En enero saldrían del centro las miniterminales
Un nuevo andén se construye cerca de la estación El Ejido del sistema integrado de transporte Trolebús, el cual atenderá a los pasajeros que deseen trasladarse hasta las terminales terrestres de Carcelén, en el norte, y Quitumbe, en el sur.
La nueva estructura servirá a los usuarios de las miniterminales de las cooperativas de transporte interprovincial que, hasta el momento, operan en varios sectores de la ciudad y causan congestión vehicular.
Según la ordenanza municipal, esas miniterminales no pueden seguir prestando el servicio de transporte y sus usuarios deben dirigirse hasta las terminales antes mencionadas. Aquello aún no se cumple, pese a que el plazo para que salgan del centro de Quito concluyó el 10 de octubre pasado.
Según varios gerentes de las cooperativas de transporte, el Municipio extendió el plazo hasta que concluyan las festividades de Navidad y Año Nuevo. “Aún no nos dan una fecha específica, pero podría ser en enero”, expresó Francisco Arias, secretario de la cooperativa Occidental.
Mientras tanto, el Municipio avanza en la construcción de un nuevo andén en El Ejido para el público que usaba las miniterminales. El objetivo es que los usuarios tomen el Trolebús hacia las terminales del norte y sur de la ciudad.
Este servicio no tendrá paradas intermedias para ahorrar tiempo a los viajeros.
El nuevo servicio no será exclusivo para los usuarios de las terminales, sino para todo aquel que quiera trasladarse rápidamente a Quitumbe o Carcelén. “Aún no se define si tendrá el mismo costo del pasaje o será más alto”, explicó un funcionario municipal. Pero aclaró que no permitirán que lleven grandes bultos, sino un peso y tamaño adecuado para no molestar a los demás usuarios.
Las cooperativas de tránsito interprovincial seguirán teniendo sus sucursales en el centro de la ciudad, pero ya no podrán recoger ni dejar pasajeros allí. Las instalaciones servirán solamente para comprar boletos y dejar y retirar encomiendas.
Para los usuarios de las miniterminales, sobre todo aquellos que todavía no conocen bien la ciudad, la decisión municipal les preocupa.
Juan Tapia llega a la capital dos veces al mes desde Cuenca y tiene que trasladarse hasta La Gasca, en el norte de Quito. Afirma que la parada de la cooperativa Santa, ubicada en la calle 18 de Septiembre y Manuel Larrea, queda cerca de su destino. “Elegí este transporte porque está cerca de donde tengo que ir, además, porque este lugar es central y de aquí puedo movilizarme a cualquier sitio, sobre todo quienes no conocemos la ciudad. No quiero que salgan de aquí”.
Otros usuarios, en cambio, opinan que el servicio es mejor en comparación con las dos terminales. Clarisa Ángela vive en Llano Grande, al norte de Quito, y tiene que trasladarse hasta la terminal de la cooperativa Occidental. Ello le toma alrededor de una hora, para desde allí viajar a Shushufindi, en el Oriente. “Si hubiera este servicio en el terminal terrestre de Carcelén, no desperdiciaría tiempo”, dijo.
Quienes están contentos con la salida de las miniterminales son los comerciantes y moradores de los sectores aledaños. Para ellos, lo molestoso era el ruido de los buses y de la gente en las madrugadas. Además, la contaminación ambiental que generaban. Clemente Arguello, propietario de una relojería en la calle 18 de Septiembre, cerca a la terminal de la cooperativa Occidental, cuenta que los buses ocupan toda la calle y obstaculizan los parqueaderos para sus clientes, lo que afecta incluso sus ventas.