora en Desarrollo Metropolitano de Bucaramanga (Colombia) resumió que para alcanzar el desarrollo económico, la clave está en empatar al sector público con el privado en un esfuerzo coordinado. (I)