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El Telégrafo
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La celebración, según algunas fuentes, recuerda el encuentro de los pueblos quitu y cara

La Yumbada de Cotocollao es una danza ancestral que perdura en el tiempo

La fiesta de la Yumbada es parte de la identidad de Cotocollao. El yumbo mate es uno de los personajes que alegra la fiesta que dura 3 días en la antigua parroquia quiteña. Foto: Cortesía del Municipio.
La fiesta de la Yumbada es parte de la identidad de Cotocollao. El yumbo mate es uno de los personajes que alegra la fiesta que dura 3 días en la antigua parroquia quiteña. Foto: Cortesía del Municipio.
29 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

Cotocollao realiza este fin de semana la Yumbada, una fiesta ancestral que tiene sus raíces en la época previa a la conquista incaica.

Los Yumbos fueron un pueblo preinca que se asentó en el sector de Nanegalito, al noroccidente de Quito.

Fany Morales es la cabecilla de la Yumbada, rango que heredó de su padre(Pedro) quien, a su vez, recibió la tradición de su abuelo. “Ser cabecilla significa ser el padre y madre de los guaguas. Mi padre me dejó esta responsabilidad”, comentó.

Alrededor de 60 danzantes, todos moradores de Cotocollao, se congregan desde la noche del viernes, en la av. Galo Plaza Lasso, a la altura del cementerio Parque de los Recuerdos, para convocar a los guaguas, como se denomina a quienes participan en el rito.

Morales mencionó que los preparativos de laYyumbada se inician con 3 meses de anticipación, para que el día preciso todo salga bien.

Con el sonido de voladores y al compás que marca el pingullero o mamaco (personaje principal) con ese instrumento de viento y el tambor, salen los danzantes durante la ceremonia de recogida.

“Por Dios, presten los piecitos”, es la frase con la que se convoca a los yumbos durante el ritual. El llamado a los guaguas se realiza durante toda la noche del viernes y la madrugada del sábado, y antes de las 06:00, la yumbada se tomó la plaza de Cotocollao (norte).

Los yumbos danzan en el centro del lugar, espacio milenario de su encuentro. En el transcurso del día, el mamaco, el yumbo mate —quien viste un poncho con mates (recipientes redondos de madera para beber la chicha)—, la yumba, el yumbo auca y el mono (el encargado de alegrar el ambiente), alimentan y cuidan a los yumbos.

Luego, los danzantes visitan a los priostes de la fiesta. Y tras este recorrido, los danzantes llegan de nuevo a la plaza para realizar el ritual en honor al fuego y a la luna.

Hoy, los yumbos compartirán los productos de la tierra, de sus chacras, en la pambamesa, comida colectiva en la que se sirven alimentos tradicionales como la chicha, el maíz, el mote, la arveja, el chocho, el tostado, entre otros.

Pero antes de que los priostes y los yumbos compartan esos alimentos, se realiza el ritual de la matanza, que conmemora el encuentro de los pueblos quitu y cara, en el episodio que recuerda la mítica alianza de 2 pueblos hermanos y ancestrales.

“Marujita Sebastina, asómate a la ventana, para darte la semana, escondido de tu taita y de tu mama”, es una de las coplas que cantan y recitan los yumbos al momento de despedirse de la danza.

Esta fiesta se retomó hace 10 años y fue justamente Pedro Morales el encargado de rescatar la Yumbada de Cotocollao. Fany, heredera de la tradición, señaló que por un período de 20 años se dejó de festejar públicamente, pero que al interior de las viviendas sí se realizaba el evento.

Manuel Gómez, uno de los danzantes, mencionó que la Yumbada de Cotocollao se relaciona con ese pueblo porque era la puerta de entrada de sus integrantes a Quito. Añadió que en el sector de Nono y Nanegalito aún hay coluncos, los caminos construidos por el pueblo yumbo para trasladarse de un sector a otro e intercambiar sus productos con otros pueblos.

En el libro La ciudad y los otros, de Eduardo Kigman, se señala que “Cotocollao formaba parte del viejo Chaupicruz, puerta de entrada del país de los Yumbos”.

Manuel reitera que Cotocollao era una zona de descanso de los Yumbos e inclusive era un sitio de comercio entre pueblos, tradición que aún persiste.

Sobre el baile, mencionó que actualmente existen 2 contextos en los que se desarrolla: el primero es que coincide con el Inti Raymi pero no es parte de esa celebración. El segundo es que en la Yumabada se rechaza a la religión católica; “mientras se celebra la misa, los yumbos realizamos la pambamesa, celebramos otros rituales como curas del espanto o malas energías. Es importante señalar que esta celebración no se relaciona con el sol, sino con el agua como regente de la vida; el líquido vital no está domesticado, como la agricultura y por eso es esencia de la vida”, finalizó.

Datos

En la Yumbada bailan jóvenes, mujeres, niños y ancianos. En épocas anteriores solo podían bailar los hombres. El agua es el elemento fundamental de la Yumbada.

Los bailarines de la Yumbada de Cotocollao llevan una lanza hecha de chonta negra que representa a los rayos del sol. Todos usan pelucas largas con cintas atadas alrededor de sus cabezas.

Los trajes varían entre faldas y un pantalón corto. Todo depende de si representan a un yumbo hombre o a una mujer, de acuerdo con el nombre de la montaña, cerro o volcán con el que se conecten en el ritual.

Acompañan a los danzantes 2 personajes: los monos, protectores de los yumbos contra el contacto con los humanos, y el mamaco o pingullero, quien toca un pequeño tambor con su mano izquierda y un pingullo (flautín tradicional andino) de 3 notas con la derecha.

El domingo es el día ‘mayor’ de la Yumbada. Inicia con la toma de la plaza y continúa con el ritual de la Mesa de Yumbos, que es una comida comunitaria que comparten todos los yumbos y sus familias.

Los danzantes de la Yumbada se cpnsideran descendientes directos de los quitu caras, aunque muy pocas tradiciones se mantienen de los primeros pueblos de Quito.

En la danza participan el pingullero, los capariches, grupo de negros, etc.

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