Las expresiones literarias tienen cabida en las páginas del primer diario público ecuatoriano
La Sed de la Mariposa, un texto sobre una despedida de amor
Era la primera vez que llegaba temprano. No quería perder un solo segundo. Llegó apurada, con su hermoso rostro rojo, pues había caminado mucho para encontrarme. Yo, sentado en el umbral de la panadería, con frío, hambre, con tantas ganas de verla.
Llegó y en mis ojos se posó una infinita alegría que no podía soportar y que de un solo impulso quise demostrar. En menos de lo que paré de leer, me levanté; ella movió despacio su cabeza y mis labios fueron a parar en su mejilla izquierda. Me dijo: “¿estás enojado?”. Claro que no lo estaba, solo pensaba en besarla.
Mis ojos se hallaban hipnotizados en sus labios. Yo, idiotizado por completo. Solo realizó un movimiento de cabeza y me hizo entender que no.
Dentro de mí, mi cerebro, mi corazón, mis labios y mis recuerdos eran ya de ella. Hubo de preguntarme una, dos, tres veces más. Siempre con la cabeza negándolo, siempre sumergido en la estupidez, siempre ella sumergida en mi corazón y en mi mente.
Ella no quería perder un solo segundo y me soltó como un baldazo de agua helada esta frase: “Debemos terminar, ¿verdad?”. Y yo, torpe, estúpido, ignorante de la vida, solo quise llorar; pero, ¡maldita sea!, maldita suerte la mía que ni una lágrima pude derramar.
Mis labios torpes pronunciaron “Si tú lo quieres”.