Una poderosa epidemia: la influenza parte I
Derivada del latín, influentia, se traduce como influencia en castellano. Las raíces son las mismas que las muy actuales de influencers, así motejadas las personas que han provocado tendencias en la orientación ciudadana respecto de sus opiniones y acciones.
El concepto de gripe es sustitutivo. Grip, grippe o flu son equivalentes. La primera vez lo escribió Hipócrates en el 412 a.C. En 1357 d.C. su agente viral fue identificado. En el presente siglo XX, en 1933 se clasificaron las formas de influenza o gripe tipo A, B y C. Las formas A y B han producido epidemias y pandemias. Transmitidas por las gotas de Flügge.
Una poderosa epidemia de influenza fue notada en el año 1173 en Europa. En 1510 fue registrada otra más. En 1880-90 la afamada “Russian flu” cobró un millón de muertes, una muy documentada pandemia global.
En el siglo XX la pandemia de 1918 representó la de mayor notoriedad en la historia. Entre 20 millones y 50 millones, cifra opaca y no bien contabilizada, perdieron la vida con el virus. Se la llamó gripe española. Sin embargo, por el ensayo humano universal de desplazar las culpas afuera, la gripe en Brasil se llamó alemana, la de Senegal se llamó gripe brasileña, la gripe en Polonia se la apodó gripe alemana, en España gripe bolchevique.
Por cuanto España en 1918 se había declarado neutral durante la guerra mundial, una forma de sacarse el pique con los españoles, que se habían lavado las manos frente a la conflagración, el remoquete vino para quedarse. ¡Y se quedó!
La influenza volvió por lo suyo en 1957 y se la llamó gripe asiática. Y de retorno a la carga en 1968 con el nombre de gripe de Hong Kong (Dobson, 2007).
Las gripes aviar, porcina y equina se describieron a horcajadas entre médicos humanos y veterinarios. (I)