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El Telégrafo
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Los habitantes del barrio buenos aires esperan evaluación para conocer el destino de sus predios

Hectáreas afectadas por incendios forestales superan en 37% a las del verano de 2013

El incendio ocurrido el fin de semana pasado en el sector de la quebrada Togllahuayco fue uno de los 7 que ocurrieron en esos días en el Distrito Metropolitano de Quito y que afectaron 352 hectáreas. Foto: John Guevara/ El Telégrafo.
El incendio ocurrido el fin de semana pasado en el sector de la quebrada Togllahuayco fue uno de los 7 que ocurrieron en esos días en el Distrito Metropolitano de Quito y que afectaron 352 hectáreas. Foto: John Guevara/ El Telégrafo.
07 de septiembre de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

En el sector Chama Pata, al borde de la vía Intervalles (oriente), a mediados de esta semana persistía la conmoción causada por los incendios que consumieron buena parte de las laderas que rodean a la quebrada Togllahuayco.

Andrés Puma, morador, señaló que, según la versión de los vecinos, un habitante del sector habría provocado accidentalmente el primero de los siniestros ocurrido el sábado 30 de agosto. “Habría estado quemando maleza o algo así y la fuerza del viento hizo que las llamas se extendieran. Dicen que él mismo intentó apagar el incendio con unas ramas, pero que no pudo”, comentó.

La versión tiene asidero en las estadísticas oficiales que señalan que el 95% de los incendios forestales son provocados por la acción humana, trátese de quemas de preparación del suelo para el cultivo que se salen de control, o de actos premeditados de pirómanos.

Al otro lado de la quebrada, en la zona de Toglla, los efectos de las llamas eran más evidentes. El fuego había logrado ser detenido a no más de 3 metros de varias edificaciones.

Una de ellas es la Escuela General Píntag, cuyas instalaciones lucen vacías pues la estructura no funciona desde hace pocos años y su interior es ocupado únicamente por el esmeraldeño Wellington Moreira y su familia, quienes cuidan la infraestructura.

Más al oeste, en el lugar conocido como Japic, todavía se percibía el olor a quemado y había rastros perceptibles de las llamas a 2 días de que fuese apagado un foco de reactivación. En el extremo más lejano del predio que ocupa lo que parece una casa de campo, un tronco aún arrojaba humo.

En un predio más al sur, Manuel Agustín Chalco quemaba una parte de su terreno “para evitar que creciera la mala hierba”.

Según el hombre, de unos lúcidos 93 años, su propiedad resultó afectada en alrededor de 6 ha (hectáreas) con los incendios del sábado y domingo pasados.

Chalco relató que estando en el estadio de la zona para mirar un partido de fútbol, detectó las señales del fuego a eso de las 13:30.

Y que al percatarse de que el incendio ocurría en dirección a su propiedad, se apresuró lo más que pudo para tratar de sofocar las llamas; pero el viento había hecho que estas se extendieran rápidamente por ambos flancos del cauce que desemboca en el río Pita y consumiera el bosque de eucaliptos que crecía en el área.

No muy lejos de allí, en la misma zona de los valles orientales que unen a los cantones Quito y Rumiñahui, 4 familias vivían su propio drama a causa del incendio ocurrido también el fin de semana anterior en el cerro Auqui.

Aunque en 3 de los casos las llamas se detuvieron a poca distancia de las viviendas ubicadas en el barrio Buenos Aires, el hogar de la familia Córdova Mantilla fue alcanzado por el fuego, ocasionando que los miembros de esta perdieran sus pertenencias.

Adicionalmente, hasta el viernes pasado la Secretaría Metropolitana de Seguridad evaluaba las condiciones legales en las que se encontraban los predios afectados para determinar el tipo de ayuda que recibirían de las autoridades.

Esta, de acuerdo con las normas que rigen los fondos de emergencia municipales, puede ser: la relocalización de los afectados, la intervención en arreglos que cubren hasta el 10% del avalúo de la vivienda, la devolución de enseres por hasta $ 2 mil y la cobertura de gastos médicos y medicinas por la misma cantidad.

No obstante, de comprobarse que las estructuras fueron edificadas informalmente en una zona de riesgo, la Municipalidad podría expropiar los inmuebles, pues en áreas de ese tipo está prohibido construir.

El 30 y 31 de agosto fue el período más crítico de incendios forestales ocurrido durante la presente época seca en el Distrito. El fin de semana anterior se registraron 7 incidentes de ese tipo, que provocaron afectaciones en 352 ha.

En total, de acuerdo con datos proporcionados por el secretario Metropolitano de Seguridad y Gobernabilidad, Juan Zapata, 545 hectáreas de vegetación resultaron quemadas en Quito desde el 27 de junio hasta el 1 de septiembre en 38 incendios. A ello se sumarían algunos incidentes similares ocurridos en el transcurso de esta semana.

La cifra constituye un incremento del 37% en relación con las 344 ha que se quemaron durante el verano del año pasado.

No obstante, la cifra no guarda ninguna relación con lo ocurrido durante similar período de 2012, cuando se vivió una verdadera crisis en la capital y el país: en Quito, hace 2 años, se registraron 221 flagelos, los que consumieron 1.571 hectáreas.

Datos

El Municipio ha invertido alrededor de $ 3,5 millones en el denominado Plan Fuego de este año. Sin embargo, la cifra de áreas afectadas es superior al año pasado.

En las próximas semanas, el Cuerpo de Bomberos de Quito planea entregar unos 4.500 extintores en las 33 parroquias rurales capitalinas como parte del programa Mi Hogar Seguro.

Como parte del Plan Fuego 2014, se han realizado charlas de concienciación tanto en la ciudad como en las zonas rurales, llamando la atención de los habitantes sobre prácticas generadoras de incendios.

Entre las acciones futuras para ayudar al combate de los incendios forestales está previsto que el Cabildo quiteño adquiera un helicóptero que servirá para ejecutar tareas de extinción desde el aire.

El 90% de los incidentes relacionados con fuego en áreas rurales de la provincia de Pichincha durante este verano ha ocurrido en el Distrito Metropolitano.

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