Serrano aplica sus propias ecuaciones políticas frente a la crisis de AP
Cualquiera sea la razón -fractura política, coincidencia ideológica, traqueteo interno, trama judicial, premonición táctica, etc.-, lo único cierto es que el Presidente de la Asamblea Nacional se ha ubicado en un movedizo espacio equidistante de la crisis interna de Alianza PAIS (AP). Estar en ese punto de mira político conlleva riesgos y complejidades. Él lo sabe:
1. José Serrano “arbitra” la más profunda crisis del movimiento gobernante, que estalló hace 5 meses en la cima (Correa-Moreno; luego: Correa-Moreno-Glas, etc.) y con el pasar del tiempo se regó hacia los mandos medios y las bases. La guerra en Twitter, los “posteos” en Facebook y los videos en YouTube, que a ratos amainan y a ratos recrudecen, son la “forma digital” del inédito enfrentamiento político de las distintas facciones de AP, a vista del país e impaciencia de algunos de sus dirigentes. El jefe del Legislativo, al estar en medio de esta trama política, tiene, queriéndolo o no, ”algunas velas en ese entierro”.
2. ¿Cómo administrar la crisis de AP? La pregunta para Serrano, fácil y obvia en sus formas, carece de respuesta contundente y única. Esto es así porque el frágil equilibrio político que se autoimpuso el Presidente de la Asamblea está bajo amenaza de los vientos tormentosos, que pueden volverse huracanes con un par de soplos llegados desde Bélgica, o 3 tuis subidos a la nube.
3. En general, la idea de Serrano para salir de la crisis incluye su visión autocrítica del momento. Eso se agradece, aunque no necesariamente muestra la luz al final del túnel. Véase:_“La crisis de AP -porque hay que hablar de una crisis en AP- debe enfrentarse de manera honesta, sincera y valiente con los militantes”. Son palabras mayores las de Serrano, si se comprende el contexto en el que las dijo, y más que nada si se presume que no habrá buen retorno desde el destinatario final: aquel expresidente irreductible en el discurso, intransigente en sus posiciones, reactivo ante el Gobierno y descalificador a la vela.
4. Serrano autocritica, pero también fija sus límites. Para hallarle salida a la crisis de AP -dijo esta semana- se debe “partir de la coherencia y consecuencia”. “Sí -dijo- “hay cuestionamientos a lo hecho en años anteriores, y no necesariamente vivimos de la confianza total, de todos, pero sí de la coherencia y de la consecuencia”. Estos dos parámetros de ética política marcan la distancia-aproximación de la dirigencia y, en menor medida, de la militancia de AP. Lo complicado radica en la fijación de esos valores, en quién los enarbola y para qué, desde qué tribuna se agitan las banderas, y sobre qué bases políticas y estratégicas se actúa y se decantan los intereses cruzados. Son muchos cabos sueltos...
5. El gobierno de Moreno trabaja en su lógica: levanta un escenario poscorreísta (no necesariamente anticorreísta) desde Alianza PAIS, partiendo de la estructura que lo llevó al poder y sin dejar de ver a los costados. Eso se alaba y se critica. En cambio, Correa defiende el proyecto que se levantó en su gestión, reclama sin dialéctica, crítica, anula. Son los extremos políticos en que navega Serrano. En ese espacio levanta su tesis para, según su creencia, superar la crisis de AP. “Moreno está en la búsqueda de una estructura de gobernabilidad, no de una estructura de gobierno”. Lo uno y lo otro no son iguales. Y al final de la tarde, las distintas facciones de AP_están “del mismo lado del río para buscar esa estructura de gobernabilidad”.
6. Bajo este paraguas conceptual, Serrano ratifica que Jorge Glas debe dar un paso al costado, mientras apoya a Lenín Moreno, todo en “defensa del proceso”. Ahí, pues, la visión corporativa de la crisis de AP. (O)