Feria Primero Ecuador fue una vitrina para los comerciantes ecuatorianos
“Nuestros productos son tan buenos como los del extranjero. Venimos para que lo conozcan”, expresó María Cristina Toapanta (39 años), vendedora de joyas a base de mullos, quien se concentró en una de las 50 carpas instaladas desde esta mañana en la Plaza Grande. En el lugar se realizó la Feria "Primero Ecuador", que buscó que los productores ecuatorianos exhiban sus productos.
La mujer es oriunda de Quevedo y madre de 3 niños. Se dedica a esta actividad desde los 15 años. Sus hijos también pueden armar los artículo que ella elabora, pero prefiere que sus hijos continúen la escuela.
Alrededor de las 16:00 de hoy, doña Cristina aseguró que la venta fue muy buena. Hasta esa hora vendió 20 collares pequeños, 8 grandes, 14 pulsera y 18 pares de aretes. Los ingresos le permitirán solventar los gastos de 3 días e incluso una semana.
Cientos de artesanos ecuatorianos sacaron provecho de la Feria Nacional “Primero Ecuador”, que se llevó a cabo desde las 09:30. En la feria participaron los artesanos como una alternativa a los productos importados.
Los medianos y pequeños comerciantes, apilados en alrededor de 200 mesas, desplegaron sus productos que iban desde bisutería, maquillaje, accesorios de cuero, alimentos a base de productos naturales como frutas y verduras, hasta adornos de madera, coco y metales.
En el encuentro se realizó también un festival a cargo de artistas nacionales, quienes amenizaron la tarde, desde una tarima que se colocó al pie de la Catedral.
El acto fue liderado por organismos como el Ministerio Coordinador de la Productividad, la Junta Nacional del Artesano y el Instituto Nacional de Desarrollo Agrario (INDA).
“Mientras la gente sale a rechazar las obras del Gobierno, nosotros nos unimos para promocionar lo que hacemos”, expresó Ligia Espinosa (46 años), en rechazo a la movilización propuestas por instituciones como la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), Frente Unitario de Trabajadores (FUT), Movimiento Popular Democrático (MPD).
La mujer es propietaria del ‘Taller Artesanal’ ubicado en la Plaza del Teatro (centro de Quito). Llegó a ofrecer los artículos elaborados por ella. El Gobierno Provincial de Pichincha la invito. Ella asistió, no solo por vender su mercancía, sino también para demostrar que las salvaguardias son una oportunidad que pueden aprovechar los ecuatorianos.
“La gente no debe tener miedo a esa medida porque es para incentivar lo que nosotros hacemos”, dijo.
Los transeúntes no pudieron pasar por alto las centenas de productos que se exhibieron en la plaza. Carlos Gutiérrez, propietario de un local comercial del sector, se animó a comprar una artesanía compuesta de coco, romero y otras de figuras de mazapán. “La mano de obra nacional también es buena y es necesario apoyarla”, opinó.
Jorge Ordóñez, analista del Ministerio Coordinador de la Productividad, señaló que la principal causa por la que no se consumen los productos locales es porque la gente piensa que son de mala calidad. Sin embargo recordó que en la actualidad existen procesos y normas de calidad para que alcancen el sello “Primero Ecuador”.
Solo en esta feria, señaló, “alrededor de 30 propietarios de microempresas se interesaron en conocer los requisitos para obtener el certificado de excelencia”.
Los productos que cuentan con este distintivo de calidad van desde textiles, alimentos, metales, calzado, cerámicas, maquinaria, etc.
Los comerciantes nacionales llegaron de diversas provincias del país. En su mayoría estaban de Tungurahua, Chimborazo, Imbabura, entre otras. Luis Paucar y Aida Cabrera abrieron un negocio, ubicado en la parroquia de Guangopolo (Pichincha). Los productos van desde cedazos, adornos de pared, hasta cepillos y telas. Sus precios van desde los $ 2,50 hasta los $ 12, dependiendo del tamaño y la manifactura.
Ellos reconocieron que la competencia es fuerte, especialmente porque mucha gente se anima a vender adornos de otros países como Perú y Bolivia. No obstante se sienten convencidos de que el mercado nacional tiene oportunidad de salir adelante.
“Las personas no compran lo nuestro porque no lo conocen. Si los precios de las cosas internacionales aumentaron, podemos tener oportunidad de promocionarnos”, comentó Aída, quien lleva casi 30 años en el negocio.
Ese criterio compartió Esmeraldas Domínguez, oriunda de Yaruquí (Pichincha), quien vendió camisetas. Lo novedoso de las prendas fue que el estampado era un dibujo que lo plasmó David Chávez, su cuñado, a base de pintura empleada para serigrafía.
El artista dibuja lo que el cliente pida (leones, caballos, calaveras, colibríes, cucuruchos, etc.). En promedio se demora una hora y si el dibujo es complicado puede tardar hasta media mañana.
Luis Quishpe, presidente de la Junta Nacional del Artesano, detalló que estos eventos ayudarán a motivar a los comerciantes, especialmente a aquellos que iniciaron negocios pequeños, porque muchas veces los levantan con préstamos o ahorros familiares.
“Si queremos tener un mercado competitivo en el extranjero, tenemos que apoyar a nuestros obreros. Nuestro