Gloria Morán, profesora de la Escuela Guayaquil, corre todas las mañanas en el Parque Bicentenario junto con su hijo, y aún con asombro reconoce que la contaminación ambiental se redujo desde que el aeropuerto se mudó a la parroquia de Tababela. “Es verdad, se siente un cambio, la ciudad se siente más limpia y  me da gusto salir las mañanas”, señaló.

La Secretaría de Ambiente del Distrito Metropolitano indicó que los niveles de contaminación de la ciudad, especialmente en los sectores aledaños al antiguo aeropuerto como la Kennedy y Jipijapa, se han reducido en los últimos tres meses.

Por ejemplo, las cargas de dióxido de azufre y nitrógeno, químicos emitidos por el escape de los aviones, se redujeron en un 14%, reveló un estudio preliminar. “El material particulado, el hollín de los escapes de los aviones, disminuyó en un 48%  en estos tres meses. Ese resultado es positivo para la ciudad porque también se redujo la contaminación del ruido”, señaló Valeria

Díaz, responsable de la Unidad de Investigación y Análisis de Monitoreo Ambiental. Issac Carvajal, morador, desde hace más de 30 años, del barrio La Kennedy, comentó que fue bueno conocer que el nivel de estos dos contaminantes ha bajado, y cree que las acciones para cuidar el medio ambiente de la ciudad se deben intensificar. “La salida del aeropuerto trajo beneficios al final, pero aún no nos acostumbramos a la distancia del nuevo. El tráfico que se genera camino a Tababela todavía es un problema”, comenta.

La Secretaría de Ambiente tiene una de las redes de monitoreo de ambiente más completas de la región. Su trabajo engloba el monitoreo de la contaminación del aire, del ruido, del nivel de calidad del agua y el laboratorio de regulación ambiental.

Quito es la única ciudad del país que tiene la Red de Monitoreo más extensa. Las mediciones a través de este sistema se realizan cada dos horas. La capital cuenta con  43 estaciones de control que se encuentran repartidas en todo el Distrito. El equipo técnico que posee la red  es uno de los mejores de Latinoamérica y lleva 10 años controlando la calidad del ambiente de la ciudad.

Micaela Burbano, estudiante de Medicina, dijo que un buen ambiente mejora la calidad de vida los habitantes. Pero al conocer de los bajos niveles de contaminación, la joven también se preguntó si el problema no se trasladó a las poblaciones aledañas al  nuevo aeropuerto.

Vladimir Ibarra, secretario de Ambiente, a más de destacar que “la salida del aeropuerto ha significado una disminución sobre todo en las horas pico de material particulado”, explicó que la contaminación en el sector de Yaruquí no es la misma: “El antiguo aeropuerto tenía 120 hectáreas de espacio, mientras que el nuevo tiene más de 1.000, entonces la contaminación que se puede generar en esta zona o el ruido se amortiguan y su impacto es mucho menor en la población”.

Clara Guanocunga vive en Tababela y cada mañana se dedica a la venta de leche, que transporta en un pequeña carreta. Así recorre las principales calles del poblado y en cada casa ofrece su producto. Ella señala que, a pesar de la cercanía, no conoce el aeropuerto. “Nosotros ni sentimos a los aviones, pasan calladitos por encima de nuestras casas. Acá todo sigue igual, ni parece  que tenemos a los aviones cerca”, comentó.

El sistema de monitoreo de ambiente de la capital controla todos los contaminantes que pululan en el aire. La Secretaría de Ambiente actualmente está compartiendo su experiencia con otras ciudades del país, entre ellas Cuenca. “Estamos dando soporte a otras ciudades del Ecuador como Ibarra, pero también estamos trabajando de manera conjunta con capitales de otros países como Bogotá, pues en este tema tenemos fortaleza”, anotó.

La red tiene el apoyo de técnicos de México, Chile, Brasil y Argentina e inclusive tiene un sistema de medición más efectivo en comparación con los dos últimos países. Y está previsto que en las próximas semanas, empiece a operar la Red de Monitoreo del Agua.