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La Carolina no es solo un lugar para hacer deporte

La Carolina  no es solo un lugar para hacer deporte
10 de octubre de 2011 - 00:00

El parque de La Carolina se ha convertido en uno de los puntos de referencia de la capital, un paso obligado para quiteños y visitantes. Y es que grandes edificaciones forman parte de la zona bancaria, comercial y ejecutiva de Quito que lo rodea.

Atrás quedó el extenso parque en donde solo se hacía deporte, se disfrutaba de la naturaleza, de la laguna (ahora artificial) y la emoción de las carreras de caballos que semanalmente se cumplían en el desaparecido hipódromo. El panorama de las décadas de los 70 y 80 quedó para el recuerdo.

Hoy la modernidad ha ganado espacio. En las 67 hectáreas del parque se encuentra un jardín botánico, un vivarium, un centro cultural, un centro de exposiciones, una laguna artificial donde se alquilan botes, la campana de la paz, la Cruz del Papa, la Tribuna de los Shyris, canchas para todos los deportes y vías para ciclistas y atletas.

Políticos, ambientalistas, grupos sociales, organizaciones e instituciones públicas prefieren este parque y sus instalaciones para programas especiales de toda índole, cualquier día de la semana. Por eso La Carolina siempre tiene algo que ofrecer. ¡Y qué decir de los fines de semana!

En un recorrido realizado ayer se evidenció una campaña fuera de lo común, la de los “abrazos gratis”. Un grupo de jóvenes camina por varias horas  regalando abrazos a quienes encuentran. Lo hacen como una manera de mejorar el día y el ánimo de las personas.

A unos metros de la Campana de la Paz, jóvenes de entre 17 y 21 años practican durante seis horas los movimientos para sus presentaciones, son  cheerleaders. Juan Carlos Moya, uno de sus integrantes, explica que desde hace seis meses practican en el sitio, debido al espacio y  a los espectadores que diariamente los observan y animan. Esto les ayuda a tener confianza. 

Unos metros más al norte, Alexis Pérez, patinador profesional, entrena a niños de  tres años en adelante. Los pequeños con casco y rodilleras tratan de seguirle el paso a este entrenador que ya ha participado en varios torneos europeos.
En una de las esquinas un hombre le enseña a su esposa a manejar bicicleta, apartados del bullicio y la gente. La hija de la  joven pareja trata de ayudar a su madre, que un poco nerviosa se sube en la bicicleta.

Los que prefieren algo de tranquilidad optan por subirse a los botes y navegar  en la laguna, situada en la parte sur del parque. Familias enteras, o personas solitarias disfrutan de un momento de esparcimiento en esta actividad.

Mientras se acerca el mediodía, los lugares de comida comienzan a abarrotarse. “Cevichochochos”, jugos naturales, platos a la carta, la variedad es grande alrededor del parque. Para la sed, el jugo de coco y de naranja son los preferidos.

Quienes por el Sol se encuentran un poco agotados, buscan la sombra de los árboles para calmar su cansancio, como Patricio Camacho, quien cada domingo llega hasta La Carolina con sus dos pequeños y su esposa. Cuando no puede salir de la ciudad, prefiere compartir con su familia ahí, ya que el resto de la semana es complicado estar  juntos.

Del otro lado, cerca a la Av. Amazonas, las personas de la tercera edad miran un juego de tenis, la cancha que nunca queda vacía. También aprovechan para jugar a las cartas.

Mientras las horas avanzan algunos llegan y otros se van, todos con ganas de disfrutar de lo que les ofrece el parque. Termina el día y La Carolina se alista para otra jornada.

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