El Alcalde capitalino resaltó durante el informe final de sus 5 años de gestión, presentado la tarde del miércoles en el Centro de Convenciones Bicentenario (antiguo aeropuerto), que todas sus acciones estuvieron encaminadas a crear una ciudad en la que prime el bien común.

“No hemos tenido un Municipio que trafique intereses; construimos interés general”, señaló Augusto Barrera ante cientos de ciudadanos, funcionarios gubernamentales y municipales.

Al respecto, puntualizó que el “futuro de la ciudad debe ser marcado por el interés general, no de inmobiliarias o traficantes de tierras”.

El Burgomaestre resumió su labor diciendo que deja “un Quito en marcha y un Cabildo caminando”.

No obstante, reconoció en su discurso, que fue interrumpido constantemente por los aplausos de los asistentes, que todavía faltan cosas por hacer en el Distrito. “Quito es todavía una ciudad de enormes injusticias, herencia del pasado colonial”, afirmó.

Y por ello envió un mensaje a su sucesor, Mauricio Rodas, al decir que la capital “debe concluir el ciclo de transformaciones” iniciado durante su administración. E hizo hincapié en el tema de la movilidad, afirmando que “tal como se ofreció en campaña, se debe concluir la construcción de la obra del sistema de Metro de Quito”.

Sobre el trabajo específico, reiteró la cifra que ha anunciado en ocasiones anteriores, sobre las 4.916 obras ejecutadas en el transcurso de los 5 últimos años.

“Regularización de barrios, prevención de riesgos y alta cobertura de servicios son logros de esta administración”, apuntó Barrera.

Cuando habló de los programas de atención a las personas de la tercera edad, en especial ‘60 y Piquito’ y sus más de 300 puntos de atención, los aplausos se hicieron sonar con mucha fuerza e incluso hubo gritos de vivas al Alcalde.

Mercedes Pareja, jubilada desde hace 10 años y viuda hace 3, fue una de las personas que asistieron a la rendición de cuentas.

La mujer no paraba de aplaudir durante la intervención. Y al consultarle las razones de su entusiasmo, respondió: “Cuando murió mi esposo, me limité a encerrarme en la casa y me deprimía mucho. Pero mi amiga Teresa —quien la acompañó al Bicentenario— me obligó a ir a las actividades de ‘60 y Piquito’ y desde entonces no paro. Eso me ha hecho vivir de nuevo”.