Steven Haro: “No pude regresar”
“Mi intento de regresar a Ecuador fue un fracaso y me sentí muy desmotivado, triste y decaído. En el aeropuerto de Madrid (España) llamé a mi familia para contarle que no podía regresar y ellos me apoyaron, pese a que también estaban contrariados. Además, me dijeron que me regrese lo más pronto a Pamplona y que me cuide de no contagiarme.
Esa tentativa de volver la hice a pesar de que sabía que en Ecuador iban a cerrar las fronteras y me puse en contacto con los otros ciclistas ecuatorianos que estamos en España (Santiago Montenegro y Benjamín Quinteros).
Benjamín y yo no teníamos un boleto de retorno hasta finales de mayo, mientras que Santiago volvió a tiempo porque las cosas se hicieron más complejas aquí.
En Pamplona, donde estoy viviendo desde que llegué a la filial del equipo Caja Rural, tratamos de buscar un boleto de regreso, algo que era muy difícil porque la situación se le estaba yendo de las manos a las autoridades, por lo que cerraron los aeropuertos y el tránsito libre a Madrid, donde es el epicentro del covid-19 de España.
Entonces lo que hablamos con Miguel del Río (director técnico del equipo) era que debíamos esperar a conseguir un pasaje. Tenía la fe y la esperanza de volver al país el 17 de marzo, día en que hasta la medianoche se podía entrar.
Como aplazaron para el 18 de marzo lo del ingreso al país, compré un asiento en un vuelo para ese día, pero en teoría sabía que la frontera estaba cerrada para cuando llegue a Quito. Sin embargo, fui en auto a Madrid con el riesgo de que nos sancionaran las autoridades.
Vivo a tres horas y media de la capital española, entonces viajamos con el conductor del Caja Rural y faltando menos de 100 kilómetros de la terminal aérea, que acá en auto es casi nada, me llegó un correo de la aerolínea Iberia que decía que el vuelo había sido cancelado.
Inmediatamente nos paramos porque sabía que si íbamos a Madrid nos poníamos en riesgo, porque es donde más casos de coronavirus confirmados hay en España y las probabilidades de contagiarnos eran mucho más altas. Luego decidimos llamar a Miguel para ver qué podíamos hacer; él se comunicó con Iberia y le dijeron que no habían cancelado ningún vuelo.
Por lo que proseguimos con el viaje manteniendo la esperanza de que todo marchara bien para regresar al país. El check-in lo hice en el celular y me quedé sorprendido porque si lo cerraban lo tenían que subir a la página.
Así que iba motivado, tranquilo y confiado de que iba a viajar, pero ya estando en el aeropuerto pregunté por el vuelo y me dijeron que definitivamente se había cancelado. Luego encontré uno a Guayaquil con escala en Bogotá (Colombia), fui a buscar esa conexión, sin embargo me comentaron que ya a Ecuador no se podía entrar. Tenía bronca y resentimiento con la aerolínea porque no se puede jugar de esa manera con uno y más en estas situaciones.
De regreso a Pamplona hablé con Miguel y él me dijo que me quede tranquilo, que ellos se iban a encargar de que no me falte nada durante la cuarentena. Pasados los días me tranquilicé y lo único que hago es estar aquí en el departamento, solo salgo a comprar comida de vez en cuando. El supermercado queda a unos 10 minutos caminando de donde vivo. A veces voy en bicicleta y en otras a pie.
Durante la cuarentena realizo ejercicios con el rodillo y algo de físico para mantenerme en forma y estar listo para la reanudación de la Copa de España Sub 23, que quedó aplazada para el próximo agosto. (I)