Una poderosa epidemia: La influenza Parte II
En diferentes cepas de gripe siguieron sucediéndose. La habilidad del virus de mutar y camuflarse logró mimetizarse y asumir otras personalidades y maquillajes. En el 2005 pidió nacer la AH5N1. Y en el 2009, un año después de la gran recesión económica mundial- se desató la AH1N1.
Las vacunas, más efectivas con los ancianos y personas vulnerables, junto a antivirales han seguido las tendencias preventivas y terapéuticas, teniendo como dilema escurridizo la mutación del virus, cuya capacidad para engañar en sus síntomas y signos extraviaron diagnósticos y farmacologías.
Otros dilemas enrostraron a las ciencias, pandemias como las citadas. Los dilemas bioéticos son hoy toda una especialidad transdisciplinaria. A guisa de ejemplo, 1.622 pasajeros y 220 tripulantes del barco Rajuela, que cubría la ruta entre Singapur e India fueron obligados a no desembarcar, a pesar de que solo 44 eran los infestados. El riesgo de que todos los demás se contagiaran en ambientes cerrados y sin el cerco epidemiológico de rigor, desató el debate en la encrucijada.
Cata rei, en griego se traduce como caer, chorrear. (Catarsis en el psicoanálisis y ciencias conexas tiene el mismo sentido: la némesis, caída o enfermedad, desata la catarsis o purificación).
Los viejos médicos suelen recomendar no abortar el catarro. Bajo el símil de que no hay que acorralar al enemigo, se debe dejar que fluya, que caiga, que gotee el catarro hasta que este madure y transite por sí mismo.
En efecto el catarro uno de los signos clásicos, pertenece al diagnóstico de un catarro común o como parte marginal de la temible influenza, cuya sintomatología dramática sigue poniendo al aparato respiratorio de rodillas ante el flagelo. (O)