Elecciones y dolarización
La presencia de la pandemia profundizó una ya compleja y crítica situación social y económica, despejando definitivamente esa bruma que la “revolución ciudadana” se empeñó en crear para ocultar su desconocimiento, irresponsabilidad, miopía y anacrónicos preceptos ideológicos con los que hundieron a la economía del país.
Por si fuera poco, establecieron un sistema de corrupción generalizada desde las más altas esferas, en todos los sectores y niveles del Estado. Analistas e instituciones internacionales han estimado este perjuicio con valores que superan los 30 mil millones de dólares, cifra casi vacía de sentido ante la imposibilidad siquiera de imaginarla. Dejaron además otros costos no monetarios quizá más importantes; entre ellos, un paternalismo oculto bajo la peor forma del populismo socialista y que se convirtió en elemento orientador de la política pública, consolidando un Estado controlador e ineficiente.
El discurso protector a favor de los sectores vulnerables regresa recargado a propósito de la campaña electoral, en la que circula una propuesta del correato en este sentido: fortalecer el sistema de protección social (transferir a los sectores vulnerables una renta básica, financiada a través de la emisión de dinero electrónico). Un nuevo canto de sirena para medrar en el dolor y angustia de la sociedad ecuatoriana empobrecida, en medio de una pandemia que se mantiene inalterable.
La propuesta no sólo deja en evidencia su perversa capacidad de echar mano a las más execrables prácticas demagógicas, pues no les importa el destino que tendrán esos mismos sectores que dicen defender, porque sin duda será catastrófico cuando hayan terminado con la dolarización. Ese será el resultado final de ser elegidos y concretarse la propuesta.
En economía existe un principio incuestionable que va más allá de cualquier concepción ideológica: la emisión inorgánica de dinero (sea papel o electrónico), sin respaldo productivo, tal como se pretende, provocaría no solo inflación sino la insostenibilidad del sistema dolarizado ya que no estamos facultados a emitir dólares y el exceso de dinero se absorbe por vía de los precios.
Miremos el caso de Venezuela con su desenfrenada emisión “soberana” de bolívares ha llevado al colapso a su economía obteniendo como único resultado un incremento incontrolable de sus precios concomitante a la baja sustancial del poder adquisitivo de los salarios. No deberíamos siquiera plantearnos la posibilidad de que en las próximas elecciones debamos escoger entre la destrucción definitiva del país representada por la delincuencia organizada y otra que al menos encamine al país por una senda de desarrollo. (O)