El jefe del retén policial y un cura son las únicas autoridades en Las Golondrinas
Al visitante le queda claro que se acerca a Las Golondrinas cuando a 4 o 5 kilómetros de distancia puede observar a decenas de estas aves. Ellas se levantan ante el paso de los vehículos y se posan en los cables eléctricos o en algún montículo cercano a las vías de acceso.
Llegar no resulta fácil, pues las tres rutas existentes son caminos vecinales de difícil tránsito, sobre todo para quien no conoce la serie de baches e irregularidades que los forman.
Por ejemplo, un trayecto que podría tomar 50 minutos o una hora desde Quinindé (Esmeraldas), lleve casi hora y media recorrerlo.
Enclavado en una especie de triple frontera, el recinto está, en la práctica, más cerca de Pichincha que de Esmeraldas e Imbabura, provincias que se disputan su pertenencia en una situación que se resolverá el 3 de abril mediante consulta popular.
Llegar o salir a través del vecino recinto Buenos Aires, del cantón Puerto Quito (Pichincha) es, por ahora, la conexión terrestre más rápida de la zona con otra parte del país.
Pese a ello, la vía que une a los recintos Las Golondrinas, El Progreso, Siempre Unidos, Independiente, Santa Rosa y Rumiñahui con Quinindé (Esmeraldas) es la más utilizada.
La razón es económica, pues los habitantes de la zona no delimitada se dedican, en su mayoría, a la producción de palma africana, cuya industrialización se realiza básicamente en la llamada ‘provincia verde’.
En contraposición, la única autoridad local es, aparte del jefe del retén de Policía, de tipo eclesiástico y su nombramiento depende de Imbabura.
Se trata del párroco Martín Calderón, llegado al lugar hace 4 o 5 meses desde la diócesis de Atuntaqui. Esto se debe a que Las Golondrinas es parroquia solo a nivel eclesial y depende de la provincia norandina.
La historia del área en disputa se ha dividido en la búsqueda de atención y obras por parte de alguna de las jurisdicciones provinciales vecinas.
Las Golondrinas nació en 1970 como una precooperativa agrícola, recuerda Luis Muñoz, un lojano llegado a la zona en busca de una mejor vida para él y su familia.
Muñoz asegura que en un inicio, 12 familias integraban la organización popular, bautizada con el mismo nombre que hoy tiene el recinto. La mayoría de estas vivía en los alrededores, recuerda el hombre, originario del cantón Puyango.
Según él, en lo que hoy es un núcleo urbano en el que viven más de 5.300 personas (de acuerdo con el último censo), había únicamente 3 precarias estructuras de madera y paja.
Para llegar a Quinindé había que cruzar, entonces, el río Guayllabamba en canoa.
Cuando Las Golondrinas se hizo conocida como zona de cultivo de palma, cacao y algo de maíz, los compradores llegaban a la ribera del cauce para llevarse la producción a distintos puntos de la Costa.
Muñoz, quien no oculta su predilección por la pertenencia a Imbabura, afirma que cuando llegó al sector, en 1979, no había escuela y los pobladores pagaban de su bolsillo a un profesor para que enseñara.
Intentando cambiar la situación acudieron a las autoridades esmeraldeñas para que les destinen maestros.
El pedido, según Muñoz, no fue escuchado, por lo que él habría convencido a sus vecinos de buscar ayuda en la provincia cordillerana.
Allí sí habrían logrado una respuesta, aunque no en la dimensión esperada. Por ello, durante 12 años, los profesores que llegaban al área de Las Golondrinas eran asignados desde Imbabura.
Hoy, a través del Ministerio de Educación, funciona en Las Golondrinas la Unidad Educativa Esmeraldas y en los recintos cercanos la escuela Santa Ana de Cotacachi y el colegio Luis Ulpiano de la Torre.
Para el lojano de 75 años, la intermitente disputa entre jurisdicciones provinciales por atraer a los golondrinenses trae un recuerdo familiar doloroso.
A instancias de las autoridades esmeraldeñas, en 1984 se construyó un puente colgante para facilitar la conexión entre el área no delimitada y el sector de Quinindé.
Pero el día de la inauguración, el 10 de marzo de 1985, la estructura cedió y varios pobladores cayeron al río, provocando que algunos se ahogaran, incluyendo 2 pequeñas hijas de Luis Muñoz.
“Querían hacerles la autopsia para averiguar de qué habían muerto. Yo no dejé que toparan sus cuerpos. ¿Para qué? Cuando tuve los cadáveres las enterré enseguida”, afirma.
El puente de hormigón que une, en la actualidad, a Las Golondrinas con Buenos Aires y Quinindé fue construido en la presidencia de Rodrigo Borja (1988-1992).
Los pobladores recuerdan que tras el accidente del puente colgante, durante el gobierno de León Febres-Cordero (1984-1988) solo hubo ofrecimientos y la colocación de una valla que anunciaba la obra.
La electrificación de la zona es otra de las obras que han beneficiado a los pobladores del área y que en la mayoría de los casos han provenido de la acción del Estado central.
En cambio, los servicios cuya provisión depende de los gobiernos autónomos descentralizados llevan retraso en su implementación.
La zona, con excepción de unas pocas cuadras del centro, no cuenta con distribución de agua y los moradores obtienen líquido para su consumo y para la producción agrícola de pozos artesanales.
Las aguas servidas, así mismo, son dispuestas mediante pozos sépticos, pues tanto el recinto principal como los aledaños de la zona no delimitada no cuentan con alcantarillado. De la misma manera, las calles de Las Golondrinas y de los otros recintos no están pavimentadas ni adoquinadas, salvo pequeños tramos.
Para los partidarios de que el área en disputa pertenezca a Esmeraldas, las pocas obras con las que cuenta la zona provienen de la acción de las autoridades y del presupuesto de la provincia litoral.
Líber Martínez, profesional de la salud que presta sus servicios en el dispensario del recinto Buenos Aires (Pichincha), es uno de ellos.
“Las Golondrinas ha sido, es y será parte de Esmeraldas”, afirmó enérgico el 25 de febrero pasado. Esa misma leyenda aparece en adhesivos pegados en los parabrisas de los buses de la empresa Trans Esmeraldas que circulan por el área.
A juicio de Martínez, los partidarios de Imbabura luchan por una causa perdida porque la mayoría de habitantes estaría a favor de pertenecer a la ‘provincia verde’. Los integrantes del otro bando prefieren ser cautos y hablan de una división de opiniones, por lo que, a su criterio, serían los indecisos quienes definirían la consulta.
Según el calendario del Consejo Nacional Electoral (CNE), los votantes pueden registrarse hasta hoy. Para ello se instaló una mesa en el parque central de Las Golondrinas, en tanto que unidades móviles se desplazaban por los otros recintos.
La campaña en favor de una y otra tesis durará 6 días y el 1 de abril se impondrá el silencio electoral. Serán los ciudadanos quienes decidan su destino con la esperanza que la delimitación les traiga cambios. (I)