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Las lecciones y taras que dejaron los comicios

Las lecciones y taras que dejaron los comicios
02 de abril de 2019 - 00:00 - Richard Salazar Medina

Las elecciones seccionales y del pretendido cuarto poder del Estado (el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social) del pasado domingo 24 de marzo dejan lecciones y desnudan taras enormes.

La lección más importante: que el populismo-correísmo está vivito y coleando en Quito y Pichincha, con alrededor del 20% de electores.

La tara: el bochornoso racismo al ganar Jorge Yunda en Quito. Se ha criticado fuertemente al alcalde electo en redes sociales, con memes ofensivos, no por su postura política, su trayectoria empresarial o profesional, sino por su fenotipo y su origen humilde, cual si fueran atributos cuestionables para un gobernante en un país altamente diverso en lo cultural, social y con harta mezcla genética.

Empero, con una minoría elitista, también mestiza, pero que presume de “pureza y supremacía de raza”. ¡A superar su tara colonial! Hay sectores que se siguen sintiendo nobles por tener cierto apellido o condición social, más allá de toda lógica democrática.

Conste que no soy partidario de Yunda, habrá que esperar resultados para evaluar su gestión, pero sí soy un opositor al racismo y la intolerancia, que hace que no veamos más allá de nuestro propio ombligo.

Todo esto abona para que seamos un país isla, que ha preferido mantener a su gente excluida, sin educación ni medios de supervivencia; donde tener un trabajo no es un derecho, sino solamente un acto clientelar, con una lógica aún colonial, de patronos y sirvientes, sin opción a opinar, salvo que quieran perder el “camello”.

Extranjeros
Eso se agrava hoy con la llegada de ciudadanos venezolanos, no por la xenofobia, que es otra vergüenza -tanto por lo que está pasando ese país como porque los ecuatorianos tenemos una larguísima historia de migrantes, precisamente por estas condiciones sociales que se replican sin remedio en la historia- sino porque las clases empresariales, muchas de ellas en las taras del patronazgo colonial, aprovechan para explotarles, pagándoles miserias, despedir a los asalariados ecuatorianos o contratarlos con los mismos sueldos de miseria y sin derechos laborales (sobresueldos, vacaciones, maternidad, etc.).

Este es el caldo de cultivo para el surgimiento de los caudillos y los populismos. Si no hay cambios profundos y estructurales, esta dinámica hará del Ecuador un país condenado a un círculo vicioso de cultura política y social frustrante.

Harta tela que cortar... Es por ello apremiante la necesidad de un consenso político con alianzas sólidas entre todos los sectores sociales: Estado, sociedad civil y sus organizaciones (no me refiero al Consejo de Participación Ciudadana, obviamente, que eso es una falacia de la democracia), sector privado, academia, incluso iglesias (pluralmente, ya que tienen harta influencia en mucha gente, guste o  disguste a los laicos), pero con un compromiso a largo plazo.

Harta tarea para la política, la educación y la academia seria del país. La primera, en lo político, será recoger firmas para realizar un referéndum para eliminar de la estructura del Estado el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS).

La participación
La participación ciudadana, por naturaleza, surge de la sociedad civil organizada, no del Estado; y es parte fundamental de la democracia, ya que, sin la participación ciudadana, que a la larga forman los movimientos sociales, la sociedad y las leyes nunca cambiarían.

Haberla propuesto como un poder del Estado fue no más que una bribonada del régimen correísta para poner autoridades de control que garanticen su impunidad, maquillándolo con concursos amañados.

Hoy, más del 20% de votantes se ha manifestado con el voto nulo contra esta desventurada y farsante institución.

Reformas
La segunda tarea será derogar el Código de la Democracia y trabajar una ley electoral con reglas sensatas para la creación de partidos institucionalizados, de nivel nacional, con sedes provinciales y municipales.

De ese modo evitaremos que haya veintenas de candidatos en todos los cantones; deberían realizarse elecciones primarias en cada circunscripción política para finalmente tener una lista corta de candidatos por cada dignidad en cada localidad.

Pero para ello los partidos deberán hacer borrón y cuenta nueva, pero seguro que aquellos partidos más pequeños serán los que hagan mayor resistencia.

Por otra parte, si quienes se sienten más capacitados para gobernar no se acercan e identifican auténticamente con los sectores populares, los desconciertos seguirán surgiendo en la política ecuatoriana.

Y así seguirá la historia, con caudillos mayores y menores hasta que llegue el caudillo fogoso que encandile a las masas desorientadas ávidas de equidad y justicia social, aunque fuera ilusoria. (O) 

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