EN CHIRIYACU Y SOLANDA, EN EL SUR DE LA CIUDAD, SE CONSTRUYEN NUEVOS CENTROS COMUNITARIOS
El Cabildo convierte a los CDC en las Casas Somos
Durante las 3 últimas semanas el grupo de break dance Punto y Coma ha repasado sus coreografías en la calle. La nueva administración de la hoy denominada Casa Somos La Roldós, ubicada en el norte de Quito, modificó sus horarios de atención de 07:00 a 19:00, cuando antes, por la demanda de usuarios, abría hasta las 21:00. ¿Pero qué son las Casas Somos? Desde hace unos 4 meses el Municipio de Quito cambió las fachadas de los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) y, tras ello, también su denominación.
El cambio fue anunciado en octubre pasado por el alcalde Mauricio Rodas cuando visitaba la construcción de una nueva casa en el barrio Chiriyacu, en el sur de la ciudad. A inicios de su administración, los CDC suspendieron temporalmente sus actividades, según explicaron en ese momento las autoridades locales, se debió a que planeaban repotenciar las instalaciones y coordinar mejor el servicio que brindaban a la comunidad. En esa planificación habrían participado las secretarías de Inclusión Social, Coordinación Territorial y Cultura.
Casi 2 años después de que Rodas asumió la Alcaldía, las Casas Somos hoy son administradas por la Secretaría de Coordinación Territorial, pero la ciudadanía desconoce si la reforma es el resultado de ese análisis previo o si es simplemente un cambio de imagen. La modificación más notable está en la fachada, que hoy luce de color rojo y lleva una franja multicolor, imagen que caracterizan a la actual administración municipal.
Una publicación de septiembre de 2015 de la agencia de noticias del Municipio capitalino informa que, durante un recorrido por la construcción de la Casa Somos en Solanda, Rodas explicó que este sería un centro de confluencia para vecinos del sector donde se ofrecerán talleres en materias productivas, computación, inglés, artesanías, estética y belleza, artes, cultura y diferentes actividades recreativas “para que se convierta en el núcleo de encuentro de los moradores de este populoso sector”.
Aunque no informó cuántas casas se construirán, sugirió que tendrán un enfoque productivo. Cabe anotar que esa labor ya se realizaba a través de las dependencias de la Agencia Metropolitana de Promoción Económica, ConQuito.
Aún permanecen los letreros de CDC junto a los nuevos carteles de Casa Somos en el barrio de San Diego, en el Centro Histórico. Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
Los moradores de La Roldós sienten que pierden espacio
Los gestores culturales del barrio La Roldós mencionaron que el Municipio les notificó, únicamente, que los CDC se llamarían Casas Somos, pero no explicaron si habrá un replanteamiento del proyecto.
“Entendemos que se trata de una nueva línea política para evitar los nombres que vienen de la administración anterior, pero no se está cumpliendo el objetivo para el que fue creado este CDC. Antes existía más apoyo y coordinación”, señaló Geovanny Novoa, presidente del Colectivo Vientos del Norte.
De igual manera, Lucila Ochoa, integrante del grupo de danza folclórica indicó: “nunca se reúnen con nosotros. Acá solo llegan las disposiciones por parte de las autoridades municipales”.
El colectivo Vientos del Norte agrupa, desde hace 5 años, a más de 280 personas entre jóvenes, niños y ancianos del barrio. Alrededor de 18 grupos son parte de esta organización cultural y comunitaria.
Novoa mencionó que obtener el CDC fue parte de una lucha comunitaria, pues los moradores del sector y de barrios aledaños requerían del espacio. “La comunidad solicitó a los dirigentes de la cooperativa Jaime Roldós que cedan el espacio donde se encontraba el mercado,
cuando se hizo posible la transferencia del predio se construyó el centro con apoyo de la Alcaldía anterior”.
Desde hace 4 años, el colectivo ocupa esas instalaciones. En el lugar se reúnen grupos culturales de danza, canto, música y de la terceraedad para repasar sus coreografías y compartir con la comunidad. Pero hace aproximadamente 20 días, la Administración Zonal La Delicia cambió a los encargados de organizar el trabajo en el barrio y los horarios de atención a la población. Aquello afectó la cotidianidad del barrio.
Según los integrantes de Vientos del Norte, las instalaciones eran ocupadas generalmente en la noche (17:00 a 21:00), debido a que la mayoría de vecinos realizaba alguna actividad después de su jornada de trabajo y estudios.
“Con la nueva administración surge una problemática que está dejando fuera a varios grupos del barrio. Para ellos (los administradores) podrá ser solo un cambio de horario, pero para nosotros significa un cierre de oportunidades. Es como botar a la calle el trabajo de los gestores”, comentó Novoa.
De igual manera, el grupo de la tercera edad de La Roldós, que también ocupa esas instalaciones 4 días a la semana, indica que desde hace un año no tiene profesores en los talleres de canto, costura, bailoterapia, entre otros.
Digna Amagua es la encargada del proyecto ‘60 y Piquito’ y comentó que la mayoría de talleres en los que participan son autogestionados.
“Permanentemente voy al Patronato San José y a la Administración Zonal para solicitar profesores para los abuelitos. La respuesta es siempre la misma: ‘no hay presupuesto’. Algunos de los instructores que nosenvía el Municipio duran apenas 3 meses porque luego no hay dinero para pagarles”.
El colectivo solicitó hace 2 semanas una reunión con las autoridades de la Administración La Delicia y de la Secretaría de Coordinación Territorial, pero la cita no se concretó. “El único aporte que nos da el Municipio es el espacio público. El sonido, la vestimenta y más requerimientos son financiados por nuestro colectivo y ahora nos están cerrando las puertas con este nuevo horario”, comentó Bryan Escobar, representante del grupo de break dance Shadow Dancer’s, quienes ahora practican en la calle.
Finalmente, el miércoles, delegados de la Secretaría de Coordinación Territorial y de la Administración La Delicia se reunieron con el Colectivo Vientos del Norte. Según Novoa, los funcionarios se comprometieron a que desde febrero el horario de atención se ampliaría hasta las 20:00 y, a partir de marzo, hasta las 21:00. Con respecto a los instructores que requieren, particularmente los adultos mayores, será el Colectivo Vientos del Norte el que presente un proyecto para determinar qué actividades se realizarán para que, sobre esa base, el Municipio les asigne capacitadores, aunque no habrían especificado si existe disponibilidad presupuestaria para ello.
En otras Casas Somos los usuarios pagan por los talleres
Las condiciones varían en otras Casas Somos del Distrito. Por ejemplo, los moradores del barrio Chilibulo, al sur de la ciudad, indican que los cursos de chocolatería, cocina y pintura en tela son gratuitos e ininterrumpidos.
En la Casa Somos de El Recreo y San Diego, los talleres son permanentes; los participantes indican que el Municipio coloca capacitadores para los talleres, pero los cursos son pagados por los asistentes. El valor que cancelan por la actividad va de $ 0,50 a $ 1,00 por cada clase.
Mientras, en Tumbaco, al nororiente de Quito, la junta parroquial acoge a los grupos vulnerables, sobre todo de la tercera edad, y les ofrece talleres gratuitos en las casas comunales en 8 barrios.
Gustavo Pérez, vicepresidente de la Junta, dijo que la entidad captó al grupo de adultos mayores por la falta de proyectos de la Casa Somos. “Con el cambio de administración este grupo quedó en el aire y como junta retomamos el trabajo. La Casa Somos atiende a un grupo de la tercera edad pero necesita hacer más trabajo comunitario”.
La directora metropolitana de Participación Ciudadana de la Secretaría de Coordinación Territorial, María Belén Aguirre, explicó que “más allá de las características y relaciones del ámbito geográfico y de variables como la distribución etaria y étnica de la población, ha sido el conjunto de relaciones socioeconómicas, culturales y ambientales de la interacción de la ciudadanía y las instituciones la que haincidido en el diseño del modelo degestión de Casas Somos Quito”.
En una entrevista por correo electrónico, la funcionaria indicó que el cambio de nombre e imagen de los ex-CDC se debió a que su denominación no era reconocida por la ciudadanía y no generaba sentido de apropiación, mientras que Casas Somos apelan a un sentido de familiaridad y pertenencia.
La iniciativa también respondería a las necesidades de los barrios de contar con más seguridad, espacios de recreación y de desarrollo productivo, apoyo en temas de salud y educación para niños y adolescentes, así como el fortalecimientode procesos organizativos.“En este caso, los ciudadanos liderarán un tercio de la programación del proyecto.
Además, para el 2016, se desarrollará una plataforma digital mediante la cual la ciudadanía podrá informarse de la programación que exista en cada Casa Somos e incluso podrá proponer iniciativas comunitarias tales como talleres, encuentros, capacitaciones entre otras”.
Contrario a lo que sostienen los moradores de La Roldós, afirma que todo el funcionamiento, servicios y talleres que se brinda en esas instalaciones son comunicados permanentemente a la ciudadanía, a través de los promotores.
Aclara que si bien el proyecto está a cargo de la Secretaría de Coordinación Territorial, gran parte de los procesos se coordina con las secretarías de Inclusión Social, Educación, Cultura, Ambiente, Desarrollo Productivo, Salud, la Unidad Patronato Municipal San José y ConQuito.
Hasta mediados de año, el Municipio pretende inaugurar 4 centros en Bellavista, Solanda, Chiriyacu y Guápulo, aunque la propuesta es equipar a la ciudad con más espacios similares.
El presupuesto contemplado para 2016 por la Secretaría de Coordinación Territorial para el funcionamiento de las Casas Somos asciende aproximadamente a $ 1,4 millones.
Allí participarán varios colectivos de danza andina, asociación de marmoleros y floristas de San Diego, Danza Inkary, Shadai Yuyai, Danzando Tierra, Yarandinarte, EclipseSolar, Taita Cumi, Raíces de mi tierra, Chasqui Samay, Shungo Rumi, Danza Los Andes, Danza Quilla, entre otros.
Y respecto a la situación de La Roldós-Pisullí, Aguirre contó que en 2015 tuvieron una programación diversa para niños, jóvenes y adultos mayores, con apoyo de instructores comunitarios. Solo allí —asegura— participan activamente 13 colectivos en varios talleres. (I)
Las integrantes de 60 y Piquito realizan sus actividades durante 4 días a ala semana, todo es gracias a su autogestión.
DATOS
En la administración de Augusto Barrera se crearon 43 Centros de Desarrollo Comunitario, a los cuales, asistían alrededor de 100 mil personas.
Hasta 2014, en la Administración Zonal Eloy Alfaro existían 7 Centros de Desarrollo Comunitario. Hasta el momento se desconoce, con la actual administración, cuántas Casas Somos continúan operando y cuántas se contruirán.
Solo en la parroquia Tumbaco, en 2013, se invirtió $ 2 millones en desarrollo comunitario. En esta parroquia habitan alrededor de 47 mil personas y es una de las que cuentan con mayor desarrollo económico.
En el marco de la inauguración del CDC de La Roldos-Pisulí, en 2013, se presentó el programa distrital Quito Cultura Viva, el cual buscaba que los vecinos de todo el Distrito Metropolitano tengan mayor acceso a las producciones, expresiones artísticas y culturales a través de la participación, el diálogo, la formación y el disfrute.
Como parte fundamental del eje social, la administración municipal, presidida por el alcalde Mauricio Rodas, impulsa ahora el proyecto de las Casas Somos, a través de la Secretaria de Coordinación Territorial y Participación Ciudadana.
La Casa Somos Chiriyacu, se convertiría en un espacio de convivencia ciudadana para fortalecer los procesos de participación. La parroquia Chimbacalle tiene una población de 40.557 habitantes distribuidos en 23 barrios.
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Espacio público
"La comunidad organizada es una fortaleza, no un problema"
Leonardo Zaldumbide, sociólogo y máster en Gobierno de la ciudad, comentó que la actual administración municipal no ha generado ninguna transformación en el modelo de gestión de los ex-Centros de Desarrollo Comunitarios (CDC). Explicó que el cambio de nombre a ‘Casa Somos’ responde a una nueva línea política y de mercado-tecnia de la actual Alcaldía. Señaló que la transformación de un espacio a nivel nominal no es verdadera y que únicamente se efectuó una adaptación de marketing que se refleja en el cambio de colores y logos en los ex-CDC.
“El problema fundamental que tienen los CDC —ahora Casas Somos— es que funcionan como un recetario que hace pensar que todas las poblaciones son iguales. Por ejemplo, se instala CDC en San Marcos, El Panecillo, San Diego, etc., y paradójicamente se instauraba un mismo modelo de gestión, cuando la comunidad tiende a acercarse a estos espacios de manera distinta”, explicó.
Zaldumbide señaló que la agenda que se implementa en los CDC no toma en cuenta las condiciones en las que se desarrolla la población. “Existieron casos de CDC que fueron muy exitosos, por ejemplo, los de Calderón y Llano Chico, pero la pregunta que deberíamos hacerles a los planificadores es ¿cuál fue la diferencia entre los unos y los otros? Precisamente eran las dinámicas comunitarias que se daban en cada espacio”, manifestó.
Con respecto al caso específico de las Casas Somos del barrio La Roldós dijo que, en un principio, quienes administraban el espacio entendían las demandas de la comunidad porque se comprendía que la organización local es sumamente valiosa.
“Es fundamental que la comunidad entienda que ese espacio es suyo y que puede generar transformaciones [...] Si la nueva administración toma esta forma de participación como un problema y no como un referente terminará ocasionando el cierre del espacio por abandono. No es difícil darse cuenta que lo que sostiene a estos lugares comunitarios, sobre todo cuando se intenta generar interacción comunitaria, de convivencia, de diálogo, es la comunidad”, aseguró el analista capitalino. (O)