En 2016, Katrina Lake irrumpió como una de las mujeres más ricas por esfuerzo propio, con su empresa llamada Stitch Fix (arreglo de punto), valorada en $ 300 millones. La estrategia que la hizo rica funciona reconociendo los gustos y necesidades de los clientes en las interacciones y elecciones que realizan a diario, en el mercado de la ropa; y de la que la mayoría de veces no son conscientes, pero que forman patrones de conducta.

Stitch Fix entrega cajas con cinco artículos a sus clientes, quienes pueden devolver lo que no les interesa. La empresa utiliza decenas de expertos en análisis de datos para elaborar sofisticados perfiles de sus clientes con la información que proveen acerca de sus preferencias; de esta manera emparejan lo artículos que contienen la caja con las probables selecciones que efectuarían. Sin duda, un ahorro de tiempo para la empresa y el cliente. El emparejamiento entre producto y elección es aplicable a cualquier proceso cuyo objetivo sea influir en la decisión de un grupo. Tal es el caso de una campaña electoral, basta con ofrecer un producto político (candidato) que empate con los gustos de los electores.

También puede servir a otros intereses como de aquellos propulsores en desestimar el grado de peligro del covid-19, solo basta con emparejar perfiles con los mensajes adecuados. Por ejemplo, personas veganas, místicas, anti imperialistas que niegan la medicina tradicional y creen en el poder del eucalipto, con: “nuestros ancestros se curaron de epidemias con hierbas”, “es un virus creado por las transnacionales farmacéuticas porque ya tienen la vacuna”.

Estos últimos son ejemplos de manipulación social, pero a través de la desinformación.

En el caso de Stitch Fix, al menos, el algoritmo reconoce las conductas para ahorrarnos tiempo y dinero. Sin embargo, en los otros, se identifican nuestras emociones básicas asociadas a prejuicios e ideas vagas para incrustar información falsa o distorsionada de la realidad.

¿A quién beneficia? A muchos: vendedores de productos naturales, medicina alternativa, también alimenta el prestigio de activistas (como esos en contra de la vacunación), populistas de derecha e izquierda en contra de la democracia que acusan al sistema de provocar el virus, entre muchos.

La pandemia muestra el rol de los medios de comunicación y su responsabilidad social, cuyos periodistas, como en tiempos de guerra, cubren los acontecimientos en medio de riesgos y amenazas para generar información confiable.

Penosamente si las noticias falsas circulan es porque queremos que sean verdaderas, la mentira puede ser más asimilable que una verdad incómoda. Como con el covid-19 la mejor cura es evitar que la desinformación circule por las redes sociales manteniéndola confinada. En otras palabras, compartir únicamente lo que proviene de fuentes reconocidas.

La desinformación con relación a la pandemia muestra la importancia de las instituciones democráticas como los medios de comunicación, con todos sus defectos, en la lucha contra la desinformación. (I)