Descontento social, factor común de las protestas
Millones de personas salen a las calles a protestar en países de América, Europa, Asia, África, lo hacen por diversas razones. En este mes se registran manifestaciones en Chile por el alza del pasaje, en Ecuador por la eliminación de los subsidios a los combustibles y en Haití por la escasez de gasolina y alimentos. Las protestas pasan por Líbano, Hong Kong e Iraq, donde expresan su descontento por temas que van desde la corrupción política, el aumento en el costo de vida y las injusticias sociales.
Marta Lagos, analista y directora de la corporación regional Latinobarómetro, cree que el panorama en América Latina contrasta con el avance de la democracia durante la década pasada, antes del estallido de graves crisis políticas en Venezuela y Nicaragua.
Desde Chile, Lagos augura a la BBC que las manifestaciones en la región van a continuar mientras persista el creciente descontento social con las élites en el poder y la falta de respuesta a demandas de la ciudadanía.
“Los pueblos empiezan a exigir garantías sociales. Eso es lo que los pueblos de América Latina están demandando hoy. Y lo hacen en sociedades mucho más abiertas, educadas, con aumentos de la clase media, más información, más capacidad de organizarse”, indica Lagos.
Manifestantes exigen la dimisión del presidente de Haití, Jovenel Moise. La precariedad de servicios básicos y escasez de alimentos desató una crisis (foto).
La experta advierte que hay impaciencia en la población porque no llegan las respuestas de los gobernantes a sus demandas, lo que activa las protestas que se difunden a gran velocidad en diversas partes del mundo.
En Chile, el presidente Sebastián Piñera declaró -hace una semana- un estado de emergencia y toque de queda- tras protestas violentas. El detonante fue el aumento del pasaje del Metro de Santiago en 30 pesos, subió a 830 pesos ($1,17).
El gobierno dio marcha atrás, anunció un plan social con medidas paliativas - aumentó 20% la pensión jubilar básica y congeló las tarifas de electricidad- pero la llama ya estaba encendida. Los manifestantes no abandonan las calles e insisten en que la brecha social en el país suramericano es desmedida. El viernes pasado, incluso se registró la manifestación más grande desde que cayó en 1990 el régimen del dictador Augusto Pinochet. Un millón de personas se reunieron en Santiago para reclamar la salida de Piñera y el fin de la represión en las protestas, que ya suman 19 fallecidos.
Del otro lado del mundo, en Líbano (Asia) la revuelta comenzó hace 10 días con un impuesto de $0,20 a las llamadas realizadas a través de internet, que luego fue derogado. Pero el llamado “impuesto de WhatsApp” fue la gota que colmó el vaso de los manifestantes, que gritaron más fuerte. Cortes de luz frecuentes, escasez de agua, infraestructura deteriorada, la creciente inflación y la deuda externa de $ 86.000 millones, más del 150% del PIB, hacen estragos en el país.
Aunque es probable que Chile y Líbano no tengan mucho en común hay un factor que los une: la desigualdad social.
“Cuando estallaron estas protestas (en Líbano), la gente comenzó a cantar: derrocar al régimen. Está claro que quieren la salida del gobierno”, señala el analista británico John Chalcraft, quien recordó que este canto se escuchó primero en Argelia y Sudán (norte de África) donde a inicios de este año cayeron los presidentes; también en la Primavera Árabe de 2011.
Una de las causas de estas manifestaciones, según Lagos, es la incapacidad de los gobiernos de absorber con efectividad las demandas y evitar la explosión social.
En el caso de Ecuador, el presidente Lenín Moreno revirtió la eliminación de los subsidios al combustible luego de 12 días de protestas protagonizadas por indígenas, transportistas y trabajadores. Las manifestaciones estallaron en disturbios que causaron muertes (dos reconoce el Gobierno, 10 señala la Defensoría del Pueblo) y graves daños a la infraestructura del país.
Sebastián Piñera, por su parte, demoró cuatro días en ceder y eliminar el alza del transporte público. Sin embargo, la medida resulta insuficiente para una sociedad que le cuesta lidiar con una vida precaria.
Para Cristóbal Bellolio, académico chileno, el alza en el pasaje del metro se suma al incremento en el costo de la luz, del agua y a la crisis en el sistema público de salud. Otra de las causas del descontento social se encuentra en la discusión de una reforma en el sistema de pensiones, que es cuestionada con frecuencia.
Tácticas disruptivas
El analista ecuatoriano César Coronel, por su parte, alerta sobre las tácticas disruptivas de las protestas. Considera que en países como Ecuador y Chile, las manifestaciones nacen del descontento ciudadano que “lamentablemente es aprovechado por ciertos sectores para imponer una agenda política previamente diseñada”.
“El descontento ciudadano es comprensible, pero bajo ninguna excusa se justifican actos vandálicos, saqueos, destrucción de los bienes públicos. Esto no responde a una lucha ciudadana, esto se da cuando hay una agenda planificada de caos y desestabilización”, señala el analista.
Al respecto, el presidente ecuatoriano señaló durante las protestas registradas en el país, que el gobierno de Venezuela, en cabeza de Nicolás Maduro, podría tener intereses en estos hechos.
El tema llama la atención de EE.UU. que monitorea “el involucramiento de un actor externo en estas manifestaciones”, indicó Namita Beggins, vocera estadounidense del Departamento de Estado. (I)
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El separatismo entra en juego en Cataluña y Hong Kong
Las protestas en Cataluña comparten algunas características con las manifestaciones en Hong Kong, donde millones de personas salen a las calles desde marzo pasado, particularmente los fines de semana, para mostrar su enfado contra lo que llaman el creciente control del régimen chino de la ciudad.
La mayoría de los manifestantes en Hong Kong quieren más democracia, entre otras demandas, aunque una pequeña minoría pide la independencia, una línea roja para los líderes del Partido Comunista en Pekín.
La independencia también es un tema polarizado en Cataluña, que, como Hong Kong, tiene más de siete millones de habitantes, su propio idioma y parlamento.
Manifestantes ondearon la bandera catalana en concentraciones de Hong Kong. Mientras que un grupo de independentistas catalanes se concentraron el viernes pasado frente al Consulado General de China en Barcelona, situado en la avenida Tibidabo, para protestar por el papel del gobierno chino en las protestas de Hong Kong.
A esa concentración también acudió, en defensa de su gobierno, un grupo de ciudadanos chinos residentes en Cataluña que portaban banderas y una pancarta que decía, en catalán, “Hong Kong es siempre una parte de China”.
China ha negado la acusación de estar erosionando las libertades otorgadas en 1997 y ha culpado a naciones extranjeras como Estados Unidos y Gran Bretaña por incitar a los disturbios. (I)
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La población traslada su insatisfacción a las urnas
→El grave descontento que vive América Latina puede ponerse sobre la mesa e incrementarse en las elecciones decisivas que este domingo se celebran en Argentina, Uruguay y Colombia.
Como ejemplo, las elecciones del domingo pasado en Bolivia. Lo que parecía un paseo triunfal, el cuarto mandato de Evo Morales hacia la Presidencia, aparece como un camino de espinas: sospechas de fraude electoral, protestas incendiarias en las calles del país y cruce de acusaciones de “golpe de Estado” y de dictadura.
Una pausa abrupta en el conteo preliminar alimentó las preocupaciones de la oposición, de los observadores electorales y de gobiernos extranjeros por la posible manipulación de los votos.
En Argentina, en cambio, el tema económico fue el eje central de la campaña electoral. Para el oficialismo, lo que ocurre en la nación es consecuencia de las políticas implementadas en el pasado (por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández) al tiempo que la oposición (encabezada por Alberto y Cristina Fernández) acusan al actual Gobierno de elevar los problemas de los argentinos al acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero el analista Matías Franchini, aclara que el descontento social de los argentinos viene desde hace años. “Los dos últimos mandatos presidenciales, el de Fernández y el de Macri, fueron de un bajísimo crecimiento económico y aumento de pobreza”, mencionó el experto al evaluar las gestiones.
Por su parte los uruguayos acudirán a las elecciones con un panorama distinto al argentino. En primer lugar, Uruguay cuenta con una economía en mejores condiciones (se proyecta que crecerá un 0,4% para el presente año) y posee una estabilidad política destacada en la región.
Pero otro hecho altera los ánimos de miles de personas que en los últimos días salieron a las calles de Montevideo para pedir el “no” a la reforma “Vivir Sin Miedo”. Esta se votará hoy en un plebiscito, junto con las elecciones generales, y busca, entre otras cosas, la militarización de la seguridad ciudadana. (I)