Especial coronavirus
Mentiras y redes
La cohesión de una sociedad se mide por la solidaridad de sus integrantes y, muestra de ello, es la confianza en la información que se difunde en todos los niveles y sectores de la población. Actualmente la desinformación aumenta en ciertos sectores donde la alfabetización es funcional.
Las audiencias masivas son el mejor canal para la propagación y consolidación de un sistema de desinformación, en donde se afecta emocionalmente al receptor para que asuma el contenido como verdadero, lo haga parte de su historia personal y lo recircule.
Así funcionan las llamadas fake news y, en estos momentos de crisis sanitaria, se han disparado para beneficiar a grupos políticos, para llamar la atención de autoridades, en fin, para beneficio de unos pocos, en detrimento de lo que busca el periodismo serio: el bien común y las soluciones sociales.
Las mentiras vienen de todo lado y nos exponen como una sociedad intolerante y poco solidaria. Si miento o ayudo a difundir la mentira, el daño, en esta emergencia, lo sufrimos todos, incluido el mentiroso y el ayudante. Perdemos todos como sociedad y género humano, pues mentir con la vida es lo último que puede hacer un homínido.
En estos días el Consejo de Comunicación del Ecuador circuló una guía de manejo informativo para no caer en el juego de los mentirosos que lucran con la información. Los periodistas profesionales deben darle una mirada para confirmar lo que aprendieron en las aulas y en el trabajo diario, pero la población debe hacerla suya para no alimentar al trol.
Grupos de comunicadores también aportan con iniciativas, como la cruzada que lleva a cabo Cobertura Digital, los encuentros de Observacom de la UTPL, por citar dos; incluso webinarios internacionales se pueden reproducir en la red.
Pero hay dos principios fundamentales que debemos tener en cuenta para no engordar a ese ente que se va constituyendo en monstruo: Uno. La noticia falsa no es noticia, es una mentira, es manipulación, es manejo de masas mediante datos que no responden a la realidad y tan solo benefician a quien la difunde. Dos. La mentira se riega más fácil en ambientes volátiles como el actual.
No caigamos en el juego; seamos las barreras contra la desinformación en los grupos familiares de WhastsApp, allí donde el analfabetismo mediático reina y donde la tía, el primo o los padres, de manera iracunda, replican contenidos falsos que lo único que hacen es engordar a los troles. (O)