Desde el año 2006 se emitió el reglamento para que los ecuatorianos residentes en el exterior pudieran votar. El guayaquileño César Carrera vive desde hace 15 años en el condado de Queens, en Nueva York, y ha sufragado en las seis elecciones a las que ha sido convocado.  

Pero a pesar de la habilitación de este derecho, acudir a las urnas en el extranjero es un problema, lo que ha incidido en la baja participación. Por ejemplo en los comicios presidenciales de 2017 en la circunscripción de Estado Unidos-Canadá sufragaron 30.972 ecuatorianos de 79.552 empadronados; es decir, el nivel de ausentismo fue del 71,98%.

Carrera explicó que Estados Unidos es un país extenso y que el tener solo 11 ciudades donde votar no se cubre de manera estratégica las distancias para  asistir, pues muchos necesitan dos horas o más de traslado para llegar a los consulados donde se habilitan las juntas receptoras del voto.

El clima es otro factor que incide, ya que las elecciones coinciden con la temporada de invierno, cuando las bajas temperaturas hacen peligroso salir de casa. Además, hay poca información sobre los procesos y son escasos los consulados móviles para receptar cambios de domicilio o inscripción en el padrón.

Según datos del censo de Estados Unidos de 2010, en ese país residen alrededor de 700 mil ecuatorianos, lo que implica que apenas el 15% se ha registrado para votar.

El artículo 13 del Código de la Democracia garantiza el sufragio en el exterior y los migrantes pueden participar únicamente en consultas populares nacionales, elecciones para presidente y vicepresidente, asambleístas nacionales y escogen un asambleísta por cada circunscripción en el exterior.

Es decir uno por Europa, Asia y Oceanía, otro por Estados Unidos y Canadá, y uno por América Latina, el Caribe y África. Pero la baja participación de los migrantes motivó que las reformas a la ley electoral que entraron en vigencia en febrero incluyeran una transitoria que habilita el voto electrónico, por correo y a través del internet en el extranjero.

El consejero José Cabrera señaló que por cuestiones de costos en los comicios de 2021 se aplicará un plan piloto en dos ciudades específicas, para probar la agilidad de los sistemas anotados en la normativa.

Cabrera comentó que ya hicieron pruebas para voto por internet, pero no pasó los protocolos de seguridad. “Es muy fácil para un hacker interceptar los datos y cambiarlos”.

Otra de las ideas es facilitar el voto anticipado por correspondencia, para lo cual el CNE trabaja un reglamento que permita su aplicación.

El consejero Luis Verdesoto recordó que en los comicios de 2017, el voto en el exterior significó un gasto de $3’150.373 y que para las elecciones de 2021 el CNE solicitó en el presupuesto, que está en análisis, $5’072.305. Verdesoto cuestiona la cifra pues es un aumento de casi el 100% sin que -a su juicio- haya una explicación técnica.

El analista electoral Diego Tello dijo que la implementación del voto por correspondencia de forma anticipada amerita un trabajo arduo con los consulados y podría aplicarse para elecciones posteriores a las del próximo año 2021.

Advirtió que México usó el voto por correspondencia para sus conciudadanos que se encontraban en Estados Unidos, y su resultado fue malo porque la gente tenía miedo de emitir su voto, puesto que debían consignar su dirección y creían que podían ser deportados.  

Afirmó que la realidad para los ecuatorianos es similar, por lo que se necesita de un análisis del impacto e implementarlo paulatinamente.

El catedrático de la Universidad Internacional Andrés Ricaurte opinó que el voto constituye la representación de la legitimidad del sistema político del Estado; por eso el sufragio de los migrantes representa el reconocimiento pleno de un derecho civil relacionado con la representación de todos los estamentos de la sociedad. (I)