Con el Palacio de Justicia se fue parte de la historia de Quito
Cristina T. trabaja en un estudio jurídico ubicado al frente del edificio donde funcionaba el Palacio de Justicia. Su escritorio está cerca a un ventanal por el que se puede observar a los obreros que demuelen la edificación en la que por más de 50 años se ubicaron los juzgados.
La joven que hace dos años se graduó de abogada, dice sentir tristeza al ver cómo parte de la historia de la justicia va desapareciendo: “Yo no pasé muchos años en la edificación, pero me llevo los mejores recuerdos”.
En diciembre del año pasado la Asamblea Nacional compró este edificio al Consejo de la Judicatura, en un monto que llegó a los 4’238.951 dólares. El predio fue incluido en el proyecto urbanístico Complejo Legislativo y desde esa fecha los cinco juzgados de la niñez, los de tránsito y la sala de sorteos fueron reubicados en varios edificios del centro y norte de la ciudad.
El edificio, que hasta el año pasado fue el centro de encuentro de quienes llevan procesos legales, se convertirá en un sistema de parqueos subterráneos y se prevé que albergue a unos 2.000 autos. La zona en la que se ubicó el ex Palacio de Justicia fue construyéndose a medida de la confluencia de gente que acudía al sector.
En este mismo lugar también se ubicó el Registro de la Propiedad, que también se cambió de casa en junio de 2011, una vez que pasó a ser administrado por el Municipio de Quito. Por ello, no es raro encontrar en la zona más de 5 notarías, decenas de centros de copiado, restaurantes, papelerías, librerías jurídicas y hasta vendedores ambulantes.
Graciela Guamán tiene un kiosco de venta de periódicos frente a la edificación desde hace 40 años. La mujer dijo sentirse apenada por la desaparición de esta importante infraestructura: “Me dio una impresión tan fuerte que hasta me enfermé y no vine a trabajar dos días”.
La demolición del edificio inició en febrero y se prevé que la torre de estacionamientos esté lista en junio próximo.
José Alominia, presidente del Colegio de Abogados, quien tiene su oficina en la zona desde hace más de 10 años, sostuvo que se debió planificar mejor el proyecto e incluso pensar en la recuperación del edificio, similar a la que se hizo con la casa Lasso-Conto, que también es parte del Complejo Legislativo y que está junto al ex Palacio de Justicia.
Esa será la sede de oficinas protocolarias donde se realizarán las reuniones con organismos regionales e internacionales. “Para los abogados éste no solo era un símbolo, era una casa en la que nosotros íbamos a trabajar. El Palacio no solo eran paredes, piedras o varillas, ahí existían acciones, vidas, anécdotas”, dijo Alominia.
Uno de los hechos más representativos suscitados en este edificio fue el ocurrido durante el gobierno de León Febres Cordero (1984-1988), época marcada por la conflictividad entre los poderes del Estado. Allí, el exmandatario ordenó a las Fuerzas Armadas que rodeen la Corte Suprema de Justicia con tanques de guerra, para así evitar la toma de posesión del nuevo presidente de la institución.
A pesar de este panorama de nostalgia, existen también moradores que son positivos y piensan que la demolición traerá consigo una nueva opción para repotenciar la zona y pondrá a Quito al nivel de otras capitales del mundo. “Me dicen que esto va a quedar como un mini Pentágono”, dijo Sara Coyasos, propietaria de un restaurante.