Las  más de seis campanadas que emitió el reloj del Palacio de Carondelet, a  las 11:00 de ayer, fueron la alerta. Esa hora marcó el paso de los más de 200 Granaderos de Tarqui (custodios de la seguridad de la casa de gobierno) en el desfile habitual de cada lunes desde hace 10 años en la sede de gobierno.

El roce de las espuelas de las botas militares  y los gritos y aplausos de los ciudadanos formaron una ‘orquesta’ paralela a los himnos castrenses. La ceremonia de cambio de guardia fue ayer diferente, no solo porque fue la última que protagonizó el presidente saliente Rafael Correa, sino porque el Palacio se adornó con banderas tricolores al igual como se colocan en cada festividad cívica del país.

En la Plaza de la Independencia, abajo del balcón presidencial, hubo algarabía, gritos, cánticos que se desbordaron cuando llegó Correa, tres minutos después del arranque de la ceremonia castrense. No fue su primera salida, cerca de las 10:45 se asomó al ala izquierda del balcón y desde la esquina observó en silencio a los ciudadanos. Esa alegría le volvió a la realidad. “Muchas gracias, de corazón, fuerza”, les dijo.

Su madre, Norma Delgado, al igual que su hermana Pierina lo acompañaron. La primera, al lado de su hija, no dejaba de contemplar a su hijo. Junto con él recibió las muestras de cariño.

“Recibo el servicio de guardia con la consigna de garantizar la integridad del Palacio de Carondelet y la integridad del señor presidente Rafael Correa, cumpliendo el lema del grupo escolta presidencial: lealtad hasta el sacrificio (...)”, dijo el oficial de la guardia entrante. Esas palabras motivaron a Delgado: “Muchas gracias, muchísimas gracias”, no dejaba de repetir la madre del Jefe de Estado a los guardias.

Pierina Correa aprovechó para tomar fotos de su hermano. También para gritar con los asistentes: “Correa por siempre nuestro presidente”.

Al lado del Jefe de Estado estuvieron el vicepresidente Jorge Glas y su esposa Cinthia Díaz; José Serrano, titular de la Asamblea; Carlos Bergmann, segundo vicepresidente del Legislativo, y los asambleístas Carlos Vera y María José Carrión, entre otras autoridades y personalidades como los exfutbolistas Augustín Delgado y Cléber Chalá.

Estudiantes del colegio réplica 24 de Mayo llegaron con globos blancos. Nicole Martínez le dijo “gracias presidente Correa, por mi colegio que lo fundó, porque devolvió la dignidad y soberanía al país”.

Quienes acudieron a la Plaza Grande no dejaron de alentarlo. “Correa, amigo, el pueblo está contigo”, “Esto no es pagado, Correa se lo ha ganado”, así como “Volverás” fueron algunas de las consignas que desplegaron los asistentes. La Plaza Grande estuvo llena. Correa golpeó con fuerza su pecho y llevando sus manos al corazón les dijo: “muchas gracias a ustedes”. Junto con Serrano y Glas alzaron las manos.

Ciudadanos le piden que vuelva

Tras interpretar la canción Patria, Elvia Reno lloró, agarrando con fuerza una bandera del país que no dejó de flamear. resaltó: “Me siento destrozada porque se va mi presidente”. Reno acompañó todos los lunes a Correa en el cambio de guardia. “Lloro porque me hará falta, porque veo lo que hizo por los más necesitados, por nuestra gente pobre, las personas con discapacidad, a quienes los alzó y respetó”.

Luis Lozano, morador del barrio de Atucucho, llegó con un cuadro que elaboró con flores y hojas secas. “Para mi Presidente que ayudó a los pobres, se preocupó por los más humildes del país”. El criterio compartió Tobías Jerez, quien sufre de discapacidad y recordó que hace 10 años no eran respetados y valorados. “Ahora tenemos trabajo, somos importantes en la sociedad”.  

Al término de la ceremonia castrense, los hermanos Núñez interpretaron la canción ‘Señor Presidente’, que le compuso el músico Damiano hace dos años. Este último, también junto con el Trío Valentino, La Toquilla y Lola Guevara le cantaron las canciones ‘Yo soy ecuatoriano’ y ‘Hasta siempre Presidente’. Damiano compuso esta última hace un mes para Correa.

A las 12:45, una hora y 45 minutos después, la plaza seguía llena. María Chuquisema, de 78 años, seguía de pie, llorando. La mujer le lanzó bendiciones. “Adonde quiera que vayas, que Dios te bendiga mi presidente”, le gritó muy fuerte. (I)