La Ronda es tradición, juegos, música en vivo, comida y canelazos
Empanadas gigantes, canelazos, hervidos, música, tradición, juegos y deliciosa comida, se encuentran al recorrer La Ronda, ubicada al pie del sector El Panecillo, en el corazón del Centro Histórico de la capital.
En la mañana, cuatro jóvenes del barrio son los guías. Ellos muestran a los turistas los juegos tradicionales que tratan de rescatarlos, pues poco a poco se han perdido, como el juego del sapo, la rayuela, futbolín, trompos, balero, canicas y los coches de madera.
Mientras se recorre el lugar, los cuatro jóvenes, vestidos de “Rondín”, “Juancho”, “La Negra Mala” y la “Chola Pinganilla”, cuentan datos históricos de La Ronda, en particular, y de Quito, en general.
En la noche, la calle se ilumina y se vive un aire de fiesta, pero a lo tradicional. Los bares y restaurantes ofrecen música en vivo, como también deliciosa comida y bebidas.
La Rondalia Quiteña es uno de los primeros bares que está en la tradicional calle. Al ingresar, lo llamativo son las mesas: máquinas de coser antiguas, aquellas que tenían pedal, con vidrio en la parte superior y quedaron listas para atender a clientes.
Klever Silva (25 años), propietario, contó que la inspiración de este novedoso arreglo fue su madre, quien fue costurera. “Es en honor a mi mami”, dijo.
Otra de las curiosidades del bar es la bebida llamada “agua loca”, un brebaje elaborado a base de diez hierbas, con un toque de limón y, si el cliente prefiere, un poco de licor. Un vaso de ese líquido es necesario para una noche fría, aseguró Klever.
En La Ronda, lo más común es que en los bares y restaurantes se puede disfrutar de música en vivo. Por ejemplo en el local La Torera, el tipo de música que se ofrece para que se deleiten los turistas es la nacional. Pero el día que el turista visita el lugar y no hubo ninguna presentación, puede escuchar albazos, pasillos y sanjuanitos en una antigua rockola, con $ 0,25 puede elegir dos canciones.
Según la propietaria, Emma Malán, la máquina de música tiene en la familia más de 30 años y no se le ha hecho ningún cambio, “pero debe tener más tiempo, porque mis padres la compraron de segunda mano”, contó.
Los músicos de la calle recorren los lugares que no cuentan con música en vivo y ofrecen su arte. Con su guitarra al hombro entra a uno de los locales de comida Ernesto Jiménez, de 50 años de edad. Para él, la música es una forma de expresar lo que siente una persona.
“Lo que más piden que cante es música nacional, creo que es porque es muy bella”, dijo. Agregó que entre las canciones más solicitadas constan los pasillos Ángel de luz y El aguacate. El valor de la canción lo pone el cliente, pero Ernesto contó que hace varios años le pagaron $ 20 por una sola canción, “el arte no tiene precio”, aseguró.
El barrio tradicional también ofrece exquisitos platos típicos, ya que es conocido por las famosas empanadas de morocho y de viento.
El precio de una empanada de morocho es $ 0,50, mientras que las empanadas de harina (llamadas de viento) son de varios tamaños y, por ende, diferentes precios, la pequeña cuesta $ 0,50 y la gigante oscila entre 4 y $ 4,50.
Si el visitante busca otro tipo de comida, el restaurante El Horno de Leña ofrece alimentos cocinados en leña. La especialidad son las gallinas de pinllo, cuyo secreto está en que el horno tenga la temperatura correcta, y hacer que la gallina se cocine con su propio jugo, contó Antonio Zumba (70 años), quien se encarga de preparar el platillo.
Para contrarrestar el frío se puede tomar canelazo, que es una mezcla de canela con licor. El vaso cuesta un dólar, o los hervidos, que es una bebida caliente con fruta, como la naranjilla, que puede o no mezclarse con licor: el vaso vale 1,50 dólares.
Otra opción para entrar en calor, es el vino de frutas, que también ofrece El Horno de Leña. La fruta se fermenta con miel, no se utilizan uvas, solamente mora o piña.
Asimismo, para no olvidar que se visitó el lugar se encuentran locales para comprar recuerdos, uno de ellos es la Hojalatería Silva. En este hay juguetes elaborados en metal, como pequeñas cocinas con sus respectivas ollas, refrigeradoras, minirregaderas, también candelabros y faros. Todos son hechos a mano, con máquinas antiguas que modelan el metal.
En otros locales se pueden adquirir artesanías, bufandas, gorras tejidas a mano. También aretes, collares pulseras, confeccionadas con distintos materiales, como madera, yute, alambre, hilo y semillas.