“El valor del Centro Histórico está en la gente”
El proyecto de revitalización del Centro Histórico se hizo público el año pasado. El Gobierno central y el Municipio de Quito destinan aproximadamente 83 millones de dólares para la primera fase y se estima que la inversión alcance los 675 millones de dólares hasta 2017.
Para el presidente del Colegio de Arquitectos, Handel Guayasamín, las propuestas anunciadas por las autoridades son factibles, pero es necesario que sean socializadas con los habitantes de la zona, así como con otros técnicos para que se nutran de nuevas visiones.
¿Cuál es el estado actual del Centro Histórico, en cuanto a arquitectura y urbanismo?
La parte urbana es quizá el componente que más se ha mantenido en el tiempo; me refiero a la trama que se adapta a la tipografía y que además define, de acuerdo a los asentamientos coloniales, unos órdenes como: la construcción de la línea de fábrica, las alturas de las edificaciones, la línea de aleros. De hecho éste es el conjunto urbano.
En lo arquitectónico hablamos de piezas, elementos e inmuebles.Por un lado existen inmuebles patrimoniales civiles, que son viviendas, hay elementos religiosos y tenemos plazas, espacios públicos, comercios, talleres e industrias. En relación con este conjunto pienso que el Municipio desde el año 90, en que se creó el Fondo de Salvamento, hace varias intervenciones que están destinadas, sobre todo, a mejorar la calidad del espacio público, es decir, se han levantado aceras, se han soterrado instalaciones, se eliminaron carteles que salían de las edificaciones y ahora existe una visión más integral del espacio y, obviamente, hay un tema de infraestructura.
Pero también se intervinieron algunas edificaciones y algunas se convirtieron en museos. En este momento hay muchos casos como ese y también se han realizado intervenciones en los espacios religiosos -iglesias y conventos-, pero hay una deuda pendiente. ¿En qué ámbito están los pendientes?
En cuanto a vivienda. El Centro Histórico se tugurizó muchísimo, particularmente en las décadas de los ochenta y noventa, cuando se produjo un serio problema de hacinamiento en casas que, en principio, fueron diseñadas para una familia y luego se convirtieron en habitaciones para 50 o 60 familias. Un ejemplo de ello es la Casa de los Siete Patios, emblemática en ese sentido. Cuando yo la conocí, era estudiante y estaba bastante descuidada, por lo que ahí se hizo una intervención muy importante para recuperarla.
¿Los planes que el Municipio está impulsando para incrementar el número de viviendas en la zona y que busca devolverle la imagen de residencial, responden a la deuda que usted menciona?
Pienso que es el tema más importante en este momento, porque un Centro Histórico, además de los valores materiales o físicos, tiene un valor patrimonial por el aspecto cultural intangible que está dado por sus habitantes que, en muchos casos, son familias tradicionales que por generaciones han permanecido ahí y que, obviamente, son parte de una cultura, de una manera de ser y de hacer, que es lo que todos somos en definitiva. No se podría explicar el pasillo ecuatoriano sin el Centro Histórico; no se podría ni siquiera imaginar la serenata quiteña sin los balcones de la zona.
Eso no se resuelve con la propuesta de las autoridades para que las embajadas y residencias vayan al Centro Histórico, no se resuelve con que los señores embajadores se instalen ahí, porque ellos no son parte de la cultura barrial. Un ejemplo es lo que ocurre en Guápulo, en donde hay tres residencias de embajadores: España, Reino Unido y Bélgica, porque ninguno de los diplomáticos ha salido alguna vez a socializar con los moradores del barrio.
Los edificios modernos se podrían reciclar y no demoler para que se adapten armónicamenteEntonces, ¿cuál sería la propuesta para revitalizar al Centro Histórico?
Lo que interesa es que nuestra población, ubicada en diversos sectores y estratos sociales, que desde siempre ha vivido en el centro, permanezca ahí y para eso es necesario diseñar una política de hábitat y vivienda, un tema bastante complejo porque sin duda cada inmueble tiene su historia, sus líos legales, etc.
Existen por ejemplo inmuebles que pasaron de una familia a los herederos, de éstos a sus hijos y no se sabe quién es el actual propietario. Nunca se hicieron las declaratorias de propiedad horizontal, entonces hay líos por herencias que son complejos, pero que deben ser analizados. El Colegio de Arquitectos, en la administración de Alberto Andino, en base a un contrato con el Cabildo, hizo un inventario de los inmuebles del Centro Histórico que reveló la existencia de un 10% de unidades en riesgo estructural, es decir que, entre 300 a 350 inmuebles. Eso quiere decir que si continúa la etapa invernal podrían caerse, peor aún ante un sismo.
¿Esa debería ser la prioridad del Cabildo para la nueva intervención en el Centro Histórico? ¿Es necesario hablar del derrocamiento de algunas edificaciones?
Por supuesto. Lo que quieren demoler son edificios de hormigón que no se caerán nunca. Yo me pregunto ¿por qué actuar en las edificaciones que están estables?, ¿cuál es el pecado de estas? Se trata de estructuras que se insertaron en el Centro Histórico entre los años 50 y 60, que sin duda están fuera de contexto si se lo quiere ver así, pero algunas de ellas son parte de lo que se denomina el Modernismo en Quito. Se trata de propuestas arquitectónicas que partieron de la racionalidad en los usos, de la tecnología de hormigón... Estas no desbarataron la armonía en el conjunto del centro, porque es un porcentaje mínimo que apareció en la zona. Pero como dice el historiador Alfonso Ortiz: el Centro Histórico prevalece porque éramos un país, una ciudad pobre en esa época, caso contrario hubiésemos entrado con maquinaria para arrasar con todo como sucedió en otras ciudades de América Latina.
¿Cuáles serían las consecuencias, en el entorno del Centro Histórico, si se derrocan esos edificios de hormigón?
El conjunto de intervenciones, entre las que están la construcción del Metro (algunas paradas se situarán en este sector); la recuperación de los inmuebles patrimoniales para cambiar sus usos, pues a una universidad le han entregado el predio del antiguo hospital San Lázaro; y las demoliciones creo que son absolutamente factibles de implementarse. Es necesario tomar en cuenta que, al ser un área sensible y de mucho valor que pertenece no solo a Quito sino a toda la humanidad, esas intervenciones -que son muchas y que el Gobierno ha anunciado que tienen una cantidad enorme de recursos- suponen que hay toda una iniciativa para hacerlo.
Pero existen competencias de entidades que tienen la responsabilidad de velar para que los proyectos se hagan en función de procedimientos, a nivel zonal y con todos los estudios técnicos, avalados por las instancias que tienen potestad de decir si esto se puede o no hacer. Todas las propuestas deben ser debatidas, considerando que somos una sociedad con un saldo pendiente en salud y vivienda, no podemos darnos el lujo de simplemente demoler sino que podemos plantear un reciclaje con esos edificios y reformar sus fachadas para que empaten armónicamente con el contexto de la zona.
¿Entonces es posible evitar la demolición de esa infraestructura?
Claro que sí y no se crearían vacíos, pues el Centro Histórico es una sola unidad que conserva el criterio de un bloque, de la manzana, que no admite plazas o parques. Es como una dentadura perfecta si usted le saca una pieza, así le ponga otra de oro, siempre saltará a la vista. Por ello creo que se debe actuar de forma responsable y cada proyecto amerita un análisis específico.
La construcción del Metro por debajo del Centro Histórico puede develar restos arqueológicosUna de las paradas del Metro pasará por debajo del Centro Histórico y según los estudios de suelo realizados por el Municipio, no existen riesgos estructurales en la zona, pero aún hay quienes están preocupados. ¿Debemos preocuparnos?
Sin duda uno de los problemas para el transporte público siempre ha sido cómo atravesar este cuello de botella que es el centro en relación con el norte y sur de la ciudad. Es obvio que si ese nudo tiene un gran valor arquitectónico y urbano no se puede entrar a perforar como ocurrió cuando se abrió la avenida Pichincha para atravesar La Marín, cortando las casas por la mitad. Eso sería inadmisible en estos tiempos, por lo que la construcción del Metro es una solución óptima.
Pero también es un problema atravesar quebradas y cimientos, lo que dependerá de la profundidad del túnel. A su vez, esta problemática puede ser una oportunidad para el desarrollo arquitectónico, ya que por ejemplo el Metro de Moscú tiene más de 100 años y algunas estaciones son verdaderos museos. Lo propio puede ocurrir acá, es decir, que se encuentre abajo un túnel que esté ligado a las bóvedas de los cimientos de las catedrales o de las alcantarillas que están en desuso, y que estos espacios maravillosos puedan ser ocupados como museos, donde podríamos tener hasta vestigios arqueológicos interesantes.
¿Habrá que tomar algún tipo de precauciones para la ejecución de este tipo de construcciones?
Se ha hecho una licitacion internacional y se supone que tienen amplia experiencia, porque si van a perforar por debajo de la primera ciudad del planeta en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad deben tener clara su responsabilidad. Esa bóveda o túneles deben tener todas las previsiones y los estudios correspondientes para garantizar que la obra se haga en las mejores condiciones y dure eternemente.
¿El Foro de la Ciudad, al que está convocando el Colegio de Arquitectos, abordará estos temas?
Este foro, al que aspiramos asistan delegados de todos los municipios, se realizará el 4 de junio próximo en el Salón de la Ciudad. También asistirán el ministro de Vivienda, Pedro Jaramillo, y el alcalde Augusto Barrera, con quienes abordaremos estos planteamientos y haremos algunos aportes.